Cartas

Los terroristas desmienten a Aznar

Las pruebas de que el atentado del 11-M no estuvo programado para cambiar el resultado de las elecciones del 14-M las dieron sus mismos autores, y con sus mismos hechos: 1) Montaron atentados después de las elecciones, con dos acciones fallidas al AVE, que podrían haber causado más muertos que el 11-M. 2) Un atentado tan preparado como el 11-M, a sólo tres días de las elecciones, tardó en reivindicarse muchas horas, lo fue por un conducto poco fiable, sin pruebas, y en Londres. Más aún, al no ser creído, no se hizo otra reivindicación sino la tarde del 13-M, por un medio tan pobre y manipulable como un video envuelto en un trapo y echado en una papelera. 3) Tras la manipulación de Aznar de atribuir el 11-M a ETA, tampoco organizaron otro atentado antes del 14-M, como hubiera sido tan fácil entonces, y como hicieron después. 4) Los terroristas suicidas de Leganés sólo grabaron un video -«casualmente» perdido durante muchos meses- de reivindicación «oficial» suya el 27-M, tras fallar los otros atentados, lo que indica que todos los atentados formaban un «paquete», y no daban una intención distinta al primero, único anterior al 14-M, que a los demás.

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Con su primer atentado, pues, los terroristas no sólo no esperaban ni buscaban un cambio de Gobierno; más aún: que es probable que les gustara, como a todos los extremistas, que siguiera frente a ellos otro extremista, un «cruzado» como Aznar (o su segundo, Rajoy), que sirviera mejor de coartada a sus atentados. Incluso era lógico que esperaran que el 11-M contribuyera al triunfo de PP, como en EE UU se estimaba que un nuevo 11-S podría ayudar a la reelección de Bush. Es probable, pues, que atentaran con la intención de reforzar y hacer ganar al PP.

Sólo la torpe manipulación de Aznar de atribuir obstinadamente a ETA el atentado pudo servir en sentido contrario. Y como todo mentiroso no arrepentido, Aznar no tuvo otra salida que intentar tapar su gigantesca mentira con otras peores, contra toda evidencia de los hechos que se han ido conociendo, y la sentencia de la Justicia. Aznar arrastra tras sí a un gran número de sus seguidores que, incapaces de creer posible tanta maldad en su líder, no tienen más alternativa que considerar malvados a los otros, dividiendo y debilitando a esa España bajo cuya capa intentan hipócritamente cubrir, en vez de remediar, sus miserias.

Por lo demás, todos hemos de tomar conciencia de que la mentalidad de esos terroristas islamistas no es la nuestra y que su guerra no es fundamentalmente contra uno o dos partidos concretos, sino contra una España integrada en un Occidente que tantas veces ha invadido y devastado económica, política y hasta militarmente sus países. Y que, por lo tanto, es un cambio profundo de civilización, no sólo de partido, lo que se requiere aquí, como en sus países, para poder alcanzar la seguridad y la paz.

Martín Sagrera Capdevila. Madrid