Los diez paisajes más impactantes de la costa de Noruega
Un barco de Hurtigruten en la costa de Noruega - Christian Huehn
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Los diez paisajes más impactantes de la costa de Noruega

Un viaje inolvidable, en los barcos de Hurtigruten, por algunos de los escenarios más bellos del norte de Europa

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Un viaje inolvidable, en los barcos de Hurtigruten, por algunos de los escenarios más bellos del norte de Europa

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  1. Expreso del Litoral: 120 años en la costa noruega

    Un barco de Hurtigruten en la costa de Noruega - Christian Huehn

    El Expreso del Litoral, en su origen un servicio marítimo postal y comercial que este año 2013 celebra su 120º aniversario, constituye una de las grandes instituciones de Noruega, de cuya historia y cultura es parte indisoluble. Desde la travesía inaugural, realizada en 1893 por el capitán Richard With en el vapor MS Vesteraalen entre los puertos de Trondheim y Hammerfest, sus barcos navegan con regularidad a lo largo de la costa más salvaje de Europa –que hoy goza de la reputación de ser la más hermosa del Planeta-, manteniendo unidos los dos extremos del país.El Expreso del Litoral, actualmente gestionado por el Grupo Hurtigruten, no es un crucero moderno convencional: ni cabinas lujosas, ni casinos, ni discotecas, ni teatros, ni distracciones superfluas. Lo cual no excluye el ambiente confortable y siempre reposado, el destierro de etiquetas y formalidades y el trato cálido y personalizado a los miles de viajeros que anualmente se embarcan en estos reconvertidos buques del vigente servicio costero atraídos por su leyenda y por las inigualables bellezas de la ruta del Ártico. MS Midnatsol«Las celebraciones del 120º aniversario comenzarán con la salida del MS Midnatsol desde Bergen el 21 de junio», nos asegura Ragnar Norum, Director de Comunicación y Relaciones Públicas de Hurtigruten, «y concluirán con una ceremonia especial el 2 de julio, fecha en la que el capitán With partió de Trondheim». Entre medias, se navegará adicionalmente por el fiordo de Lyngen, con degustación de camarones a bordo; en el de Geiranger habrá conciertos de música folk; en cubierta se programarán actividades todos los atardeceres bajo el sol de medianoche; la tienda del barco contará con artículos de regalo especiales y en las cenas se ofrecerán menús inspirados en la cocina del siglo XIX.

  2. Bergen, antesala de los fiordos

    Casas de Bryggen, en Bergen, Patrimonio de la Unesco
    Casas de Bryggen, en Bergen, Patrimonio de la Unesco - Cornelis Kok

    De Bergen, al abrigo de sus siete montañas, parten diariamente los buques de Hurtigruten con destino al norte de Noruega, la tierra del sol de medianoche. Su propuesta turística es la de un tranquilo viaje por mar al encuentro de los paisajes más espectaculares de Escandinavia. Antes de embarcar, Bergen bien merece una visita. Con guiños a su pasado vikingo y hanseático y un presente cosmopolita y emprendedor, la segunda ciudad del país es un emporio comercial y naviero de rango internacional. Su casco histórico, inscrito en la lista del Patrimonio Mundial, data del siglo XI y se alarga al costado del Bryggen, el muelle primitivo. En 1360 un pujante gremio de mercaderes alemanes abrió aquí una sucursal y, durante 400 años, Bryggen fue uno de los puertos dominantes del comercio de la todopoderosa Liga Hanseática. Las casas actuales, todas de madera y cada una de un color, son reconstrucciones de las centurias XVIII y XIX al estilo medieval. El conjunto de sus fachadas, rematadas por larguísimos tejados de fuertes pendientes a dos aguas, compone la que es quizá la imagen más popular de toda Noruega. Otras visitas de interés incluyen el pintoresco y siempre concurrido mercado de pescado, abierto justo delante del Museo Hanseático, la fortaleza medieval de Bergenhus y el monte Fløyen, al que se accede en funicular y desde el que se descubre la ciudad a vista de pájaro. Bergen, por otro lado, es la antesala del grandioso mundo de los fiordos noruegos -Hardanger y Sogne, los más vastos del país, están a un tiro de piedra-, esos profundos brazos de mar por los que la cálida corriente del Golfo penetra decenas de kilómetros en el paisaje escandinavo.

  3. La Carretera del Atlántico

    La carretera del Atlántico
    La carretera del Atlántico - karen leigre

    Navegando desde Bergen, el Expreso del Litoral arriba a Molde, la Ciudad de las Rosas. De aquí parte la excursión de 4,30 horas que permite admirar la portentosa Carretera Atlántica, breve tramo (8,2 km.) de la Estatal 64 en la región de Hustadvika, declarada en 2005 la construcción noruega del siglo. Abierta el 7 de julio de 1989, no por casualidad es hoy la segunda atracción turística del país. De hecho, el diario inglés The Guardian llegó a estimar su travesía como el mejor viaje por carretera del mundo.Ante tamañas credenciales nos preguntamos, titubeando en la distancia, qué elementos o novedades la hacen tan extraordinaria. Nuestra duda se disipa al ponerle la vista encima. Y es que la obra de marras, más que construcción humana, deviene prodigio de los trolls, los huraños y huidizos trasgos de la mitología nórdica. De entrada, el escenario es, todo él, puro embeleso: un heterogéneo cordón litoral de islotes y restingas disuelto en un horizonte infinito hecho de cielo y mar a partes iguales. La cinta de asfalto, en un alarde de agilidad y fantasía, lo cabalga por medio de ocho puentes, a cual más elegante y atrevido. Storseisundet, el más largo (260 metros), es también el más famoso; los escorzos inverosímiles de su diseño curvilíneo, tan artístico como dramático, parecen producto de una convulsión telúrica o del delirio de un taumaturgo.Las obras, iniciadas en 1983, se prolongaron seis años, durante los cuales se registraron hasta 12 temporales con categoría de huracán. La pesca y el posible avistamiento de focas –incluso ballenas- desde sus puentes constituyen alicientes añadidos. Y las tormentas otoñales, embistiendo contra toda la estructura, magnifican su espectáculo. Resumiendo: si París, para Enrique IV, bien valía una misa, la Carretera del Atlántico, para los coleccionistas de lugares subyugantes, bien merece un viaje.

  4. Trondheim, capital espiritual de Noruega

    Las casas en el río Nidelva, en Trondheim
    Las casas en el río Nidelva, en Trondheim - Zoie Izatt

    Tras navegar entre las suaves colinas del condado de Trøndelag a lo largo del fiordo de Trondheim, el Expreso del Litoral hace una escala de medio día en esta urbe histórica. Designada capital del país en 1030 con el nombre de Nidaros, fue, en los tiempos medievales, el centro de peregrinación más notable del norte de Europa. Durante algo más de cinco siglos, a remolque de su fervor, los viajeros se abrieron camino hasta aquí para venerar los restos de Olaf Haraldsson, el rey santo, patrono de Escandinavia. Derrotado y muerto en la decisiva batalla de Stiklestad, su cuerpo fue llevado en secreto y sepultado en el banco de arena sobre el que hoy se levanta la catedral de Nidaros, soberbio gótico moldeado en piedra, centro de coronación de los reyes noruegos y principal templo del país en el presente. Catedral de NidarosHabiendo expirado bajo el signo de la Cruz, Olaf fue consagrado mártir. Un año más tarde, en agosto de 1031, sus restos fueron exhumados y el obispo de Nidaros, con el apoyo de la población y la anuencia del Papa, lo declaró santo. Los dos objetivos por los que el canonizado monarca había combatido, unir y cristianizar Noruega, se consiguieron precisamente a raíz de su fallecimiento. Esta combinación de apóstol y mártir es excepcional en el país escandinavo y no existe en su historia ningún otro hombre cuya muerte haya tenido consecuencias tan importantes. Trondheim cuenta con el mayor instituto de investigación de Noruega (SINTEF). De su universidad, segunda del país tras la de Oslo, sale el 80% de sus ingenieros. Empresas como Google, Yahoo y Sun Microsystems están fuertemente representadas aquí, ya que es una de las ciudades del mundo con mayor penetración de nuevas tecnologías, sobre todo en lo referente al acceso a internet.

  5. Lofoten y las Vesteralen, archipiélagos de los trolls

    Un barco de Hurtigruten en el archipiélago de las Lofoten
    Un barco de Hurtigruten en el archipiélago de las Lofoten - Trym Ivar Bergsmo

    En el trayecto de Trondheim a las Lofoten se cruzan los 66º 33’ del Círculo Polar y penetramos en el Ártico. El sol permanece sobre el horizonte del 25 de mayo al 17 de julio y se oculta por completo del 4 de diciembre al 7 de enero. El clima invernal, gracias a la corriente del Golfo, es considerablemente suave. Las islitas de Røst y Vaerøy, en su extremo sur, presentan la mayor anomalía termométrica latitudinal del mundo, al ser sus lugares más septentrionales con temperaturas medias anuales por encima de los 0 °C.J. Wecker El fiordo del trasgoLa belleza escénica de las Lofoten y las Vesterålen resulta, sin paliativos, despampanante: una originalísima conjunción de grandes espacios vírgenes y pequeños y pulcros núcleos habitados repartidos entre cadenas de picos enhiestos, idílicas campiñas, playas abiertas, ensenadas a resguardo del oleaje y fiordos a granel. Dicha belleza adquiere un toque de magia en el Trollfjord (el fiordo del trasgo), el más estrecho del país (apenas 100 metros en su desembocadura), que corta el aliento a los propios noruegos. El Expreso del Litoral, cuando hace buen tiempo, transporta a los viajeros por sus aguas y por el hechizo de esta morada de los esquivos trolls.En Svolvaer, capital de las Lofoten, se organizan excursiones en embarcaciones menores para observar águilas marinas, focas y, con un poco de suerte, orcas. Otra opción es ir a Borg, donde los arqueólogos, entre 1986 y 1989, excavaron los restos del mayor edificio del tiempo de los vikingos hallado en Noruega o en cualquier otro lugar de Europa, perteneciente a uno de sus jefes más poderosos. Sus 83 metros de longitud son hoy la sede del museo Lofotr, cuya exhibición atrapa la vida que se llevaba en estos lares durante el siglo VI d.C. en objetos, aromas e incluso sonidos originales.

  6. Tromso, la París del Ártico

    Una imagen de Tromso, la capital del Ártico
    Una imagen de Tromso, la capital del Ártico - DEMOOR LINDA

    La catedral de Tromsø, la única de madera existente en Noruega, invade el centro del Kirkeparken (parque de la Iglesia). Frente a su ala derecha, en la plaza adyacente, se halla el monumento –un obelisco de piedra con la punta truncada- dedicado a Richard With, el pionero del Expreso del Litoral. Pocos metros más allá, doblando hacia el puerto, otra plaza exhibe una estatua de Roald Amundsen sobre un alto pedestal. Y es que la llamada París del Norte por los comerciantes de finales del XIX pregona su devoción por sus legendarios exploradores. Fridjof Nansen y el propio Amundsen se alojaron varias veces en Tromsø, puerto base en aquellos años de las numerosas expediciones que se dirigían al Ártico. Actualmente, esta magna metrópoli costera de 65.000 habitantes es uno de los centros de estudios polares más importantes del mundo. Pero, aunque su vocación marina persiste, Tromsø es más conocida por el típico ambiente universitario de sus calles, por el dinamismo de sus actividades culturales -insólito ese Festival de la Aurora Polar, saludada con sones de partituras clásicas, el último fin de semana de enero- y, sobre todo, por ser una de las urbes más animadas del país (¡olé por su Fiesta de la Cerveza, esa Mackøl servida con huevos de gaviota, mediado agosto!), algo admirable, dada su situación geográfica. El moderno símbolo –y probablemente lo más destacado- de Tromsø es la iglesia parroquial de Tromsdalen. Construida en 1965 con hormigón y con la vidriera de mayor superficie de Europa, es comúnmente conocida como la Catedral del Ártico. Blanca y con aspecto de iceberg, algunos, empeñados en buscarle analogías arquitectónicas con la célebre Opera House de Sidney, prefieren denominarla Teatro de la Ópera de Noruega. En cualquier caso, es una estimable obra de arte vanguardista a las puertas del océano Glacial Ártico.

  7. Cabo Norte, a 71º 11’ 08” N

    El monumento más fotogénico de Cabo Norte, en Honningsvag
    El monumento más fotogénico de Cabo Norte, en Honningsvag - Liebing Magdalena

    El punto más septentrional de Europa es, desde hace más de un siglo, un reclamo para los soñadores de todo el mundo. La propia naturaleza colabora a tan extraordinaria atracción brindando el marco apropiado: una altiplanicie que se desploma bruscamente en un acantilado de 307 metros sobre el mar, referencia permanente para los navegantes y tesoro hoy del Patrimonio Mundial.Honningsvåg, en la isla de Magerøya, es mucho más que otra de las habituales escalas del Expreso del Litoral y el punto de partida de las excursiones al cabo Norte. Situada en el centro de la ruta marítima hacia la Rusia boreal y el mar de Barents, recibe entre 4.000 y 5.000 barcos al año. La ciudad alberga el museo del Cabo Norte, dedicado a la historia de la pesca. En primavera, la Armada noruega transporta desde el continente a unos 3.800 renos que pastan aquí todo el verano y regresan al comenzar el otoño, cruzando a nado los 1.800 metros del estrecho de Magerøy. Una impresionante carretera panorámica de 34 km. enlaza Honningsvåg con el cabo Norte. Fue el marino inglés Richard Chancellor quien, al atravesar sus aguas en 1553, buscando un paso hacia Siberia, le dio tal nombre. Antaño, cuando aún no había sendero, los viajeros ganaban la altiplanicie subiendo 1.008 peldaños. Es lo que hizo en 1873 –y con asombrosa facilidad, según la crónica- Oscar II, rey de Suecia y Noruega, quien, una vez en la cumbre, inauguró su monolito conmemorativo con este discurso: “Esta gran montaña es la última piedra de la diadema de plata que corona la península escandinava”. Hoy el cabo Norte pertenece a los turistas, que en verano colapsan el Centro de Visitantes y se fotografían por millares junto al monumento actual, una esfera armilar hueca y etérea sobre un zócalo con escalones.

  8. Los sami, nómadas de la Escandinavia boreal

    La cultura sami es inseparable del reno
    La cultura sami es inseparable del reno - Lyngsfjord Adventure

    Tras abandonar Honningsvåg, el Expreso del Litoral continúa hacia Kjøllefjord, pueblecito de pescadores sobre la isla-península de Nordkyn, donde la oportunidad de contactar con los sami de la costa, mediante la consiguiente excursión a uno de sus campamentos, está servida. Laponia es el hogar ancestral de este pueblo que rehúsa el nombre de lapón, vocablo peyorativo en su estima. Del total cercano a los 100.000 individuos, Noruega acoge algo más de la mitad. Originariamente nómadas, habitaban en tiendas durante el verano y pasaban el invierno en cabañas de turba. Hoy, aunque siguen basando su existencia en tradiciones muy arraigadas, la mayoría posee ya casas modernas y no desdeña usar motos de nieve en lugar de esquíes.La cultura sami es inseparable del reno. Su idioma posee unas 400 palabras relacionadas con este animal –también 100 formas distintas de decir nieve-, del cual se aprovecha todo: la carne como alimento y la piel y los cuernos para confeccionar calzado y cuchillos. Su actividad pecuaria contempla periodos específicos para los partos, la marcación, el recuento, la castración y la matanza, por lo cual se le denomina a menudo el pueblo de las ocho estaciones. Durante la estancia en cualquiera de sus campamentos en Nordkyn, los viajeros, acogedoramente instalados en una tienda tradicional, son atendidos por sami ataviados con el kolt, su traje popular, y agasajados con una sopa de reno y algún que otro joik, canto tradicional de prístinas connotaciones religiosas. Recientemente y de modo progresivo, el turismo va modificando la forma de vida de esta etnia. Con todo, su situación respecto a la sociedad mayoritaria es más sólida que la de casi todos los demás pueblos indígenas del mundo. Reconocidos oficialmente como minoría en Suecia, Finlandia y Noruega, los sami celebran su día nacional y tienen bandera y parlamento propios.

  9. Safari con motos de nieve en Finnmark

    Arctic Coast

    Saliendo también de Kjøllefjord, la segunda alternativa es subir el listón de la aventura y conducir en persona una moto de nieve para atravesar la blanca inmensidad de la península de Nordkyn hasta la población pesquera de Mehamn, el siguiente atracadero del Expreso del Litoral. Un autocar transporta a los candidatos a emular a Nansen y Amundsen -eso sí: con medios que éstos nunca conocieron- desde el barco hasta el comienzo del itinerario. Aquí se les facilita el equipo de abrigo imprescindible y las instrucciones de uso y seguridad para manejar estas magníficas máquinas. Y llega el momento de partir: por delante, 2,30 horas de emociones insólitas con la tundra helada por único testigo y horizonte.Fue Ernest Shackleton, posiblemente el más grande de los exploradores de la Antártida, quien, en una carta a su hermana Kathy, confesó: «Tengo dudas acerca de que la mayoría de la gente sea capaz de comprender lo que representa caminar sobre lugares que nadie ha pisado antes». Pues bien: sin llegar a tanto, esta excursión da a cada cual la ocasión de disipar tal incertidumbre, toda vez que el itinerario se desarrolla en un ambiente de virginales soledades y silencios inabarcables, a través de una tierra de pureza asfixiante y frágil como el cristal, prácticamente intacta desde el comienzo de las edades. Realizado en época invernal, este safari motorizado nos introduce en el secreto de las noches polares, cuya oscuridad cósmica, con cielos despejados, se quiebra mágicamente con los exangües y volubles resplandores de la aurora boreal. El programa contempla eventuales paradas, bien sea para admirar dicho fenómeno con sosiego o para departir con los sami, quienes podrán explicarnos cómo Beiwe, diosa del Sol y de la primavera, devuelve la cordura a los que se volvieron locos a causa de la larga tiniebla ártica.

  10. Safari del Cangrejo Real desde Kirkenes

    Andreas Mihatsch

    Un rectángulo de 1 x 0,60 metros. Tales son la forma y tamaño de este agujero practicado sobre la costra helada del fiordo. Las aguas del mar de Barents, aquí con escasa profundidad, azulean a su través. Encima, una rústica armazón de maderos sostiene una polea sencilla que Michel, el guía -alemán, por más señas- acciona lentamente. Ajustada a los bordes del boquete emerge una nasa en cuyos verdes cordajes, atrapados sin remisión, pugnan por escapar diez monstruos marinos. “No, estos son normales”, insiste Mikel, “los mayores de la especie pesan 15 kilos y pueden llegar a medir dos metros con las pinzas estiradas”. El Cangrejo Rojo Real, originario de la península de Kamchatka, es un marisco excepcional, apreciado en el mundo entero por el sabor dulce natural de su carne, un deleite de dioses para el paladar. Los rusos lo introdujeron en el fiordo de Múrmansk en los años 60 del siglo pasado y, a mediados de la década siguiente, comenzó a aparecer en aguas noruegas. Hemos llegado aquí, procedentes de Kirkenes -el último puerto, rumbo norte, del Expreso del Litoral-, en una furgoneta, devorando los kilómetros finales en las motos de nieve. La excitación del paseo, el frío cortante del viento en la cara y la vista de los gigantescos crustáceos nos ha abierto el apetito, algo a remediar en la cabaña-restaurante de Michel, medio oculta entre los árboles de la taiga serena y silenciosa. ¿El menú? La carne blanca y suculenta de las patas y pinzas de estos cangrejos reales con un ligero toque de mantequilla, pan tostado y buenos tragos de vino blanco… ¡Faltaría más! Al anochecer, de vuelta en Kirkenes, la aurora boreal, oscilando sobre su fiordo, nos despide con sus difusos guiños verdosos. Un imponderable colofón a este polifacético viaje por mar, el más bello del mundo.

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