CRÍTICA

Retina fascinada, por Germán Corona

Según su definición, la retina es una membrana interior del ojo de los vertebrados y de otros animales, donde las sensaciones luminosas se transforman en impulsos nerviosos. Dicho lo cual, podríamos decir que en el doble programa que presenciamos ayer en el Falla se trató de impulsos nerviosos cargados de placer y regocijo. Gelabert-Azzopardi es una compañía creada en 1985 por Lydia Azzopardi y Cesc Gelabert que ha cosechado premios internacionales así como el reconocimiento de público y crítica.

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Con ORION (35'), y CARAVAN, pudimos disfrutar de un programa que se equilibraba muy bien en sus dos partes. Contrastes cargados de belleza y sutil magia de colores que transitaban desde el gris con variaciones en azules y violáceos tanto en el vestuario como en la iluminación en la primera parte, hasta el colorido más dinámico en la segunda. La excelente iluminación de Baltasar Patiño logra sin duda dar realce a unas coreografías llenas de ritmo en secuencias muy complejas en donde la elegancia, sensualidad y precisión de los intérpretes brilla y transforma el escenario en un espacio siempre estético y pulcro en su composición. Tal parece que la primera parte, ORION (35') nos remite al mundo científico y sus explicaciones sobre la realidad y lo que somos. De esta manera los bailarines se convierten en átomos, en partículas de un universo que se transforma. En CARAVAN, en cambio, se nos brinda un juego coreográfico en donde la individualidad estilística de cada bailarín es evidente y que es contrapunto perfecto de la anterior pieza, en donde predomina lo tribal. Hay que destacar la elección musical con Chet Baker y su My Funny Valentine y la inconfundible voz de Aaron Neville en dos de las secuencias de CARAVAN que también hicieron vibrar nuestras membranas auditivas completando así un bello espectáculo para los sentidos y la memoria. LA CRÍTICA