Juan Guerra

El juez Conrado Gallardo: «Querían retrasar el juicio por las elecciones»

Este magistrado fue el primero en juzgar una pieza del Caso Guerra. El juicio generó una gran expectación mediática porque «estaba en juego el Gobierno»

Conrado Gallardo era juez de lo Penal 9 de Sevilla cuando se ocupó el Caso Guerra EFE

A. R. Vega

Conrado Gallardo fue el primer juez que enjuició y condenó al hermano del exvicepresidente del Gobierno .Como titular del juzgado de lo Penal número 9 de Sevilla, redactó la sentencia de la primera pieza desgajada de la causa matriz de Juan Guerra. Juzgó al hermano de Alfonso Guerra y a tres de sus socios en la inmobiliaria Fracosur por delitos de falsedad y fraude fiscal. Corría el mes de diciembre de 1992. Conrado no apreció falsedad, pero sí un delito fiscal. Condenó a Guerra y a un socio a año de prisión y 90.000 euros de multa por ocultarles a Hacienda 258.000 euros (43 millones de pesetas). La Audiencia de Sevilla revocó después el fallo y exculpó a los acusados porque no consideró probado que existiera un incremento patrimonial oculto.

Al margen de este desenlace, cuando hecha la vista atrás 27 años después, Conrado Gallardo destaca dos hechos que quedaron grabados en su memoria. Por un lado, la «enorme expectación mediática que despertó» la vista oral, puesto que «estaba en juego el próximo Gobierno» de Felipe González.

Por otro, un suceso digno de la «Nave del misterio» de Íker Jiménez: la extraña desaparición del borrador de la sentencia que guardaba en su despacho. «El borrador estaba encima de mi mesa con un montón de papeles. Fui a buscarlo para firmarlo y no lo encontré. El despacho estaba cerrado con llave. Pudo ser un accidente, un curioso o un descuido mío o de la limpiadora. No lo sé», comenta. Como tenía una copia en su ordenador, convocó a toda prisa a los periodistas para adelantarlo y «evitar cualquier filtración». La desaparición fue investigada, pero nunca se descifró el misterio.

Más allá de esta anécdota, el juez hace hincapié en que el juicio fue pionero por el interés que lo rodeó y la logística que acarreaba para una sala de vistas de limitadas proporciones. «Había más de cien medios de comunicación acreditados; esto no había ocurrido antes». Hubo que hacer encaje de bolillos. Fue la primera vez que se retransmitió en directo un juicio por la radio. Los acusados no pasaron por el mal trago del «paseíllo». «Hubo mucha presión, sobre todo mediática. Los políticos no te llaman por teléfono, eso es la cosa más tonta del mundo. Son más sutiles. Todo el mundo sabe que el que cae mal a un partido, no va a prosperar en la carrera judicial», advierte.

Los obstáculos no tardaron en aparecer. «Pedimos un sistema de grabación, pero la Gerencia de Justicia se negó a adaptar la sala de vistas por falta de presupuesto. Le dije al gerente que si no lo hacía, iba a suspender el juicio y explicaría las razones a la Prensa». El ultimátum funcionó. A la semana, un montón de operarios estaban adaptando la sala. «Me salvó la expectación mediática. Querían retrasar el juicio porque había elecciones cerca», señala.

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