APUNTES AL MARGEN

Que panda el cúnico

La advertencia de la ejecutiva federal de que nombrará a los presidentes de las diputaciones andaluzas es «la» amenaza

Carmen Calvo y Luis Planas hablan con Antonio Ruiz en el mitin del PSOE RAFAEL CARMONA
Rafael Ruiz

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La amenaza de la ejecutiva federal del PSOE - esto es, Pedro Sánchez - de que pretende aplicar los estatutos del partido con revolucionaria pasión para elegir directamente a los futuros presidentes de las diputaciones andaluzas constituye, más aún que lo de las listas glosado aquí, el ataque más directo, concreto, medible y pesable a la línea de flotación de eso que está de capa caída y que se llama susanismo. El otrora socialismo hegemónico andaluz de ordeno, mando, firmes, ar. Los artículos 313 y siguientes de las normas internas del PSOE dejan meridianamente claro que la decisión última sobre quién será el máximo responsable de estas instituciones corresponde a la dirección de Madrid una vez escuchada la propuesta que le remite el comité provincial , que es el máximo órgano entre congresos.

La lectura detallada de la norma interna , convertida ahora en un misil Pershing con cabeza nuclear, asegura que las direcciones provinciales del partido ni siquiera tienen la posibilidad soberana de elegir a los futuros miembros del grupo de diputados de eso que consideran «su casa». Al contrario, una vez conocidos los nombres de los concejales electos en sus respectivos partidos judiciales, la ejecutiva del PSOE de cada provincia debe mandar a Madrid una lista ordenada de sus preferencias sobre quién ocupa un asiento en la institución provincial . El número de candidatos ha de ser del doble de puestos a cubrir y la organización de los nombres, meramente orientativa. La comisión federal de listas, de nuevo, tiene la última palabra sobre el asunto. Y en ningún sitio de los estatutos del PSOE, los mismos que tumbaron a Sánchez por cierto, dice que la comisión federal de listas haya de elegir entre las opciones que le pongan encima de la mesa desde cada una de las provincias. Puede nombrar como diputados a los concejales que le plazca. Estén o no en la propuesta inicial que se les hace llegar por correo electrónico.

En tanto los alcaldes de las grandes capitales andaluzas han entendido el mensaje de Sánchez, las diputaciones son el gran foco de resistencia de las ejecutivas más susanistas. Porque en todo hay grados. Es falso que la dirección central de los socialistas haya tocado todas las listas andaluzas que se presentaban al Congreso y al Senado. El acta de la reunión, en la que por cierto estaba Carmen Calvo de cuerpo presente, afirma que el enfrentamiento se produjo en las candidaturas de Sevilla, Almería, Cádiz y Córdoba , que han de entenderse como el último reducto de los «susaners». De las otras cuatro no se tuvo noticia. Se ve que la unanimidad no es unánime.

Controlar las diputaciones provinciales se antoja como la pelea por el granero. Como ocurre en el caso de Córdoba , donde los despachos están ocupados por socialistas o gentes del PSOE y algunos funcionarios que pasaban por allí con suerte, la advertencia de que vayan desalojando las sacrosantas y apolilladas instituciones provinciales -oh, maná que los riegas con tanta diligencia, «ora pro nobis»- es «la amenaza». El toque que hace falta para que la masa social del asunto socialista se convenza de que la señora ya no mora en San Telmo y que esto va en serio. Se explican de esa manera los sudores fríos, las camisas que no llegan al cuerpo, los comentarios de «dónde nos han metido». La fantasmagórica escisión al PSC «style» solo es la constatación de que el mensaje ha calado. Que panda, pues, el cúnico. Vayan ocupando los botes salvavidas ordenadamente. Las mujeres y los asesores primero.

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