El músico Pancho Varona
El músico Pancho Varona - JOSÉ MÉNDEZ
ENTREVISTAPancho VaronaMúsico

«Un concierto de Sabina tiene un nivel mínimo muy alto»

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Es una de las sombras de Joaquín Sabina en el escenario desde hace más de tres décadas y parte importante de sus canciones, en muchas de las cuales aparece como coautor (además de citado, como en la sarcástica «No soporto el rap»). El jueves, visita una vez más la Plaza de Toros de Alicante con motivo de la gira «500 noches para una crisis».

–«¡Arriba, mardito roedore! ¡Despertarsus y levantarsus!»

–(Risas) El «mardito roedore» es del gato de los dibujos de Pixie y Dixie. El «despertarsus y levantarsus» sí que es propio.

–Es la forma que tiene Pancho Varona de dar los buenos días en Twitter desde hace años. ¿Qué le ha proporcionado esta red social?

–Twitter me proporciona cosas muy buenas.

Esta entrevista, por ejemplo; recuperar la amistad con Andrés Calamaro; conciertos, participar de tertuliano programas de radio... Bien usada, Twitter es una red fantástica, y yo creo que la uso bien, aunque sea un poco cañero. Luego está la parte fea y terrible del ordenador: que no te ven y parece que todo es posible, que se puede hacer daño a la gente sin que haya filtro. Supongo que se irá legislando para que cosas lamentables dejen de pasar. Irá cambiando.

–Visita Alicante el próximo jueves. Una cita más de otra gira. En nada menos que 33 años ya con Joaquín, deben de ser muchos conciertos ya.

–Son muchos y aquí estamos. Parece que Joaquín ha estado a punto de dejar la música y ahí estamos.

–¡Son como los Stones o AC/DC, siempre parece que va a ser la última gira pero no!

–Así es. Y es que estás hablando, como de Joaquín, de gente muy grande. De actuaciones que tienen un nivel de calidad mínimo muy alto. Da igual la edad que tengan, pero asistir a un concierto suyo te emociona de una forma u otra. Para mí es una satisfacción formar parte de eso.

–Quizás mucha gente no sepa que Pancho Varona es parte importante de la discografía de Joaquín, coautor de muchas de sus canciones.

–Sí, pero las letras son de Joaquín, ese es su corralito. En el disco pasado sí trabajó con Benjamín Prado, mientras Antonio (García de Diego) y yo le ayudábamos con la música. Ahora se ha vuelto más poeta, más letrista, y nos deja a nosotros lo melódico.

–¿Alguna canción o disco al que tenga más cariño o es imposible elegir?

–Las canciones son siempre más de él que mías. Pero a ver, por ejemplo en «Ruido» la letra es de Joaquín y Pedro Guerra, pero la música totalmente mía. En «Como un dolor de muelas», escrita por él y el subcomandante Marcos, también. He compuesto cerca de 100 con él, y aunque fundamentalmente sean suyas, es tan difícil como decir qué hija es más guapa que otra. Eso sí, de mi faceta como compositor es de la que más orgulloso estoy porque me ha llenado el alma más que ser productor. Meterme en una cueva y escuchar una canción 125.000 veces hasta que algo está como tú quieres, es rutinario. Me gusta más viajar, por eso también prefiero las giras.

–Y en todo este tiempo, ¿ha cambiado la forma de componer?

–Sí, ha cambiado. Antes Joaquín y yo vivíamos más cerca. Hace 25 años de eso y Joaquín estaba en un momento muy productivo. Podía llegar a casa con tres letras del calibre de «Conductores Suicidas», de un gran nivel, y dejártelas encima de la mesa. Ahora ya no es así, ni para él ni para mí. Cuesta más componer. Yo peco de ser ahora menos descarado que antes.

–Con la perspectiva que le dan los años, ¿cómo ve el negocio?

–¡El negocio se ha ido al garete! Ahora se vive mucho más de conciertos que de discos. Sólo hace falta ver las liquidicaciones de royalties que llegaban hace 10 años y las que llegan ahora. La verdad es que en parte lo entiendo porque ellos [las discográficas] fueron los primeros piratas. Hace 20 años se portaban mal con la gente con precios desorbitados y la gente se cansó y se tomó su venganza. La tecnología ha sido clave en todo esto.

–Sí, pero parece que la gente no escatima en ver música en directo. En invertir en ello.

–Tú lo has dicho: invertir. ¿Qué mejor manera de gastar el dinero que en un concierto, una película, un museo...? La gente se queja del precio de la cultura, pero un cubata en muchos sitios vale ya 12 euros. ¡Con eso me compro dos CD’s!

–La vida, las giras, le vuelven a traer a Alicante. ¿Tiene algún recuerdo?

–De pequeño íbamos con mi padre a la playa de San Juan y El Postiguet, Además, en un concierto un chico se coló en la plaza de toros en plena feria. ¡Cayó al foso y se tiró horas allí tirado sin atreverse a gritar para no despertar a los animales!

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