Sesgo de autoridad: qué sucede si no aplicamos un pensamiento crítico frente a un líder

Creemos ser muy objetivos y racionales y, la mayoría de las veces, esta idea es justo la que nos hace creer en ideas que pueden no ser adecuadas o incluso peligrosas para nosotros

Elena Huguet

Somos seres sociales y, como tales, nos vemos influidos al relacionarnos con los demás por multitud de características basadas en nuestras experiencias previas, contextos sociales o estereotipos. Uno de los sesgos relacionados con cómo nos afectan lo que nos dicen los demás, dependiendo de quién nos lo diga, es el sesgo de autoridad .

Este sesgo hace referencia a la predisposición que tenemos a seguir las normas si éstas las da una figura que para nosotros es de autoridad, sin cuestionar a veces el daño que puede generar, los métodos que utiliza o los aspectos éticos subyacentes. Cuanto más respetamos a esa figura de autoridad, mayor probabilidad tendremos de vernos influidos por ese sesgo.

Fue popularizado a consecuencia del estudio sobre obediencia a la autoridad del psicólogo Stanley Milgram , que aunque no utilizó como tal el término, el efecto de obediencia que se dio en los participantes se convirtió en un ejemplo de este sesgo.

En este experimento, se creó una «ficticia» condición experimental en la que los sujetos debían obedecer a un mentor , figura de autoridad, y castigar, según lo que el mentor les dijera, a una persona en función de los errores que cometiera en una prueba de aprendizaje , propiciándole descargas eléctricas de 15 voltios y sumando 15 voltios más por cada error.

Sin embargo, los sujetos no sabían que la persona que recibía la descarga era cómplice del investigador y una parte más de los engranajes del experimento. No llegaba a recibir las descargas, ya que cuando el sujeto pulsaba el interruptor de descarga se activaba un audio grabado anteriormente, para que el sujeto de la investigación fuera consciente del impacto real que tenía sus acciones. Estos audios grabados pedían a los sujetos que les dejaran de castigar debidos a padecer problemas cardíacos , pedían dejar la investigación y a partir de 345 voltios parecían perder la conciencia.

Los expertos pensaban que solo el 3% sería capaz de seguir dando las descargas cuando el cómplice pidiera que pararan y que quienes lo hicieran lo harían por graves problemas psicológicos. Sin embargo, el 65% de los participantes continuó las descargas y el 55% continuó hasta el nivel de mayor gravedad.

¿Cuál es el problema de este sesgo? Como en casi todos los sesgos, el problema suele ser que en general subestimamos la probabilidad de que nos vaya a afectar a nosotros. Creemos ser muy objetivos y racionales y, la mayoría de las veces, esta idea es justo la que nos hace creer en ideas que pueden no ser adecuadas o incluso peligrosas para nosotros.

Para poder hacer frente a este sesgo, un primer aspecto a tener en cuenta es ser consciente de que podemos estar bajo su efecto y, una vez aceptado esto, ayudará intentar distanciarnos de esa figura de autoridad, físicamente alejándonos de esa persona, o cuestionando el grado en el que esa figura de autoridad es relevante.

Al distanciarnos y desarrollar el pensamiento crítico ante ellos nos será más fácil tomar decisiones basadas en lo que sentimos y creemos nosotros, dándonos más seguridad a la hora de enfrentarnos en otro momento a esa figura de autoridad.

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