Un momento del espectáculo de Amaral
Un momento del espectáculo de Amaral - RAFAEL CARMONA
CULTURA

Amaral clausura un Festival de la Guitarra de Córdoba que brilla menos de lo esperado

José Antonio Rodríguez puso en pie a sus paisanos en el Gran Teatro con «Manhattan de la frontera»

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
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Pudo ser una noche de domingo como otra cualquiera, pero hubo quienes quisieron llenar sus oídos de arte, con dos opciones fuertes además: por un lado, un brillante José Antonio Rodríguez con su grupo habitual, y por otro un eléctrico Amaral con una poderosa puesta en escena. Las actuaciones de ayer cerraban el cartel de la 37 edición del Festival de la Guitarra de Córdoba, pensadas como guinda de una fiesta de la cultura que parece vivir su crepúsculo. Pobre de público, en general, pero no de cartel, ni tampoco de renombre. Las expectativas de una programación que incluía toques diferentes no se han visto cumplidas.

La primera cita de la jornada de clausura estuvo en el Gran Teatro, un escenario que se queda pequeño para la pericia de José Antonio Rodríguez.

El noble talento cordobés puso en su guitarra una música íntima que nace de mezclar -se nota- lo que le gusta de aquí y de allá, del «otro lado del charco», pero también de rescatar lo mejor de su consagrado pasado, como es «Manhattan de la frontera». Y Rodríguez quiso obsequiar, todavía más, al público de su Córdoba natal y para eso se rodeó de cinco paisanos: Niño Seve y Francisco Prieto «El Currito», dos premios nacionales de guitarra en el Concurso de Córdoba, y Alejandro Hurtado y Alfonso Linares, alumnos suyos, que junto con Manuel Montero, su segundo guitarra. Juntos crearon para el público su particular «fiesta de los locos», un tema de Rodríguez que ha reinventado con maestros pero que anteriormente no ha sido capaz de montar en un escenario.

Y poco antes de la medianoche, Amaral encendió el cielo con su espectáculo «Nocturnal Solar Sessions» en el Teatro de la Axerquía. Un espectáculo de luces y ritmo que hizo un recorrido por los títulos más coreados del grupo maño, esos que muchas veces ellos quisieran dejar atrás pero a su público siempre les ronda en la cabeza. También hubo cabida para la muestra de su último trabajo por primera vez en la capital, «Nocturnal», donde consiguieron hacer sentir en cada uno de sus temas la física de su guitarra, su bajo, y la batería, con esa delicadeza que ponen en sus melodías y la argucia de sus letras.

Esta producción, que mezcla lo nuevo y lo viejo -si es que hay algo de esto en Amaral- es lo más potente que ha creado el grupo, que acostumbra a conmover de igual modo con sus acústicos. Y fue una actuación eléctrica, enérgica: siete elepés del grupo dan para mucho y vienen largos para un concierto que empieza a las once de la noche del domingo. Se esperaba además a los de Zaragoza, el grupo más comercial (entiéndase popular o conocido) que ha visitado Córdoba en este último Festival de la Guitarra.

Pero esa noche de verano en la Axerquía, por mucho algunos quisieran que se prolongase, tenía que acabar. Se terminaban diez días de cultura, de guitarra y arte, de jazz, soul, blues... de tropicalismo, de fusión y de talento que muchos no han saboreado. Nombres como Ana Popovic, Imelda May, Kurt Rosenwinkel y Tomatito, entre otros. Algunas actuaciones con moderada respuesta, otras con inesperada por lo escasa. Fin de otra edición de un festival maduro que tiene que repensarse y también encontrar su público.

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