«Petra tou Romiou», la roca de donde surgió Afrodita
«Petra tou Romiou», la roca de donde surgió Afrodita - PILAR ARCOS

Chipre: así es el Mediterráneo que seguramente no conoces

Recorrido por una isla bellísima y auténtica, poco conocida, que goza del dulce encanto de la discreción

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En Chipre, el enclave más oriental de Occidente en el Mediterráneo, se cumple el tópico tantas veces repetido de calificarla como «la gran desconocida». Es verdad. Hagan la prueba: observen las fotos que ilustran este reportaje y respondan en conciencia si habrían sido capaces de reconocer, sin leer los textos, que se trataba de Chipre. Muchos habrían dicho que es un lugar mediterráneo; algunos que se trata de Grecia, por el pope ortodoxo sentado en la terraza; otros que de Turquía, por los alminares de la iglesia reconvertida en mezquita; incluso Italia o el norte de África, por los mosaicos; pero muy pocos (salvo los que ya han estado allí, claro) hubieran dicho que son imágenes de Chipre.

Y es que esta isla, bellísima, auténtica, goza del dulce encanto de la discreción.

Ninguna estridencia, ninguna salida de tono. Todo suave, amable, familiar. ¿Y no es eso precisamente lo que busca la mayoría de los turistas? Geográficamente, paisajísticamente es una isla griega más, pero se trata de un país independiente cuyos habitantes, los hijos de Afrodita, se sienten orgullosos de ser, dicen ellos, más antiguos que la propia Grecia.

Lo cierto es que hoy en la República de Chipre la influencia griega es total. Y no lo digo solo desde el punto de vista político. Se habla (luego, se piensa) en griego, se reza en griego y la bandera de la cruz blanca y las cinco franjas azules tiene más presencia que la local, blanca con la silueta de la isla en cobre y dos ramas de olivo verde. De no leer los periódicos, el turista podría creer que se encuentra en una prefectura de Grecia.

El país que dio nombre al cobre (en latín Aes Cyprium o Cuprum, significa, «metal de Chipre») ha sido cruce de caminos de muchas culturas. Situado en el extremo oriente del Mediterráneo, a solo 120 km. de Siria, por aquí ha pasado todo el mundo: fenicios, griegos, egipcios, hititas…

En Chipre, Afrodita lo es todo. La diosa que los romanos llamarían Venus ha sido adoptada como identidad nacional y hasta como mascota turística. Los folletos dicen que Chipre es «La isla de Afrodita», y aquí están los «Baños de Afrodita», el resort «Aphrodite Hills», el «Aphrodite Hotel», el yacimiento de gas «Aphrodite», las «Delicias de Afrodita», un dulce muy dulce tan parecido a las delicias turcas (lokum) como dos gotas de agua…

«Petra tou Romiou», literalmente La Roca de los Griegos, es un lugar costero mediterráneo puro con varias rocas sobresaliendo del mar y alguna cala pedregosa. Aquí, dicen, «Afrodita surgió de las olas». Habría que preguntárselo a Botticelli.

Este lugar está cerca de la ciudad de Pafos (o Paphos, que tanto da), antigua capital de la isla. Como el pueblo de Kouklia, donde se conservan las ruinas del Santuario (¡cómo no!) de Afrodita. Región en la que viven en perfecta armonía greco-chipriotas y turco-chipriotas que abandonaron la zona norte tras la ocupación de las tropas turcas y la división de la isla en 1974.

En Pafos está también uno de los centros arqueológicos más importantes de la isla, que conserva unos excelentes mosaicos romanos.

En Nicosia, la capital, destaca el palacio del Arzobispado, de estilo veneciano; la iglesia de Panagia Chrysaliniotissa, erigida según los más estrictos cánones bizantinos; la mezquita de Omeriye, construida sobre una iglesia de los agustinos; las murallas venecianas, que nada tienen que envidiar a las de Bergamo…

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