Con reservas

a sentencia de una juez de Barcelona que concede la guarda y custodia de dos menores a su madre al considerar que la cojera del padre constituye un obstáculo para velar por ellos resuelve de manera controvertida una disputa privada a buen seguro dolorosa. Resulta tan discutible como llamativo que la magistrada aluda a «la minusvalía» del progenitor como un impedimento para atender a los pequeños, cuando el demandado, que atesora seis medallas en natación paralímpica, ya compartió su cuidado en un período transitorio antes del divorcio. Pero más cuestionable es que dé por hecho que el padre no reclama la custodia en exclusiva debido a su limitación física. Una actitud que resultaría del todo reprobable si se basara en el prejuicio o en la inercia de anteponer las razones de las madres a la posible conveniencia de la guarda compartida.