Jaime García

Vía muerta

Desde la Transición hasta nuestros días, esta es la peor coyuntura política que nos ha tocado

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Un Congreso de los Diputados dividido, hasta el punto de imposibilitar el funcionamiento ordinario del Estado. Ese es el escenario actual, consecuencia de políticos emergentes –de relativa formación y trayectoria– y de la verbena populista en la que nos enredamos por administrar mal la crisis y por no saber hacer frente a la corrupción, ni a los corruptos. A semejante panorama hay que añadirle todos los exégetas que nos quieren convencer de que esto es bueno y democrático, y de que pueden salir de aquí gobiernos que hagan progresar España gracias a líderes iluminados. Pues digámoslo con toda claridad: no es verdad. Desde la Transición hasta nuestros días, esta es la peor coyuntura política que nos ha tocado. Y cada uno tiene su cuota de responsabilidad.

Usted y yo incluidos, además de los candidatos y sus partidos. Digamos también en voz alta que este país merece la pena, más allá de los que están empeñados en odiarlo desde dentro. Ojalá no tengamos que echar de menos la aburrida normalidad de tiempos pasados, donde cualquier desajuste social se arreglaba sobre el tapete de discusión pública sin necesidad de hacer saltar por los aires la mesa y las sillas.

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