Opinion

Rajoy quiere sabe aún más

La imagen de sí misma que ha proyectado la Justicia española era de primerísima calidad, aunque la sentencia recaída sobre los acusados por la tragedia del 11-M no demuestre, contra la opinión del presidente Zapatero, «el funcionamiento ejemplar de las instituciones». (Una sentencia demuestra otras cosas, si las da por probadas). Pero el hecho de que unos atentados islamistas de tanta gravedad, con 191 muertos y cerca de dos mil heridos, hayan sido instruidos, juzgados y sentenciados en un plazo extraordinariamente corto, refleja la alta capacitación de nuestras fuerzas policiales y señala que en nuestra Judicatura, al margen de las batallas ideológicas, que esterilizan muchas energías, hay jueces a los que en el ejercicio de sus funciones no les influye lo más mínimo su inclinación política. Por ejemplo, el juez Gómez Bermúdez, de tendencia conservadora, ha causado gran desaliento en ciertos sectores del PP por haberse mostrado invulnerable a las fabulaciones conspirativas sobre el 11-M.

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Muchos españoles sentían ayer orgullo de su propia Justicia al escuchar en sus casas, cafeterías o centros de trabajo, por la radio o la televisión, la lectura de la sentencia que hacía Gómez Bermúdez. En un ambiente sociopolítico entreverado de cierta incoherencia maligna, el trabajo de un juez atenido estrictamente a las reglas de la lógica y la racionalidad, como él mismo confesó, producía en mucha gente una emoción que no podría superar ninguna demagogia. Y es que si para el enfático, la naturalidad es el énfasis, para una sociedad sometida frecuentemente a argumentaciones falaces y a sofismas absurdos, la objetividad y la lógica generan más emociones que una arenga.

Pero no todo era ayer felicidad y satisfacción. Se había cerrado un capítulo del 11-M, pero inmediatamente se abría otro, porque aún faltaban por descubrirse trozos de verdad que, al parecer, no se apreciaban en la sentencia. En la declaración de Rajoy como presidente del PP destacó una frase en la que podría basarse la permanente investigación «hasta sus últimos detalles» de «todos los aspectos del atentado más grave de nuestra Historia». Por eso, añadió Rajoy, también ha apoyado el PP la investigación, entre otras, «que ha dado lugar a la sentencia dictada hoy».

Va un poco más allá Rajoy: «Seguiremos apoyando cualquier otra (investigación) que permita avanzar sin límites en la acción de la Justicia». ¿Y por qué más investigaciones? Pues porque hay que encontrar más verdades escondidas en los atentados del 11-M, «ya que los acusados como inductores o autores intelectuales, en los términos que utiliza la sentencia, no han sido condenados como tales», apostilla Rajoy. Se corre, pues, el peligro de que siga actuando «el tinglado de la antigua farsa», que anuncia el inicio de los «Intereses creados», de Benavente, y volvamos a sufrir la búsqueda incansable de verdades que no se dejan capturar porque ya han sido apresadas por la minuciosa labor del juez instructor Juan del Olmo y por la lógica y la racionalidad del tribunal presidido por el magistrado Gómez Bermúdez.