ÉXITO. Belén Rueda en un momento de la grabación de su última película, 'El orfanato'. / EFE
BELÉN RUEDA ACTRIZ. PROTAGONISTA DE 'EL ORFANATO'

«Los personajes te pueden enseñar a reconciliarte con tu vida personal»

Belén Rueda recibe con ilusión la candidatura para los Oscars por 'El orfanato', la promoción de su película y funciones en Sevilla con la obra de teatro con 'Closer'

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-Rodó la película hace más de un año y después volvió a la televisión y debutó en el teatro. ¿Cómo se vive ahora esta vuelta atrás en el tiempo?

-Es una sensación muy curiosa, Cuando vi por primera vez la película montada fue cuando me di cuenta de lo que habíamos hecho en realidad. Y en ese momento, más que en la película en sí, piensas en en las secuencias que han desaparecido, en los planos, en el montaje... Y en los recuerdos del rodaje. En este caso, además, al estar desde hace un tiempo haciendo teatro, pienso que en una película ya está el trabajo hecho y terminado, mientras que en el teatro tienes una nueva oportunidad en cada función... Y eso me reconcilia con el teatro.

-¿Y cuándo se dio cuenta de la escalada que supone este personaje?

-En realidad nunca tuve esa sensación, porque cuando estás en el rodaje sólo piensas en sacar el trabajo adelante. Juan Antonio me aportaba muchos elementos de la personalidad de Laura, que quería más infantil, más anclada en ese pensamiento que tenemos algunos de que la infancia es el momento más feliz de nuestra vida. Y sin embargo, yo iba por otro lado, con una mujer madura, que está en un momento de mucho cambio: lugar de residencia, trabajo, traslado de la familia. Y de repente, pasa algo que la deja muy coja. Y nos centramos mucho en hacia dónde queríamos que fuera el personaje, así que no piensas en otra cosa. Y no te esperas la repercusión que ha tenido la película. A mí me ha sorprendido bastante, porque tenía la sensación de estar en una película pequeña. Sí estaba muy metida en la película, porque estuve todos los días de rodaje, y al no estar en Madrid no salía totalmente del personaje. Ese cansancio que se ve en Laura a lo largo de la película era real.

-¿Lo llegó a pasar mal?

-Hubo momentos en que sÍ, pero porque cuando creas un personaje creas un mundo y una personalidad, donde hay de todo: hay cosas tuyas, cosas que has trabajado con personas que han pasado por esas situaciones, desaparición de un hijo y perder la cabeza. Hemos estado haciendo un trabajo de investigación sobre la locura y sobre las desapariciones. Pero indudablemente sí, hubo varios días en que desde que me levantaba tenía un estado de ánimo paralelo al de mi personaje. Y al final te quedas vacía porque has echado el resto.

-¿Y le ha servido personalmente para algo?

-Siempre he dicho que nuestro trabajo es maravilloso porque te hace ponerte en situaciones que nunca vas a vivir en tu vida real (algunas gracias a Dios), y te ofrecen la posibilidad de comprender mejor a quienes sí las viven realmente. Son situaciones muchas veces extremas. Y contestando a la pregunta, sí, esta película me ha enseñado mucho. Me ha enseñado a respetar ciertos comportamientos que te llegan a través de los medios de comunicación y te parecen extraños; me ha enseñado a entender que para salir de situaciones desesperadas el ser humano es capaz de hacer cosas desesperadas. Cada personaje te enseña muchísimo... Incluso te sirve para reconciliarte con aspectos de tu vida personal, con cosas que son tuyas... Porque tienes que hablarlo, y eso es siempre una buena terapia.

-¿Creía en lo sobrenatural? ¿Le ha cambiado la pelÌcula su percepción sobre estas cuestiones?

-La verdad es que no era un tema que me interesara. Ya en Mar adentro empecé a investigar y a interesarme por ello. Evidentemente, es una cuestión directamente relacionada con la muerte. No creía, y no es que ahora sí, pero sí creo que en situaciones desesperadas, insisto, te agarras a todo. Más que creer, pienso que hay momentos en los que quieres creer. Si se mira con ojos objetivos, te das cuenta de que la vida es muy injusta en muchos momentos.

-Ha confesado que es miedosa. ¿En el rodaje llegó a pasar miedo también?

-Sí, porque además el equipo estaba muy metido en la situación, y además hay gente a la que le gusta alimentar todo esto. Por ejemplo, la casa de Llanes en la que rodamos era un caserón abandonado hace mucho tiempo, y ya antes de entrar tenía su aquél. Una noche, el equipo de sonido se fue a grabar el silencio, y le puedo asegurar que lo que se grabó no era para nada silencio. Y empiezan a pasar cosas extrañas, a las que en otras circunstancias no darías importancia. Pero en esa situación, cada ruido se magnífica, las leyendas crecen y la imaginación se dispara.

-Vistos los resultados de su todavía corta carrera cinematográfica, ¿se arrepiente de no haber dado el salto antes?

-¿Ve? Eso forma parte de lo sobrenatural que hemos hablado antes. ¿Debería haber...? Yo creo que no... Objetivamente. Porque todo el recorrido que se ha hecho anteriormente te permite tener una madurez personal y profesional que, de alguna manera, queda reflejado en los personajes que haces. Y el cine me ha llegado en el momento perfecto para mí.