PENALTI Y EXPULSIÓN. Yordi cae ante Roberto. / J. C. CORCHADO
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Un punto de crispación

El Xerez acaba salvando un empate tras tirar una favorable situación desde el primer minuto La mayoría de la grada mostró su enfado con Miguel Ángel Rondán y se pidió su destitución

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Se escapa otra victoria. Se deja ir y su rastro es el de la derrota a pesar de que se salvara un empate en los últimos minutos. Ahora la crispación en la afición es alta porque vio como el Xerez no logra ganar ni aunque el viento le sople favorable, ni aunque el colegiado le pite un penalti y una expulsión a su favor antes de que se cumpla el primer minuto. Es cierto que los azulinos lograron crear muchas ocasiones de gol, tan cierto como que las fallaron o como que jugaron todo el partido con un hombre más, e incluso los últimos cinco minutos con dos futbolistas más sobre el campo.

En el epicentro del malestar de la grada de Chapín esta vez se situó a Miguel Ángel Rondán. Ahora, al Capi sólo se le ven carencias y un importante sector del estadio ya ha dictado su sentencia: «¿Rondán vete ya!». El técnico azulino recibió muchas críticas por sustituir a Yordi por Míchel y, pese al empate logrado por el delantero madrileño, la grada lo despidió entre importantes pitos.

De momento, Rondán dice estar tranquilo, niega plantearse una posible dimisión y continúa convencido de sus ideas. Pero la realidad que circula por la calles de Jerez es que el entrenador queda en una delicada situación y que otra derrota más ante el todopoderoso Málaga la próxima jornada generaría un clima difícilmente respirable.

Afortunado arranque

El panorama se comenzó a pintar con colores rosas, pues el partido nació con el viento de cara. No se había cumplido el primer minuto del duelo cuando el Nástic se vio en medio de un tornado de equivocaciones. Tortolero quiso ceder al portero del conjunto catalán, que tras un garrafal error -provocado por el mal estado del césped de Chapín- se vio obligado a derribar a Yordi dentro del área para que el isleño no aprovechara el regalito. Un riguroso Pino Zamorano señaló el punto de penalti y expulsó a Roberto.

La papeleta era importante para un Javi López que tenía que replantear el encuentro con 89 minutos por delante, un hombre menos y un tanto en contra, pues el propio Yordi se postuló para lanzar y materializar la pena máxima. El técnico del Nástic retiró del terreno a su delantero. Calle -por primera vez titular con el conjunto de Tarragona-, que quería hacer un buen partido ante una afición azulina que le despidió entre aplausos, tuvo que tragarse el duelo desde el banquillo y sin posibilidad alguna de hacer nada en Chapín.

Pese al gol de ventaja, los hombres de Miguel Ángel Rondán trataron de poner en práctica esa asfixiante presión que vienen ensayando durante esta semana. Yordi era el primero de los que apretaba a una defensa con pocos recursos. Trataban de buscar a Buades, pero siempre acababan saliendo por una de las vías de escape de las bandas.

En ataque, uno de los que más nervio y empeño puso fue Carlos Calvo. El madrileño retornó al once titular y se colocó justo por detrás de Yordi. El media punta lo intentó tanto de jugada individual -un disparo pegado a la cepa del palo en el minuto 12- como a nivel colectivo asociándose principalmente con Adrián Martín. El canario también retornaba al once titular tras varias ausencias en las convocatorias. Antes de que se llegara al minuto 20 de juego, Adrián se jugó un zurdazo que tampoco encontró portería.

El punto final al buen juego y a las ocasiones azulinas en la primera parte lo puso Abel Aguilar. El colombiano demostró aquellos rumores que apuntaban a su buen disparo desde la frontal y tiró de toque para mandar el esférico al palo.

La ocasión sirvió de revulsivo para un Nástic que comenzó a olvidar su inferioridad numérica para apoderarse del centro del campo y ganar unos metros que le acercaron con cierto peligro a la portería de Chema. Además, Pino Zamorano quiso contribuir a la emoción del duelo y volvió a marcar el punto de penalti, en esta ocasión en el área de Chema. La pena máxima nació de un lanzamiento de falta en la frontal del área que golpea en el brazo de uno de los jugadores que conformaban la barrera. Lo peor para los azulinos es que Campano transformó el penalti en gol ya en el descuento del primer tiempo.

La herida ya estaba abierta y Rondán comenzó a tratar de parar la hemorragia desde el vestuario: tras el descanso metió más pólvora en la delantera dando entrada a Antoñito en lugar de Adrián Martín. El trabajo de pizarra dio sus resultado y el goteo de ocasiones volvió a caer de parte de los xerecistas, ahora de manera más alocada, pues el ritmo del encuentro había acelerado con las fricciones de ambos equipos.

Eso de golpear el muro rojo y sufrir sin premio alguno, fue mermando tanto la moral de los que estaban en el prado como la de la que gritaba en la grada; primero cánticos de apoyo y luego insultos y reprimendas. Sobre todo cuando Gorka de Carlos empaló una volea para darle la vuelta al marcador. Los pitos fueron creciendo especialmente desde el minuto 70 cuando Míchel entró por Yordi. Al cambio le siguió una clarísima ocasión del Nástic -Maldonado tiró al limbo un dos contra uno frente a Bajic-, y en el 74 llegó el 1-2 de los catalanes.

El tanto no provocó tristeza, más bien generó ira, enfado, indignación, irritación. A esas alturas de partido los azulinos sólo tenían fuerzas para caminar, trotar a lo sumo, por el patatal de Chapín. Aún así creaban claras ocasiones de gol. De hecho, tanto lo intentaron, que a base de perseverancia, consiguieron que Santana Ponce -que había sustituido a Pino Zamorano en el descanso, por la lesión del primer árbitro- pitara un penalti a Antoñito.

Míchel logró el empate, e incluso Antoñito se pegó una gran galopada -ya con el Nástic jugando con dos menos por la expulsión de Óscar- que estuvo cerca de culminar una remontada que habría solapado el mal sabor de boca con el que se apagaron las luces de Chapín.

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