Vanessa Centeno junto a su hijo Kike cuando estaba ingresada en el hospital
Vanessa Centeno junto a su hijo Kike cuando estaba ingresada en el hospital - ABC
Sociedad

Cuando la mamá de Kike ganó a la Junta de Andalucía

Una opositora que dio a luz el día anterior al examen logra que se le haga la prueba a pesar de la negativa inicial de Educación

Málaga Actualizado: Guardar
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Dentro de unos años, cuando el pequeño Kike se encuentre acostado en la cama, su madre, Vanessa, podrá sentarse a su lado y, mientras lo arropa, contarle una curiosa historia. Un relato de inconformismo protagonizado por una joven que se enfrentó al «ogro» de la burocracia y al que venció para defender lo que creía justo y así sentar un valioso precedente. Una «aventura» que, pasado el tiempo, tal vez sepa que la tuvo a ella como «heroína»; y a él, como imprescindible actor secundario. Dos personajes claves que han logrado que, por primera vez, la Junta de Andalucía realice fuera de fecha unas oposiciones a una aspirante que no pudo realizar el examen por estar dando a luz.

El relato de este «cuento» -que, por momentos, fue para no dormir- arrancó cuando Vanessa Centeno, una joven malagueña que desde 2010 es profesora interina, vio en la convocatoria de cerca de 2.000 plazas para Secundaria, FP e Idiomas una oportunidad para lograr la estabilidad que llevaba tiempo buscando.

Lo cierto es que, a pesar de los rigores de la crisis, la elevada nota que obtuvo en su momento la posicionaron bien en la bolsa de trabajo y durante estos años ha estado haciendo sustituciones y cubriendo vacantes «por media Andalucía». Pero, con pareja estable y un proyecto de vida en común, era necesario hacer un último esfuerzo, hincar codos y tratar de lograr una plaza fija para conocer de una vez eso que los políticos llaman conciliación familiar.

Vanessa se puso a estudiar con determinación mientras en su interior se gestaba la mayor ilusión de su vida: su pequeño Kike. Cuando la joven supo que estaba embarazada, y tras hacer cálculos con su pareja delante de un calendario, se percató de que el parto rondaría la fecha del examen para el que llevaba un año preparándose: el pasado 18 de junio.

Esperanzada en que su bebé se aliara en la consecución de sus objetivos, cruzó los dedos, se mostró positiva y siguió memorizando tema tras tema. No obstante, conocedora de que el engranaje de la burocracia no se detiene ante contratiempos y es capaz de triturar esperanzas, decidió desplazarse a la Delegación de Educación de Málaga para advertir de sus particulares circunstancias. «Hablé con gente del departamento de recursos Humanos y me dijeron que me facilitarían todo», recuerda la protagonista de la historia, a la que ahora esas palabras le suenan huecas.

Las semanas iban transcurriendo hasta que el ginecólogo que seguía su embarazo le dio una noticia que inicialmente le sobresaltó. El crío venía de nalgas e iba a tener que dar a luz por cesárea.

«La intervención se programó para el martes 21 de junio –ayer–, pero todo cambió el pasado viernes, cuando acudí a monitores y el médico me dijo tenía contracciones muy fuertes y que estaba dilatando», explica.

Kike quería venir ya a este mundo y los profesionales sanitarios dijeron a Vanessa que tenía que quedarse ingresada. Pero al día siguiente tenía las oposiciones y pidió permiso para ir a Educación y exponer su caso, que a regañadientes le concedieron.

«Dilatando» y acompañada por un representante del sector educativo de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) de Málaga, se plantó en la sede de este departamento del Gobierno autonómico para pedir una solución. Pero cuál fue su sorpresa cuando, después de que meses atrás le dijeran que le darían facilidades para hacer el examen, ahora le advertían de que si no se presentaba a la prueba, no podría volver a hacerla.

Vanessa regresó al hospital y consultó con el ginecólogo la posibilidad de retrasar la cesárea hasta el domingo, pero su respuesta disipó cualquier duda: «Me dijo que estaba en juego la vida de mi niño y la mía, así que me quedé ingresada en el hospital».

La joven dio a luz al pequeño Kike horas después y alcanzó la felicidad plena, aunque estaba dispuesta a luchar ante lo que creía una injusticia, ya que no podía creer que la Junta de Andalucía no tuviese un protocolo de actuación ante situaciones similares y comenzó a movilizarse.

Su marido y su padre acudieron este lunes de nuevo a la Delegación de Educación y, tras realizar una serie de trámites, les informaron de que iban a hacer público lo sucedido. Y así fue. El caso de Vanessa trascendió a los medios y muchos se preguntaron «cómo es posible que en la Andalucía en la que se pregona la conciliación familiar y la igualdad se pongan trabas a una mujer embarazada».

«Mano de santo». Ayer martes un responsable de Educación llamaba a Vanessa Centeno y le comunicaba que este viernes podrá hacer el examen para el que tanto se ha preparado. Por la tarde, poco después de recibir el alta, y aún dolorida tras el parto, volvía a ponerse frente al temario para aprovechar estas últimas horas de estudio para lograr otra meta en su vida. A través del teléfono, deja una interesante reflexión: «Quiero derechos, no facilidades».

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