Opinion

Angustia en vídeo

A estas alturas de la película no es nada fácil que uno se impresione con mesías de turno, inventores de reinos y naciones que nunca existieron o independencias de toda la vida de ayer tarde, violencias soterradas, miedos y enterramientos silenciosos y con los dientes apretados en los peores casos. Ya no es necesario echar mano de rifirrafes que algunos llaman eufemísticamente el problema vasco o el problema catalán para, una vez más, dejar la cena en el plato, apagar la tele o la radio e irse a la cama a leer tebeos de Mortadelo. Ahora la angustia nos la presentan en vídeo -tomado en un tren en Barcelona- en forma de individuo absolutamente desprovisto de maneras civiles y propinando una paliza a una niña ecuatoriana sin soltar el móvil desde donde estaba retrasmitiendo el combate a sus colegas mientras esperaba su parada. ¿El motivo? El que tienen todos los nazi-fachas: ninguno. Simplemente el impulso racista-excluyente, y también que en lugar de ser un ecuatoriano cachas era una pobre chica menor e indefensa, porque al final suelen ser cobardes. Con ellos sólo viajaba otro pasajero, con más miedo que siete viejas en un túnel y mirando para otro lado. Y el agresor está, de alguna manera, en la calle, diciendo a quien le quiera escuchar que no sabía lo que hacía y que estaba borracho.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Espero que esta vez los señores jueces que entienden de la cosa dejen un momento sus tertulias y muchísimos quehaceres y se pongan manos a la obra en serio. Si no lo hacen, una nueva peste plomiza y cubierta de negrura en forma de venganzas y contravenganzas raciales caerá sobre las calles de Barcelona y de otras ciudades.

Alberto Fernández