Las cuatro toxinas que contaminan las relaciones y sus posibles antídotos

Creer que los demás van a actuar como lo haríamos nosotros es una de las mayores fuentes de frustración social

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Sandra Palacios

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En la mayoría de las ocasiones estamos excesivamente pendientes de nosotros mismos y con demasiada frecuencia malinterpretamos las intenciones del resto. Creer que los demás van a actuar como lo haríamos nosotros es una de las mayores fuentes de frustración social, pues las personas, por regla general, van a lo suyo.

De hecho, Jesús Matos, psicólogo clínico y director de ' En equilibrio mental ' opina que uno de los peores errores que cometemos al relacionarnos con los demás es no empatizar con ellos. «La empatía es la puerta al entendimiento de lo que está sintiendo la otra persona; si conseguimos ponernos en sus zapatos, comprenderemos mejor cómo podemos ayudarle».

Y es que muchas veces tenemos unos patrones de comportamiento y comunicación en nuestras relaciones que son auténticas toxinas , que además empleamos constantemente, de manera inconsciente y automática. Así lo ve Beatriz Gil , psicóloga clínica especialista en autoestima y liderazgo: «Dichos patrones pueden ser muy destructivos, incluso pueden acabar con las relaciones en cualquier ámbito, ya sea familiar, laboral, de amistades o de pareja».

Las causas más frecuentes que pueden dar lugar a estas toxinas o dificultad a la hora de relacionarse son la herencia genética, la conducta aprendida, experiencias desagradables a nivel social (como críticas o burlas) y baja autoestima.

No obstante, es posible acabar con esos miedos. Para conseguir esto, Gil subraya la importancia de adquirir herramientas a través del entrenamiento en habilidades sociales y técnicas de comunicación. También habría que exponerse gradualmente a las situaciones sociales que generan inseguridad, miedo o malestar . «La terapia cognitivo conductual es la que más evidencia ha demostrado para modificar los pensamientos negativos y adquirir nuevos aprendizajes más beneficiosos».

Para poder relacionarnos de una forma más efectiva, Matos aconseja además desarrollar una comunicación asertiva , en la que aprendamos a hacer valer nuestros derechos sin pisar los de los demás. «Una de las claves para desarrollar con eficacia este estilo de comunicación es precisamente aprender a empatizar por un lado y aprender a comunicar como nos sentimos por otro. Si ponemos en palabras nuestros sentimientos y emociones será mucho más probable que los demás las entiendan».

Al final, para mejorar nuestras habilidades sociales y aprender a relacionarnos con otros, la actitud es clave.

En el caso de una persona tímida , Gil apunta que el primer paso es identificar el autodiálogo, qué se está diciendo: «No voy a ser capaz de relacionarme en ese evento». O por el contrario: «Podré hacerlo, lo he conseguido otras veces». «Después debe relajarse para disminuir la ansiedad y atreverse. Funcionan muy bien las preguntas abiertas para mostrar interés en la otra persona; sonreír y mantener el contacto visual es clave para acercarse», expone la psicóloga.

Es importante saber que, como con cualquier habilidad, necesitamos conocer los principios básicos y después practicarlos. Pero poco a poco, Matos asegura que los iremos haciendo nuestros y cada vez seremos más naturales. «La clave de las habilidades sociales es que no tienen fin, siempre podemos aprender un poco más ».

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