Los perros-guía cumplen una función esencial para la sociedad
Los perros-guía cumplen una función esencial para la sociedad - ABC
Mascotas

Así se adiestra a un perro-guía

Los perros-guía de la Fundación ONCE realizan una gran labor, pero para ello antes deben aprender los pasos básicos

Madrid Actualizado: Guardar
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Hace unas semanas tuvo lugar una jornada inolvidable en la Fundación ONCE del Perro-Guía. Allí se pudo ver cómo se prepara a los cachorros para convertirse en los ojos de los que no son sus amos; sino sus compañeros. En Boadilla del Monte, a pocos kilómetros de Madrid, se encuentran las instalaciones, de más de 100.000 metros cuadrados, de la Escuela de Adiestramiento de la Fundación ONCE del Perro-Guía. Este centro, inaugurado en 1999 por Su Majestad la Reina Doña Sofía, ha entregado más de 1.000 perros de forma gratuita a personas con discapacidad visual.

Las razas de mejor carácter y más aptas para el aprendizaje son labrador, golden retriever y pastor alemán. Según los responsables de la fundación, se trata de «animales disciplinados, inteligentes, cariñosos y dóciles, perfectos y los más indicados para acompañar a personas con discapacidad visual».

Lo que muy pocos saben es que la educación o adiestramiento en estas labores de un perro-guía comienzan casi desde el día de su nacimiento. Cuando el can ha cumplido los dos meses, es apartado de su madre y pasa a formar parte de una familia que lo acoge hasta que el perro cumple aproximadamente un año. El núcleo familiar que lo acepta en acogida ha de considerarlo como uno más en casa.

Este periodo de tiempo en el que el cachorro está en adopción es vital. Conviviendo con las personas que integran la familia, niños y mayores, el animal aprenderá a comportarse y de este modo adquirirá una educación básica. Paralelamente, con el proceso de socialización se le enseña a acatar, de buen grado, órdenes sencillas y, sobre todo, el reconocimiento de la autoridad. Cuando un futuro perro-guía llega a una casa de acogida para aprender esta delicada tarea, lo hace bajo el control y la orientación de los especialistas del centro de adiestramiento que además de vigilar y se preocuparán de la salud y condiciones higiénicas del futuro perro-guía.

Pasos a seguir

Si usted quiere educar un cachorro, debe ponerse en contacto con la Fundación Once del Perro-Guía, y más concretamente con el departamento de cachorros, llamando al teléfono 91 632 46 31 o bien a través del correo electrónico cachorros@once.es o en la siguiente página web: www.once.es/perrosguia. La Fundación ONCE del Perro-Guía ofrece la posibilidad de educar un cachorro hasta que cumpla un año de edad, cubriendo todos los gastos de alimentación y veterinarios. Para ello, los interesados deben cumplir requisitos como vivir en la Comunidad de Madrid o localidades limitrofes; o disponer de vehículo propio o medio de transporte para desplazarse a la consulta veterinaria de la Fundación, que está ubicada en Boadilla del Monte. También, los potenciales usuarios deben tener disponibilidad de tiempo para cuidar y educar al cachorro, ya que no puede quedar solo más de dos horas al día.

Además, para facilitar su aprendizaje, los animales, con su peto indicativo, tienen permitido el acceso a cualquier lugar público. Ya saben que solamente va a estar en su familia un año y es muy triste cuando llega el momento de entregarlo; pero hay que sentirse muy orgullosos por la maravillosa misión que van a realizar. Cuando culmina esta primera fase, el perro regresa a la Escuela de Adiestramiento. Allí, durante cuatro meses, los entrenadores trabajan con el can los aspectos básicos de lo que será su función como guía: señalar bordillos y obstáculos, buscar un camino seguro entre las innumerables barreras de las ciudades, comportamiento en ámbitos públicos, reforzar la obediencia.

Una función delicada

Consolidar los aspectos anteriores y determinar qué perro es el más adecuado para cada persona es un asunto muy especial, que recae en los instructores. Ellos conocen a la perfección el carácter del perro adiestrado y al mismo tiempo disponen de información sobre los que los solicitan. En el momento de la asignación de los perros, se tienen que evaluar y tener en cuenta determinados factores como son el grado de autonomía del futuro usuario con discapacidad visual o las cualidades de su carácter. A modo de ejemplo, un perro dinámico deberá estar en manos de un amo activo. Es evidente que un usuario ágil e inquieto no encajará nunca con un perro demasiado tranquilo. A la hora de la evaluación, también se valorará la forma física ya que un perro de gran envergadura no será el compañero más indicado para un usuario poco corpulento.

El perro-guía despierta simpatía y mucha ternura cuando se le ve caminar junto a su compañero. Es habitual que se le traten de dedicar carantoñas y caricias en las que el animal está guiando a una persona ciega y, por tanto, trabajando. Hay que tener muy presente que su cometido es muy especial y que no se le debe distraer. Algunos de los consejos para actuar de manera correcta ante la presencia de un perro-guía son:

•Nunca se debe distraer a un perro-guía cuando está trabajando

•Nunca se le debe ofrecer comida

•Nadie debe sentir temor ante un perro-guía: son animales dóciles y muy bien educados.

•No deje suelto a su perro cuando se acerque a una persona con discapacidad visual con su perro-guía. Los perros se saludan, con mayor o menor efusividad y pueden provocar algún accidente.

•Nunca toque el arnés de un perro-guía. Solo debe hacerlo su usuario.

•Para aquellos que ven con malos ojos la presencia de estos «pequeños héroes a cuatro patas» en establecimientos o medios de transporte, la salud de un perro-guía es excelente y su control veterinario es exhaustivo.

Todas las personas con discapacidad visual acompañadas de perros-guía tienen garantizado, mediante disposiciones legales, el acceso a los lugares, alojamientos, locales y medios de transporte público.

Por último, la Fundación Once del Perro-Guía brinda la posibilidad de que aquellos particulares e instituciones pueden acceder y acoger a aquellos perros que tras su paso por la «escuela» no hayan conseguido adquirir la condición de perro-guía, o a los que ya tras años de servicio han alcanzado su merecido descanso y de esta manera darles otra oportunidad, así tener una jubilación dorada.

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