Andalucía

Ómicron: del fuego a discreción al sálvese quien pueda

La incidencia de la variante muta protocolos ante el desborde de los sistemas sanitarios y la repercusión económica de múltiples bajas laborales en un escenario de transición hacia la declaración de epidemia común

Un sanitario realiza un test de coronavirus Efe
Juan J. Borrero

Juan J. Borrero

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La guerra contra la pandemia ha entrado en fase de fuego a discreción. La irrupción de la variante ómicron, pegadiza como el villancico de Mariah Carey, ha roto los protocolos. Por eso se cambian, antes de que el virus ponga más en evidencia las carencias del sistema sanitario, la orfandad de certezas de las autoridades y el desafío a una economía que se enfrenta a bajas laborales y cuarentenas masivas. Y todo so pena de generar más desconcierto.

La altísima incidencia supera la capacidad de todos los sistemas de salud para garantizar la eficacia del modelo de detección, rastreo y cuarentena de casos vigente hasta ahora. Además de la prevención, también la diagnosis y la cuarentena quedan sujetas cada vez más al ámbito personal. Esto es debido a varios factores, como la disparidad de sintomatología y su semejanza a las de otras infecciones respiratorias comunes; las dificultades para contactar con los servicios médicos , incluso por vía telefónica; la escasa fiabilidad de los negativos de test de antígenos –no siempre al alcance de la población– y la lista de espera para confirmar casos mediante PCR, que en muchos lugares supera ya los siete días que marca el nuevo periodo de aislamiento de positivos.

A todo ello se suman las vacaciones propicias a las concentraciones. Vacaciones que, además, reducen el mermado batallón de infantería sanitaria de la atención primaria y por tanto obliga a bajar la guardia en el rastreo de positivos –una medida que con más de 10.000 casos diarios es infructuosa– y a demorar el proceso de vacunación con la tercera dosis, como prueba que el SAS en la última semana solo haya abierto cita para personas de 59 y 58 años a pesar de contar con un arsenal de 730.000 vacunas, cuando hay que afrontar otra vacunación masiva entre los grupos de edad más numerosos.

En poco lugares es posible gestionar una cita con el médico, realizar una PCR, controlar los contactos estrechos y hacer seguimiento del aislamiento en una semana, el tiempo establecido en el nuevo protocolo de aislamiento para positivos. En estas circunstancias, las decisiones políticas atienden más a la necesidad que a la coherencia. No es un problema exclusivo de la sanidad andaluza sino global. Los cambios de protocolos, como aceptar positivos confirmados en autotest, gestionar bajas vía móvil, reducir la indicación de PCR sólo a casos puntuales..., son medidas propiciadas por el desbordamiento .

En esta nueva fase hay un desmarque político de las recomendaciones de los expertos más cautelosos. Ya no se aplican medidas restrictivas a pesar de que la incidencia supere el doble del nivel muy alto que marcaba el nuevo semáforo de alertas del Ministerio de Sanidad. El certificado Covid no aporta seguridad científica de que quien lo porte no está contagiado, pero es una fórmula de transición aceptada mayoritariamente. Con ómicron como variable principal, –alta incidencia con menos presión clínica– preocupa ya tanto o menos la situación sanitaria que la económica y social. Y se dan paradojas como reducir un 25% el aforo de los estadios de fútbol mientras los equipos improvisan alineaciones por acumulación de jugadores afectados.

La incidencia de enero va a poner a prueba los nervios de las autoridades. Del fuego a discreción al sálvese quien pueda va un paso, el que resta para reconocer al Covid como epidemia común . A expensas de que llegue una variante suicida más grave, la gestión de la pandemia cambiará en 2022, año en el que es más que posible que olvidemos pronto la contabilidad diaria de contagios. Ya no planificaremos la nueva normalidad social sino que nos acomodaremos a la nueva normalidad del patógeno, aceptando sus daños colaterales, haciendo pruebas masivas de niveles de anticuerpos y centrando la atención sanitaria en los más vulnerables. Será poco a poco. No se puede olvidar que un millar de andaluces con Covid cambiaron de año ingresados en un hospital.

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