EFE

Guerra por la cuota de atún rojo

La recuperación de la especie amenaza la supremacía de la UE en la clave de reparto

El sector español pide cerrar las fronteras al atún de Turquía después de que anunciara que duplica unilateralmente su cuota de pesca

Madrid Actualizado: Guardar
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Mucho estaba durando la paz en torno a una especie con un interés pesquero comercial tan importante como el atún rojo. Desde que hace unos años se intentara meter a la especie en el apéndice 1 de la lista del convenio Cites para prohibir su comercialización aduciendo que la especie se encontraba al borde de la extinción, el plan de recuperación que el ICCAT puso en marcha en 2007 había devuelto la calma a las revueltas aguas en las que siempre se ha movido esta especie de túnido. Las medidas de conservación han tenido tal éxito en la recuperación del stock del atún rojo que conservacionistas, gestores de pesca e industria coinciden en el diagnóstico que lo aleja del peligro, lo que ha propiciado un aumento gradual en las cuotas de captura en los últimos años.

Pero la avaricia rompe el saco. La última evaluación del comité científico del ICCAT apuntó a esa clara recuperación de la especie, de ahí que este organismo gestor de pesca decidiera aumentar un 20% anual la cuota de captura para los años 2015, 2016 y 2017, cuando se llevará a cabo otra evaluación del stock. Distintos estudios concluyen que hay mucha abundancia de atún rojo, y los propios pescadores del Mediterráneo acusan a esta especie de ser la causante del declive en las poblaciones de boquerón y sardina, reconoce a ABC Juan Garat, secretario general de Confederación Española de Pesca (Cepesca). «Algunos ya se refieren a los atunes rojos como los diablos del mar», confiesa, pues los atunes también les rompen sus artes. «Antes este problema lo tenían con el delfín mular, ahora los atunes, que pesan 1.000 kilos», son el principal enemigo de las artes de la flota de bajura.

Otro dato que vendría a constatar la recuperación del stock es que los barcos cerqueros del grupo Balfegó -empresa catalana dedicada a la pesca, acuicultura y comercialización del atún rojo- agotaron su cuota durante la campaña de pesca de este año en solo 5 días; el año anterior apenas necesitaron 24 horas, y en 2013 solo fueron necesarios 3 días. España tiene actualmente una cuota de 2.900 toneladas sobre las 13.500 toneladas totales de este año.

Recuperación del «stock»

Esta abundancia ha creado en los últimos años el clima propicio entre los países que forman parte de ICCAT para reclamar que aumenten considerablemente las cuotas anuales de captura. El aumento acordado en 2014 de ese 20% anual para 2015, 2016 y 2017 no parece suficiente para algunos países, entre ellos España, que reclama que la cuota se revise en 2016, «cada dos años, como se hacía siempre», explica Juan Serrano, director general del grupo Balfegó.

La próxima reunión del ICCAT, que se celebra en Malta del 9 al 16 de noviembre, debía centrarse en estas cuestiones, «en convencer a los científicos de que salgan de sus despachos y vean la abundancia de atún que hay en el mar» -afirma Serrano- y así adelantar la revisión de la cuota. Pero Turquía se ha adelantado y ha buscado una «puerta falsa» por la que saltarse su cuota asignada. Este país ha presentado una objeción a la norma del ICCAT, y ha anunciado que se asigna unilateralmente una cuota adicional de 600 toneladas en 2015, lo que viene a duplicar la cuota que ya tenía.

«Hasta final de año no se puede comprobar porque es cuando se presentan las cifras de capturas, pero todo apunta a que han capturado más, porque hace escasas fechas hemos sabido que se está ofreciendo atún turco a compradores en Francia, cuando en este momento no hay ningún observador de ICCAT en ninguna de las granjas de engorde del país, requisito indispensable para sacrificar a los atunes que están en las granjas, o sea, que estaríamos hablando de atún no declarado», explica Juanjo Navarro, adjunto a la dirección del grupo Balfegó. También hay sospechas de que ese atún no declarado podría estar llegando a los mercados de Rusia.

Se teme un efecto contagio

Desde el sector se teme que pueda haber un efecto contagio. ¿Qué pasaría si Libia, Marruecos, Túnez o Argelia, que desde hace tiempo vienen reclamando más cuota, hacen lo mismo? ¿O si algunos países, sin capturas históricas, como Senegal, Mauritania o Israel, quieren formar parte del reparto del pastel? Ante la próxima reunión del ICCAT en Malta, el sector pide al Gobierno español y a la UE que defienda en esa cita un eficaz control sobre la pesca de atún rojo para todos los países. Una reclamación sobre la que la Dirección General de Pesca de la Comisión Europa «ha tomado nota», dice Juan Garat. «A la UE, con el 60% de la cuota, no le interesa que se abra la clave de reparto -explica Raúl García, responsable de Pesca de WWF-, reconocen que están preocupados con la situación pero les conviene no levantar mucho la liebre y que las aguas vuelven a su cauce sin escándalos».

Balfegó entiende que si un país decide incumplir las medidas de gestión y control unilateralmente, aun siendo legítimo pues está previsto dentro del convenio del ICCAT, no debe gozar de la complicidad del resto de países del convenio, por lo que exige que cierren sus fronteras al atún rojo procedente de Turquía, y especialmente deben hacerlo los principales importadores, que son Japón, Estados Unidos y la Comunidad Europea.

Para Juan Serrano, «no podemos permitir que la recuperación de esta especie habilite a que determinados países consideren que pueden decidir unilateralmente sus capturas y pretender seguir comerciando con el resto de países de ICCAT. El hecho de que Japón, Europa o Estados Unidos compren parte del atún de Turquía, aunque sea de la parte declarada, les convertiría en cómplices de una explotación no sostenible de los recursos y comprometería el futuro de ICCAT, a la par que podría animar a otros países a seguir el mismo camino».

Hace cuatro años hubo un precedente similar, cuando Argelia también objetó a la norma. La presión en aquel momento por la situación del atún rojo era mucho mayor que ahora, y como Japón no le compró el atún, Argelia volvió al redil.

Ahora la situación es distinta, y hay datos ya que apuntan a que la biomasa del atún rojo podría estar en su nivel más alto de los últimos 50 o 60 años, algo que debería confirmar la próxima evaluación del comité científico que se espera en 2017. «Todos los indicadores son positivos -confirman desde WWF- por lo que también reclamamos que esa evaluación no se retrase más», al tiempo que reclaman que las buenas noticias «no lleven a que se relaje la lucha contra la pesca ilegal».

Por su parte, desde Balfegó esperan que «la buena noticia de la recuperación del atún no lleve a que determinados países desarrollen su actividad al margen de ICCAT, lo que podría resquebrajar el estándar de control y poner en peligro la sostenibilidad de esta pesquería, que tanto esfuerzo y control ha costado a los pescadores en los últimos años». Todo para evitar que el atún rojo pueda morir de éxito.

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