Opinion

Bon dia

CALLE PORVERA En una aventura profesional anterior en tierras catalanas tuve la oportunidad de conocer relativamente bien, dentro de lo que permitían las circunstancias, a un Josep Lluís Carod-Rovira, con quien incluso compartía localidad de residencia (Cambrils), y a buena parte de la plana mayor de ERC. Y puedo asegurar que ese Carod-Rovira que yo conocí poco tenía que ver, por no decir nada, con el que el martes por la noche pude ver en un programa de televisión en el que gente anónima tuvo la oportunidad de preguntarle sobre lo divino y lo humano.

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Me tocó en suerte cubrir la campaña de la formación republicana en unas elecciones autonómicas. Mi misión era ser la sombra de los candidatos y contarlo todo sobre sus propuestas y hasta sobre sus existencias durante esos 14 días. Así, cada mañana, un monovolumen del partido, con sus líderes dentro -Ernest Benach, Josep Bargalló y en ocasiones el propio Carod, entre otros- me recogía para acompañarles durante toda la jornada.

Anduve unos días algo descolocado. Era entrar en el coche, saludar con un correcto «buenos días» y recibir la callada por respuesta. Los trayectos se llegaron a hacer realmente incómodos, sin un mísero cruce de palabras durante varios días. No entendía nada.

A la cuarta o quinta jornada se me encendió una lucecita y decidí probar suerte con un «bon día» al entrar en el vehículo. Y hete aquí que entonces sí obtuve respuesta y hasta me obsequiaron con algo de conversación -eso sí, en catalán- durante los trayectos.

No deja de ser una anécdota, pero real como este artículo.

Buenos días.