CULTURA

‘Entre limones’ amargos

GRANADA Actualizado: Guardar
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Nunca quise ser un escritor, porque sólo soy un esquilador de ovejas», dice Chris Stewart, el autor de uno de los últimos best-seller de la literatura inglesa, Entre limones (Ed. Almuzara), que ha conquistado también a varios miles de lectores andaluces. La historia sobre sus vivencias en un cortijo de la localidad alpujarreña de Órgiva le han convertido a este ex miembro del legendario grupo Genesis en uno de los autores más vendidos.

La comparación con Gerald Brenan, el autor de Al Sur de Granada, es inevitable pero «es ridículo, porque Brenan era un escritor y yo simplemente soy un agricultor». Esta amplia dosis de modestia de Stewart no le ha impedido vender más de un millón y medio de ejemplares de su primer libro, «porque he escrito una especie de trilogía». Ahora acaba de aparecer El loro en el limonero, una segunda entrega en la que continúan las aventuras alpujarreñas del británico y su familia.

¿Qué narra Entre limones? Chris Stewart cuenta sus vivencias como Cristóbal El esquilaor, nombre por el que es conocido en Órgiva. El inglés llegó hace unos veinte años al pueblo granadino y decidió adquirir el cortijo El Valero, situado a siete kilómetros de Órgiva, un lugar de difícil acceso y al que se llega tras atravesar el río Guadalfeo. Stewart narra sus experiencias, amigos, dificultades y demás historias en torno a su vida en aquel lugar alejado del mundo, y todo ello con un peculiar sentido del humor. Pero Entre limones ha producido cierta acidez a los tranquilos habitantes de Órgiva, que no se sienten bien tratados y reflejados en la obra del británico.

María del Carmen Martín es la bibliotecaria de Órgiva y se ve desbordada por las solicitudes de préstamo del título alpujarreño. «Viene gente de todas partes de España para preguntarnos por el cortijo El Valero y por Chris Stewart», comenta.

Peregrinaciones

El mismo autor se queja en uno de sus libros sobre el cambio que ha experimentado su vida tras el éxito literario, porque El Valero se ha convertido en una especie de centro de peregrinación. Y así es. De hecho, la visita de LA VOZ al más famoso de los cortijos alpujarreños se vio interrumpida por una pareja de Buñol, el conocido pueblo valenciano donde se celebra La Tomatina. «Me recomendaron este libro porque tenía un tono humorístico y me ha encantado», dijo el admirador valenciano. «Conocemos lo que es comprar un cortijo y establecerse en un pueblo, donde la gente es un tanto desconfiada», le comentó el seguidor a Stewart.

El escritor ofrece su hospitalidad a quienes se acercan a tan alejado paraje, donde se encuentra el ya famoso loro que da título a la secuela limonera. Pero Cristóbal El esquilaor no es profeta en su tierra de adopción. «La gente de Órgiva me ha comentado que no se sienten reflejados en el libro, porque consideran que no son como los describe Stewart», señala la bibliotecaria local. «Me dicen que los alpujarreños jamás comen cabezas de pollo como dice el libro, porque eso no se lo come nadie por aquí», añade María del Carmen.

«Somos hospitalarios»

Antonio Ortega es un lugareño de Órgiva que ha leído Entre limones y opina que «el libro no refleja como es la gente de por aquí. Los alpujarreños somos muy hospitalarios y no vamos engañando a la gente». «Chris narra su experiencia en el cortijo, pero no refleja la realidad de la Alpujarra».

Según Ortega, «el hombre que le vende El Valero es quien le cocina las cabezas de pollo y creo que es como una especie de venganza o una broma, porque en Órgiva nadie come de esas cosas». El lector lugareño del best-seller dice que «Stewart ha cambiado algunas cosas para la edición en español del libro, porque hacía mención a gente del pueblo que podría sentirse molesta».

Domingo o Matías

El mismo escritor reconoce que al protagonista de su novela, su amigo y vecino pastor, le ha cambiado el nombre. «En realidad se llama Matías y nos ha servido de gran ayuda para todas las cosas que nos interesaba conocer en Órgiva», señala el escritor. «Me dijo que salir en el libro podría crearle algunos problemas y se me ocurrió el nombre de Domingo, y ahora va presumiendo de que él es Domingo, el de Entre limones. Le queremos mucho», añadió Stewart.

El responsable de la Imprenta Gallego de Órgiva confirma el malestar de algunos lugareños del pueblo con la obra de Stewart, hasta tal punto que renunciaron a editarlo en español. «Chris se puso en contacto con nosotros para la edición española de Entre limones, pero había mucha gente de Órgiva ofendida y no queríamos enemistarnos con los vecinos del pueblo», confiesa Antonio Gallegos. «Incluso –añade– habíamos encargado unos dibujos de Paco Martínmorales (el humorista gráfico granadino que vive en la Alpujarra) para ilustrar el libro, que aún los tenemos y no descartamos en un futuro hacer alguna edición especial».

La renuncia de los Gallego a la edición del libro dio paso a uno de los más grandes éxitos editoriales de los últimos años y al primer gran best-seller de Almuzara, la editorial que preside el ex ministro Manuel Pimentel.

«A algunos lugareños les han molestado las cosas que se decían de ellos en el libro, sobre todo a las personas antiguas del pueblo», explica Antonio Gallego. «Cristóbal ha contado su experiencia en el pueblo y es buena gente, y creo que muchas de las cosas que cuenta son inventadas para hacer más atractivo el libro».

Antonio considera que Entre limones «retrata a los alpujarreños de hace años». «Creo que el libro está muy bien, se está vendiendo de maravilla, y ya llevamos más de doscientos ejemplares de El loro en el limonero».

Uno de los aspectos más destacados de la obra de Cristóbal es que «se está haciendo una gran promoción de Órgiva y a la librería llegan personas de todo el mundo que preguntan por el cortijo El Valero y por Chris, a quien quieren visitar».

Algunos compatriotas del escritor que residen en la Alpujarra también han sido arrastrados por el fenómeno de Entre limones. Es el caso de Giles, un británico que reside en Torvizcón y que considera que el humor de Stewart es un poco seco. «Pero no creo que en este libro se pueda observar cómo son los alpujarreños».

«Hace años que leí un libro parecido de otro autor de mi país que vive en Menorca, y además con un título parecido, pero era algo de naranjos en vez de limoneros», comentó Giles.

Permanecer en el cortijo

Chris Stewart reconoce que en algunas de sus historias acude a la ficción, «porque era mucho más atractivo». La meta de Cristóbal El esquilaor era el mercado literario anglosajón.

En Órgiva se comenta que el antiguo batería de rock, el humilde y aventurero agricultor británico reconvertido a escritor de éxito es familia de uno de los propietarios de una gran editorial británica. Sea como fuere, al sosegado Stewart no se le ha subido el éxito a la cabeza y él quiere permanecer en El Valero. «He rechazado una oferta para que lleven al cine Entre limones porque se rompería mi intimidad, la vida que llevo en el cortijo y no quiero eso». Tampoco hace ostentación del dinero obtenido con el libro, que podría superar el millón de euros. Cristóbal ya no esquila ovejas pero sigue teniendo un viejo todoterreno con el que recorre los impracticables caminos de los alrededores de El Valero. Asegura que sus lujos son «los buenos vinos y los viajes».

Pero la sombra de Gerald Brenan, Don Geraldo como era conocido en la Alpujarra, le persigue. Ha recibido el encargo de prologar una edición especial de Al Sur de Granada. El efecto Entre limones sigue su curso y tras El loro en el limonero seguirá un nuevo título y quién sabe si será la última entrega de las historias de Chris en su bucólico mundo alpujarreño.