El Papa Francisco (c) visita la catedral apostólica Etchmiadzint, en Yerevan, Armenia
El Papa Francisco (c) visita la catedral apostólica Etchmiadzint, en Yerevan, Armenia - EFE

El Papa Francisco pide la bendición al Katholikós de la Iglesia Apostólica Armenia

«Que me bendigas a mí y a la Iglesia Católica, que bendigas esta nueva andadura hacia la unidad plena», dice Francisco en Ereván

ENVIADO ESPECIAL A EREVÁN, ARMENIA Actualizado: Guardar
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Como ya hiciera en el 2014 en Estambul ante el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, el Papa Francisco ha pedido este domingo en Ereván al Katholikós de todos los Armenios «que me bendigas a mí y a la Iglesia Católica, que bendigas esta nueva andadura hacia la unidad plena».

Karekin II se levantó y le respondió con un abrazo. Era una señal más de fraternidad, como la de alojarle en su residencia y acompañarle en cada momento de esta visita de tres idas.

El significativo gesto ecuménico tuvo lugar en la divina liturgia -equivalente a la misa católica del domingo- celebrada al aire libre en la histórica sede de Etchmiadzin.

El Katholikós y el Papa habían llegado juntos bajo un mismo palio hasta el gran altar exterior, donde el Santo Padre se sentó a unos metros de Karekin, quien presidía una ceremonia de gran belleza, caracterizada por su sabor antiguo, ornamentos espléndidos y cantos ancestrales.

A su vez, el presidente de la Republica, Serzh Sargsyan, asistía a la liturgia en la primera fila, junto con varios miles de fieles bajo un sol cegador y casi perforante en este altiplano del Cáucaso.

Durante la ceremonia, el Papa Francisco -que llevaba una estola bordada con el escudo de su predecesor Benedicto XVI- tomó la palabra para formular el deseo de que «la Iglesia Armenia camine en paz y la comunión entre nosotros sea plena».

El objetivo es llegar, como dijo con palabras ya utilizadas antes los ortodoxos en Estambul, a una unidad que no debe ser «ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno».

Además de un mandato de Jesucristo, trabajar por la unidad es, según afirmó Francisco, una respuesta a «la llamada de los santos» y al deseo «de las jóvenes generaciones, que anhelan un futuro libre de las divisiones del pasado».

La sintonía entre los jefes de las dos Iglesias, que intercambiaron varias veces el abrazo de la paz durante la ceremonia, era muy visible. El Papa asentía a algunas frases del discurso de Karekin II, cuya traducción iba leyendo, y se llevaba la mano al corazón para reforzar el gesto.

La Iglesia Apostólica de Armenia, el primer país que adoptó el cristianismo como religión nacional el año 301, es anterior a las Iglesias ortodoxas, de las que no forma parte, y mantiene buenas relaciones tanto con la Iglesia católica como con las comunidades evangélicas. Sus fieles son los casi tres millones de armenios que viven en la patria y los siete millones de la diáspora por todo el mundo, especialmente en Rusia, California y Francia.

El programa del Papa en sus últimas horas en Armenia incluía, después del almuerzo ecuménico, una visita al histórico monasterio de Khor Virap para rezar por la paz y liberar dos palomas blancas ante la frontera de Turquía. Irónicamente, el gobierno de Erdogan le había tachado el sábado de “mentalidad de cruzado” por haber recordado en este viaje el genocidio armenio de 1915, con un millón y medio de civiles asesinados por el ejército del Imperio Otomano.

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