FORTALEZA. El ex presidente Pasqual Maragall abandona el hospital de Sant Pau, donde hizo público que sufre la enfermedad de alzhéimer. / EFE
ESPAÑA

Pasqual Maragall anuncia que padece alzhéimer desde «hace unos meses»

«Hicimos los Juegos Olímpicos, aprobamos y refrendamos el Estatuto y ahora iremos a por la enfermedad», declara el ex presidente de la Generalitat

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«Hicimos los Juegos Olímpicos, aprobamos el Estatut y ahora iremos a por el alzhéimer». El ex alcalde de Barcelona y ex president de la Generalitat, Pasqual Maragall, dio ayer carta de oficialidad a los rumores que circulaban por la capital catalana en relación a su posible afección por el mal de alzhéimer, la enfermedad neurodegenerativa que sufren 700.000 personas en España y para la que, de momento, no existe curación. Maragall, de 66 años, lo anunció con serenidad y optimismo en el mismo hospital barcelonés donde está siendo tratado y advirtió de que, a partir de ahora, dedicará su «capacidad de influencia» a ayudar a combatir la grave dolencia. «Quiero ayudar a derrotarla», dijo.

El ex president se acompañó de su esposa, Diana Garrigosa, para revelar que «hace unos meses» le fue diagnosticada la enfermedad, que sufre en un «estado inicial». La presencia de la patología fue confirmada la pasada primavera en un hospital de Boston (Estados Unidos), donde se sometió a exámenes médicos que ratificaron la peor de las noticias.

Pero ayer confesó con su habitual tono informal que se encuentra bien. «Os diré más. Me encuentro mejor que hace un año y empiezo esta nueva etapa con optimismo», subrayó en una comparecencia de nueve minutos que finalizó con un aplauso espontáneo de los periodistas y hasta con las lágrimas de alguna joven informadora.

Maragall asumió con naturalidad el reto de convertirse en el rostro público de la lucha contra la enfermedad, una labor que ya había iniciado antes incluso de anunciar su afección. Aseguró que difundía su diagnóstico para atajar los rumores «a veces interesados» que poblaban ya Barcelona. Y garantizó que empleará ahora el grueso de su tiempo en combatir su propia dolencia y en «colaborar» en lo posible para «mejorar la consideración social de los enfermos de alzhéimer» y recaudar fondos para la investigación médica.

«Cosas de Pasqual»

El ex president comenzó esta nueva tarea con el lanzamiento de un mensaje claramente alentador. «Por lo que he visto hoy en este hospital -el Sant Pau barcelonés, cuyas dependencias visitó-, tengo la certeza de que esta enfermedad será vencida en un plazo de diez o quince años. En ningún lugar está escrito que sea invencible».

Pero quien puso a Barcelona en el mapa mundial al conseguir los Juegos Olímpicos del 92 guardará algo de tiempo para continuar con otras iniciativas que le apartan de la imagen de «apacible jubilado» en el que nunca quiso convertirse. Entre ellas, el desarrollo del Partido Demócrata Europeo, en cuya creación colaboró; la Fundación Catalunya-Europa y la empresa Catalana d'Iniciatives, que alumbró siendo alcalde con el objetivo de atraer inversiones.

Maragall ha sido un político atípico, rodeado de ese halo de sorpresa e imprevisibilidad que han sabido cosechar los grandes alcaldes en España, aquellos que en un momento impreciso de su mandato acabaron por sustituir las siglas de su partido por las de su ciudad. Por eso nadie ajeno a los rumores se esperaba ayer que se abriera en canal. Menos aún cuando la víspera había caldeado el ambiente político en Cataluña con varias de sus enésimas 'maragalladas', al anunciar que ya no pagaba las cuotas del PSC y que, por tanto, había dejado de ser militante después de medio siglo de carné. Y al desvelar que Montilla apoyó a Bono y no a Zapatero en el congreso socialista que encumbró a este último.

Y que fue un «error» que él mismo diera su voto al «federalista castellanoleonés» que hoy es presidente del Gobierno y con quien acabó enfrentado tras el proceso del Estatut. Maragall fue así de incisivo con los suyos durante toda su vida política, no exenta de encontronazos. Ésta vez, sin embargo, lo dicho bajo un gran crucifijo en una sala del hospital Sant Pau ya no eran «cosas de Pasqual», como se despachaban en los círculos socialistas sus conocidas salidas de tono. Era algo serio, grave. Y quienes la víspera le interpelaron en clave política, ayer lo hicieron desde los sentimientos.

«Ha sido valiente»

Todo el arco parlamentario mostró su aprecio y afecto por el ex president. El actual gestor de las Generalitat, José Montilla, aseguró que «con o sin carné», Maragall tiene «todo el cariño de la familia socialista». «El presidente Maragall sabe que nos tendrá a su lado», subrayó Montilla, después de enfatizar la valentía y el coraje de su antecesor en el cargo.Otros, como Josep Antoni Durán i Lleida (CiU) y Albert Rivera (Ciutadans), le brindaron su colaboración desde la experiencia, dado que ambos sufrieron casos de alzhéimer en su familia.