Cultura

La puta madre que los parió! GERMÁN CORONA

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es presento a la familia: Gabriela, Damián, Verónica y Mario, cuatro hermanos de una sola madre: Memé. Gabi y Dami son hijos de un mismo padre mientras que Vero y Marito, por su parte, comparten progenitor en común. Completa el cuadro familiar la abuela Leonarda. Estos seis personajes, además de la sangre que les une y la mala madre que les ha tocado tener, están ligados a un mismo espacio del cual no pueden desprenderse y del que no saben cómo escapar. El planteamiento escenográfico apoya muy bien la idea de una casa caótica y que se desmorona emocionalmente. Estamos ante un árbol genealógico de mala raíz en el que conviven pájaros de especie muy distinta y que a picotazos y con las garras siempre alerta, se atacan y defienden con cualquier tipo de violencia. Y todo esto afrontado con un tono de humor cáustico bien aparejado. Lo más interesante de este proyecto es ver a lo largo de la obra el peso de la sangre, y de lo aprendido y que no deja a sus personajes ser ni crecer; todos intentan evadirse de esta jaula cada uno a su manera: con pastillas, con amantes, con alcohol, con trabajo, incluso con una vida fuera, como es el caso de Verónica, la única que ha conseguido desprenderse parcialmente de estos lazos creando su propia familia. Este sugerente experimento de Teatro Timbre 4, nos hace preguntarnos constantemente lo que somos y de dónde venimos. En las actuaciones destacan sin duda las mujeres, más maduras, con un voltaje emocional a la altura de la propuesta. En el caso de los chicos, una labor de contención habría afinado mejor sus actuaciones. El resultado es redondo en general, aunque por momentos el naturalismo pretendido peca de falso. Pero lo que no termina de encajar ni aquí ni en ningún montaje es la violencia física real. No puede ser que en aras de un planteamiento que se pretende vivo, orgánico, natural, se vaya en contra de la integridad física del actor. No es necesario. No lo hace más Teatro. LA CRÍTICA