COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Nuevas tradiciones

Pretendía yo en este afán de malentendida multiculturalidad que nos invade, que mis niños conocieran el sentido de Halloween más allá de la programación de Disney Channel porque ya sospechábamos que en el fondo la fiesta de la calabaza andaba muy cerca de nuestro Tenorio. Los dulces propios del otoño, la luz para los difuntos -ya saben, soy muy antigua-. Consistía en demostrarles a los chiquillos que todo está inventado y que los huesos de santo tienen un origen tan terrorífico como el esqueleto que lucen los norteamericanos cuando vienen con aquello del truco o trato, que es lo que nuestros políticos han asimilado mejor, sobre todo lo del truco.

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Por eso decidimos que nada mejor que una explicación desde el corazón de los States, una joven americana que les contase el significado de la fiesta, lo de los disfraces que les mostrase de verdad que es un Halloween sin pasar por el millonario. A cambio, los míos le contarían lo del mercado, lo de los frutos secos, lo de los boniatos (que previamente les tuve que explicar, contaminaditos por el tío Gilito).

Así que allí estaban los tres, con sus caretas y sus caramelos, dándonos una lección de integración cultural de tolerancia y de respeto -a la norteamericana la llaman Cristina y ella ni se enfada ni se inmuta- cuando me pidieron unos tosantos para compartir. Teníamos almendras que me trajeron de Granada, con cáscara quiero decir. Para mi sorpresa, la chica norteamericana pregunta cómo se comen y al saber que eran almendras comenta impresionada «¿Qué interesante! No sabían que eran así, siempre comí las que vienen de la tienda», «Pues dice mi madre que vienen de un árbol», le soltó mi hija y se quedó tan ancha. Me di cuenta de que lo malo no es que sustituyan nuestra fiesta por la absurda calabaza. Lo preocupante es que crean que los huevos salen de los supermercados. Mañana, a ver cementerios.