ENTREVISTA

Francisco Solano Márquez: «Las Cruces de Mayo no pueden ser un pretexto para el bar callejero»

El periodista montillano hace en «Las Cruces de Mayo. Entre flores y copas» un recorrido histórico y crítico por el Concurso

El periodista Francisco Solano Márquez con su nuevo libro VALERIO MERINO

Davinia Delgado

La Fundación Cajasol acogió el miércoles la presentación del última obra del periodista Francisco Solano Márquez , « Las Cruces de Mayo. Entre flores y copas », cuya base fue una charla que el autor montillano pronunció hace dos años en la Fundación Bodegas Campos , y que se ha convertido en un recorrido a través de la historia del concurso municipal de estas populares instalaciones.

¿Cuándo se celebró el primer certamen de las Cruces de Mayo?

El primer concurso de cruces de mayo en patios lo convocó en 1925 el alcalde José Cruz Conde , alentado por el éxito popular que había alcanzado la cruz erigida el año anterior por el Real Centro Filarmónico en su sede del Palacio de los Páez . En solo tres días se inscribieron veinte, que organizaron animadas veladas y verbenas. Se mantuvo durante cinco años hasta 1929, cuando se despidió. El último concurso coincidió con la visita a Córdoba del presidente del Directorio militar Miguel Primo de Rivera , que vino a inaugurar el monumento al Duque de Rivas y acabó la jornada visitando las cruces premiadas.

¿Cuándo se desligaron las cruces de los patios?

En 1933, en plena II República, el Ayuntamiento presidido por el alcalde Francisco de la Cruz Ceballos convocó un concurso de patios, patios sin cruces, que considero una versión desacralizada del concurso de cruces erigidas en patios. Con interrupciones en la Guerra Civil y en la posguerra, en que los barrios populares, más preocupados por la subsistencia, no estaban para adornar patios, el certamen se reanudó en 1944. En el bienio 1953-54 el alcalde Antonio Cruz Conde intentó recuperar el concurso de cruces en patios y rincones típicos, siguiendo el modelo de los años veinte, pero aquel intento no cuajó, y al año siguiente, 1955, Cruz Conde recuperó el concurso de cruces en plazas, que es el que pervive hasta hoy, en que alcanza su edición septuagésima primera, 71.

En el libro aborda uno de los problemas que han ensombrecido la fiesta durante los últimos años: el botellón.

Así es. En un principio pensé en titular la charla que dio origen a este libro « Las Cruces de Mayo. Entre flores y litronas », pero Pepe Campos me aconsejó suavizarlo. En este sentido, quisiera reivindicar la dignidad de la cruz en el centro de la fiesta, pues me disgusta verla relegada a un modesto rincón, como mero pretexto para justificar el bar callejero. Hay que desterrar también las cruces que impiden dialogar con sus altavoces atronadores, las que amparan improcedentes botellones o las que dejan un rastro vergonzoso de suciedad , pues las cruces de mayo son para disfrutarlas, no para padecerlas.

¿Cuándo empezó el botellón a convertirse en un problema?

En 1990 ya se dieron las primeras voces de alarma. El escritor Carmelo Casaño observaba ese mismo año que las cruces «están degenerando aceleradamente», pues «un gran número de ellas no (son) otra cosa que pretextos para fomentar el alcohol al aire libre , dando la tabarra a la vecindad y ensuciando el entorno». El panorama mejoró en 2009 con la nueva normativa y la presencia policial, que permitió recuperar una fiesta que estuvo a punto de perderse. Pero en 2013 repuntaron los botellones y la afluencia incontrolable de gente en el Bailío obligó a cortar el tráfico en la calle Alfaros . La situación empeoró en 2014, año en que el colectivo Epiqueya comparaba en el diario ABC las bacanales romanas con las cruces.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación