PERFIL

VIC, el cronista visual de Córdoba

Su verbo de color, su alma de periodista, su fascinante sentido del humor. Córdoba en sus viñetas

Francisco Poyato

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Vicente Torres Esquivias «VIC» nos dejó este domingo 8 de marzo de 2020 huérfanos de sentido del humor. El mejor cronista visual de Córdoba , el que mejor la contó desde el humor gráfico, el que la editorializó como pocos saben, porque pocos la conocían como la conocía Vicente, falleció en su ciudad a los 66 años (casado y padre de dos hijas) tras una enfermedad que se presentó de golpe y porrazo y sin darle una segunda oportunidad.

VIC ocupaba con su viñeta desde 2011 la ventana privilegiada de la página cuatro de Opinión de este periódico. Era el viñetista de ABC Córdoba , su genio; pero era, sobre todo, uno de los motivos primordiales por los que miles de lectores abrían cada mañana un ejemplar con el firme deseo de empezar su día con una sonrisa, con un chascarrillo, con una mirada ácida, fresca y crítica de lo que somos. El contraste de los hechos bajo la mirada de un buen hombre. Con esa manera de entender la vida que se tiene en Córdoba: de la distancia a la socarronería. Su cálida frialdad.

La primera vez que publicó sus viñetas fue en una revista de baloncesto. Luego dio el salto a publicaciones de información local. Primero, «La Tribuna de Córdoba»; luego «La Información»; después durante un largo tiempo en el «diario Córdoba», donde ya alcanzó una notoriedad importante en la opinión pública cordobesa, y finalmente, en ABC Córdoba, donde colaboraba puntualmente cada día desde 2011 . Más de treinta años enfrentándose al precipicio del papel en blanco, al resquicio de la imaginación que da en la tecla perfecta para robar una sonrisa.

Quiere decirse que de su mano han salido más de 5.000 historias gráficas en los últimos quince años. Que no es moco de pavo. Y las conservaba todas en cajas, como le explicó hace apenas tres meses a Aristóteles Moreno en la entrevista dominical de ABC que le hizo en su casa , junto a sus lápices, su ordenador, su mesa... y sus musas.

Cinco mil historias que ha tenido que acarrear en cada mudanza. Que viajaban cada noche a la calle San Álvaro, donde puedo asegurar que era uno de los mejores momentos del día. Esperar qué nos regalaba Vicente, qué lección nos daba su ojo clínico, su verbo de color, su alma de periodista, su fascinante sentido del humor -tan propio de las señas de identidad de esta Casa-. Su amor por Córdoba, por el dibujo. Su discreción. Su vertiente jurídica, como abogado de la Asesoría Jurídica de la Diputación de Córdoba durante décadas . Su vis seria, su vis cómica, y ambas matrimoniadas a la perfección en una tarjeta de presentación llamada buena persona. Porque, ante todo, y como decimos los periodistas, Vicente era un gran periodista porque era una gran persona.

La suya era una técnica sencilla y algo rudimentaria. Cartulina y lápiz. Después, escaneaba la viñeta, la trataba a color en el ordenador y la mandaba al periódico. Su paisanaje, en el que de vez en cuando se incluía con su inseparable Javier Tafur -una auténtica pareja humorística y periodística-, tenía la riqueza de la filigrana política -si no salías en una viñeta de VIC, se puede decir que no eras nadie-, el calado de la reflexión de esas voces anónimas en un pueblo, en un banco o en el paisaje incomparable de Córdoba; el casticismo de la barra y la taberna; la radiografía parcelista, donde iban a beber todas las caricaturas del cordobés y sus tópicos maledicentes... Y nadie se ha quedado exento de su afilado pincel, su chanza cariñosa, su regañina elegante, su crítica certera o su aplauso con forma de rectángulo.

VIC junto a Javier Tafur en la presentación del Tabernario Sentimental de Córdoba en enero de 2018 VALERIO MERINO

Junto a Tafur nos legó una maravillosa visión sociológica y costumbrista de las tabernas y bares cordobeses ( Tabernario Sentimental de Córdoba ). Y recorrió la historia de Córdoba a lomos de las palabras de su fiel amigo y su creatividad en «La Historieta de Córdoba» , que publicamos semanalmente, como los cientos de capítulos de ese incunable gastronómico y periodístico. Fue discreto hasta para despedirse, porque aquella noche que no pude coger su llamada y sólo alcancé a leer su escueto mensaje, ya empecé a echarle de menos. Hasta siempre.

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