AUTOR. Ahora termina de escribir una novela antihistórica. / J. C. C.
CARLOS JURADO ESCRITOR

«A veces la más importante es la historia doméstica y no la oficial»

El escritor presenta esta tarde el libro Teoría de los jerezanos... y sus duendes» «Nuestro potencial es impresionante pero remamos cada uno para un lado»

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Más de 200.000 personas pueblan una ciudad con siglos de historia que ha ido fraguando el carácter de sus habitantes. ¿Qué piensa, siente, valora o sufre un jerezano? Carlos Jurado, autor de Teoría sobre los jerezanos... y sus duendes intenta comprender y hacer comprender las pequeñas manías y virtudes que todos -o casi- tenemos.

-Jerez es la única ciudad que no es capital de provincia a la que se le ha dedicado un libro de esta colección, ¿por qué?

-El jerezano no se parece en nada al gaditano y al algecireño, porque una cosa es la demarcación administrativa y otra la demarcación personal. Cádiz tiene espíritu isleño, mira al mar y nosotros miramos más hacia Sevilla.

-¿Cuál es el pecado del jerezano?

-Tenemos el pecado capital de mantener determinadas remanencias del pasado, de mirarnos en exceso el ombligo, aunque cada vez menos, afortunadamente. Tenemos elementos compensatorios como es la existencia de esos duendes, ese aroma del vino que nos tiene drogados desde que nacemos casi por goteo.

-Habla de «barbaridad administrativa» al referirse a la dependencia de La Barca de Jerez.

-La barbaridad administrativa es el dinero. La recaudación varía en caso de que esté La Barca y otras pedanías dentro de Jerez o no. Desde la lógica no lo entiendo pero desde los intereses políticos, sí.

-¿Es difícil hablar de la sociedad en la que uno vive?

-Tengo una ventaja, y es que me fui a los catorce años y he vuelto hace diez, y eso te da una perspectiva diferente al que siempre ha estado aquí. No soy un cronista oficial pero tengo una perspectiva más amplia por haber estado fuera durante muchísimos años. Difícil no es, es una temeridad porque en algún momento seguro que habrá alguien que se dará por aludido por algunas de las críticas o las ironías del libro. La culpa no es mía. De hecho, repito hasta la saciedad en el libro mi enorme respeto por el señor jerezano, que ha tenido unas ideas o una concepción moral y lo ha llevado a cabo y también por esos otros señoritos que han tomado esa condición moral como una estética y no como una manera de comportamiento, de conducta.

-¿Y qué hay de ese odio entre Jerez y Cádiz?

-Hay odios formales entre el gaditano y el jerezano que son más conceptuales que otra cosa. Es algo que se exacerba de una manera absurda. Sería una excepción que dos poblaciones tan cercanas, que compiten en el control administrativo de la provincia, se llevaran bien. No conozco a nadie que se lleve bien con sus vecinos.

-Quizás uno de nuestros males es que no sabemos reconocer lo que tenemos.

-Sin duda, el potencial de la provincia de Cádiz es impresionante. Lo que pasa es que remamos cada uno en una dirección. Cádiz rema para un lado, el Campo de Gibraltar y Jerez para otro y dentro de Jerez, vamos cada uno a nuestro aire. Yo creo que, por una vez, y ahora es la ocasión después de 24 años de caudillaje, tenemos que hacer una piña y empujar junto a un gobierno de mayoría para que crezcamos con ideas, con imaginación, soltando lastre para hacer todo más grande, para tener una oferta turística consecuente porque está claro que no vamos a crecer con el vino.

-¿Qué espacios sufren esa falta de reconocimiento?

-Tenemos un zoo impresionante, que secretamente es un orgullo de todos los jerezanos pero nunca nos hemos parado a pensar que sin el Tempul -que lo de Zoo Botánico no me convence- estaríamos amputados. Creo que es algo que podemos exhibir igual que los caballos, las bodegas o el Palacio del Tiempo. Hay un Jerez monumental abandonado en la trastienda. Hay que mimar a nuestros escritores, a nuestros pintores, a los que pasean el nombre de Jerez por toda España. Aquí enseguida se hacen bandos.

-¿Qué ha descubierto con este libro?

-He descubierto personajes singulares que representan los valores del jerezano, esa historia doméstica nuestra del día a día, del bar, de ir a comprar a la frutería. He aprendido que a veces es más importante la historia doméstica, la que no se ve, que lo emblemático y lo que es nuestro retrato oficial de Jerez

-¿Las nuevas generaciones están heredando la idea del señorito?

-Sí. Se puede asumir que ya han cambiado los tiempos pero hay quien sigue pensando que la forma de regir, ahora en vez del campo una empresita, sigue siendo el cortijo. Y eso hoy en día es inviable.