Elecciones en Andalucía

Cataluña, otra excusa para el adelanto de las elecciones en Andalucía

La radicalización del soberanismo somete a Susana Díaz a mayor presión ante la tesitura de convocar las andaluzas en diciembre o trasladarlas a febrero

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz JUAN FLORES

J. J. Borrero

La presidenta de la Junta de Andalucía ha dejado pasar la segunda fecha que marcó en su agenda para el adelanto electoral, 25 de noviembre. Susana Díaz podría convocar mañana mismo y celebrar las elecciones el 2 de diciembre. La enorme maquinaria de la Junta de Andalucía está en modo adelanto electoral desde junio. La profusión de publicidad institucional en redes sociales, con un gasto superior a los 700.000 euros , y los acuerdos adoptados por el Consejo de Gobierno lo delatan. En el último, la Junta presentó una Oferta Pública de Empleo con 2.400 plazas y aprobó de una tacada la segregación de ocho municipios. Para aprobar el primer acuerdo en fecha, la Junta convocó de urgencia a los sindicatos de la mesa sectorial. Para el segundo ordenó en junio reactivar los expedientes que llevaban años tramitándose . En poco más de tres meses se han resuelto. Al día siguiente del Consejo, la presidenta, que desde septiembre ha disparado el kilometraje de su coche oficial, visitaba uno de esos nuevos municipios y anunció que hasta final de año el Servicio Andaluz de Salud realizará 1.300 contratos, antes de prometer 12.000 «nuevas» plazas en residencias de mayores , que en realidad son las propias de la renovación del contrato de concertación anual... No hay duda, el adelanto electoral es inminente y se viene gestando desde antes de verano.

La ruptura del pacto de investidura de Ciudadanos ofreció a Díaz en septiembre un argumento para dar por terminada la Legislatura, pero por alguna razón se resiste a firmarlo , mientras hace gala de la estabilidad de su Gobierno. La inestabilidad externa alimenta las cábalas de la presidenta para ajustar su convocatoria. Era fácil prever que a primeros de octubre habría algarada en Cataluña , pero sus consecuencias ahora son imprevisibles. Sobre todo para la estabilidad del Gobierno central. La interlocución Madrid- Sevilla no parece precisamente fluida y complica la situación. La desconfianza ante la posibilidad de que se fuerce una convocatoria conjunta por sorpresa es total y aumentará en tanto se posponga la cita.

Desde el jueves, el Gobierno andaluz tiene constancia de que no es intención de Sánchez convocar elecciones a corto plazo y que descarta hacerlo de forma conjunta con las andaluzas. Lo aseguró «al cien por cien» la ministra andaluza María Jesús Montero. Un mensaje tranquilizador a medias, a tenor de la habilidad del Gobierno de Sánchez para enmendarse a si mismo. De hecho, el mensaje de Montero es contradictorio con el que una semana antes lanzaba el presidente durante su gira americana cuando sostuvo que la situación en Cataluña podría obligar a sacar las urnas.

El «asunto catalán» no solo se plantea como motivo para un adelanto de las elecciones Generales . También Cataluña puede decidir nuevas elecciones, distorsionando por tanto la convocatoria andaluza.

Hasta esta semana Susana Díaz había guardado cierta discreción en sus valoraciones sobre Cataluña, la «novena provincia». La presidenta, tan elocuente durante el mandato de Rajoy, ha dado sordina a sus intervenciones en política nacional, cumpliendo un tácito pacto de no agresión con el sanchismo . Tal ha sido el cariz de sus intervenciones, que el líder de los populares andaluces, Juanma Moreno, reprochó a la presidenta su «vergonzante silencio» ante los sucesos protagonizados por los independentistas catalanes. La reacción de Díaz fue tildar de hooligan la actitud de Torras. Una expresión mucho más incisiva que la suave llamada al diálogo de Sánchez. Con todo, el portavoz del Gobierno andaluz, Juan Carlos Blanco, negaba el martes en un alarde de juego de contención que la percepción de Susana Díaz y Pedro Sánchez fuera distinta ante los sucesos de Cataluña. La cuestión es evitar cualquier división interna , consciente del coste electoral que puede tener en este momento.

Otro factor de incertidumbre política en Andalucía , en el que Cataluña también juega un papel importante, es el de la relación económica con el Estado. Díaz convirtió a la deuda histórica en el asunto prioritario para el fin de su Legislatura. Reclamaba 4.000 millones al Gobierno de Rajoy cuando la confrontación era una rentable estrategia electoral. Con el cambio de Gobierno, Díaz ha perdido esa carta y la jugada se le puede volver en contra. Cataluña ya ha sacado tajada en sus conversaciones bilaterales con el Gobierno de Sánchez : 1.400 millones a cuenta de «deudas pendientes» en infraestructuras y dotación de los Mossos, en virtud de la disposición adicional tercera del Estatuto de Autonomía. Andalucía tiene cita el 10 de octubre en el Ministerio de Hacienda y no hay certeza del resultado positivo de la reunión. La Junta de Andalucía espera un refuerzo económico especial del Gobierno central con Andalucía, que le sirva como revulsivo en el proceso electoral, aunque con la confianza que pueden mantener dos hermanos mal avenidos.

Hay otras circunstancias que condicionan y presionan al Gobierno andaluz en la tesitura de ir a elecciones. Serán las primeras tras las catalanas de 2017, en las que Ciudadanos, con Inés Arrimadas al frente , logró una victoria tan histórica como improductiva a efectos de poder configurar un gobierno. Arrimadas gana espacio político y cuota de pantalla mientras aumenta la tensión en Cataluña. Natural de Jerez de la Frontera, nadie duda de que su presencia será constante durante la campaña electoral en Andalucía, donde ha celebrado ya varios actos en las últimas semanas en compañía de Albert Rivera . A Díaz le molesta. Una de las premisas de su adelanto electoral es evitar el rearme electoral de Ciudadanos. Para el PSOE andaluz la marca naranja es el socio necesario para evitar una incomoda alianza a la izquierda, pero también una seria amenaza en aso de que sume con el PP una mayoría absoluta que provoque el cambio de siglas en Andalucía después de casi cuatro décadas.

En este juego de adversidades y oportunismo hay otro factor nada desdeñable que explicaría el tacticismo con el que se está gestionando la decisión: la volatilidad de las encuestas. Fuentes el PSOE andaluz admiten que no las tienen todas consigo. La formación del futuro Gobierno puede depender solo de uno o dos escaños y no está claro que manteniendo el mismo porcentaje asegure el mismo reparto de diputados . Estudian el efecto que pueda tener el debut electoral de la coalición Podemos-IU (Adelante Andalucía). Tampoco niegan que la férrea marca PSOE está sufriendo un desgasta proporcional a la incertidumbre que genera el Gobierno de Sánchez. Los datos bailan de una semana a otra y más en un tiempo en el que la política tiene por lema: «todo puede empeorar». Por eso mañana será otro día.

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