Editorial

Relativa confianza

Los responsables de los siete países mas industrializados del mundo lanzaron ayer un mensaje de confianza en la economía mundial persuadidos de que sus «robustas bases» le deben permitir sortear las turbulencias financieras que están afectando principalmente a la economía estadounidense. Los dirigentes europeos, incapaces de mantener una posición monetaria común no consiguieron, sin embargo, provocar la mínima reacción oficial del G-7 ante una injustificada paridad euro-dólar que amenaza perjudicar seriamente el crecimiento de la eurozona. Estados Unidos y Gran Bretaña preocupados por el desajuste del valor del yuan con el resto de las divisas, que no se corresponde con el fuerte y sostenido crecimiento de la economía asiática, si lograron el compromiso chino para una futura flexibilización de su tipo de cambio que permita reducir los desequilibrios por cuenta corriente. Ministros de finanzas y gobernadores centrales del G-7 analizaron el impacto en la economía global de la crisis crediticia provocada por las hipotecas basura, en medio de un clima sombrío por el desplome de Wall Street y el imparable avance del precio del petróleo que ha llegado a alcanzar los 90 dólares en un momento de incertidumbre.

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Existe unanimidad en la urgencia de que China acelere la revalorización de su moneda pero el encarecimiento del petróleo también plantea un riesgo de freno al crecimiento que solo la optimización en la eficiencia del uso de la energía puede conjurar. Aunque los siete grandes no ven graves peligros en el horizonte, la existencia de condiciones desiguales en la economía mundial podrían generar efectos secundarios no deseables en países en desarrollo, si no se extrema la vigilancia sobre el impacto en el comercio mundial de los reiterados atascos en las locomotoras del crecimiento.