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De izquierda a derecha, los oncólogos Javier Melero, Alfonso Berrocal y Eduardo Díaz Rubio - ISABEL PERMUY
ENCUENTROS ABC

Inmunoterapia contra el cáncer, lo mejor está por llegar

ABC debate con tres reconocidos oncólogos el presente y el futuro de la última estrategia oncológica, la que utiliza el sistema inmune del paciente para luchar contra los tumores

MADRID Actualizado: Guardar
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En la lucha contra el cáncer, la inmunoterapia ha supuesto un gran paso que se ha calificado de auténtica revolución, como resaltaron los doctores Alfonso Berrocal, Eduardo Díaz Rubio e Ignacio Melero, tres prestigiosos especialistas, en el encuentro mantenido en ABC, con la colaboración de MSD. Frente a la opción de atacar directamente las células tumorales ofrecida por los tratamientos tradicionales, el nuevo enfoque se sirve del propio sistema inmune del paciente para combatir al enemigo desde dentro.

Se trata de estimular y entrenar a las «fuerzas de seguridad» del organismo para que logren identificar a las células malignas con mayor eficacia y puedan reducir el tumor. Entre las ventajas de la inmunoterapia del cáncer está su especificidad, que reduce considerablemente el daño a los tejidos sanos, una diferencia fundamental con la quimioterapia.

Además, una vez «entrenado», el sistema inmunológico, que tiene memoria, será capaz de seguir actuando contra el tumor, con lo que la supervivencia se alarga.

Alfonso Berrocal: «Es más eficaz y específico que la quimioterapia»

Como «inconveniente», su acción no es inmediata, porque ese «entrenamiento» lleva un tiempo antes de que el sistema inmune esté preparado para la lucha. El primer tumor en beneficiarse fue el melanoma, que cuando hace metástasis es muy agresivo y tiene mal pronóstico. Sin embargo, más del 50 por ciento de los pacientes con melanoma metastásico tratados con este nuevo enfoque siguen vivos y sin empeoramiento dos años después del inicio del tratamiento. Un avance espectacular si se considera que con hasta ahora no superaban los pocos meses de vida, apunta Alfonso Berrocal, jefe de sección Oncología del Hospital General de Valencia y vicepresidente del Grupo Español de Melanoma.

El cáncer de pulmón, el que produce mayor mortalidad, ha sido otro de los beneficiados con el tratamiento de inmunoterapia. Con ella se logra un beneficio superior al obtenido con la quimioterapia en distintas variantes de cáncer y en pacientes en los que otras opciones de tratamiento habían fracasado. También se ve como esperanza en el futuro para tumores de cabeza y cuello. Sin embargo, el cáncer de colon y mama no están respondiendo tan satisfactoriamente. «No sabemos aún por qué. Lo que sí hemos visto es que cuantas más mutaciones tenga un tumor, más se diferencian sus células de las normales y es más fácil para el sistema inmunológico reconocerlas como extrañas y eliminarlas. En estos casos la inmunoterapia es más eficaz», explica Berrocal.

Interrogantes

Averiguar por qué funciona en unos casos y no en otros «es previsible que sea uno de los campos más calientes de investigación en los próximos años y que se traduzca en grandes avances para los pacientes», apunta Ignacio Melero, del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) y codirector del Servicio de Inmunología e Inmunoterapia de la Clínica Universidad de Navarra. De momento solo se han beneficiado de esta nueva modalidad de tratamiento un pequeño número de pacientes, fundamentalmente participando en ensayos clínicos, apunta Berrocal. Aún así «los resultados son superiores a los que estábamos obteniendo con otros fármacos».

Eduardo Díaz Rubio, Jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico Universitario San Carlos, de Madrid, destaca «el interés de los pacientes por participar en los ensayos, poniéndose al servicio de la ciencia», como recuerdo de los primeros casos tratados con inmunoterapia. Un recuerdo que comparte Berrocal, ya que esta técnica ha permitido que enfermos con melanoma y escasa esperanza de supervivencia sin ella, sigan vivos a día de hoy.

Ignacio Melero: «La inmunoterapia tiene un beneficio objetivo en los cánceres más prevalentes»

En Ignacio Melero permanece imborrable el recuerdo «del primer caso en el que aplicamos inmunoterapia para tratar un cáncer de hígado. Era una paciente del País Vasco. Yo me encontraba entre la emoción de la aventura científica y la relación que estableces con el enfermo, en la que te preocupa hasta cuando carraspea».

Avance rápido

Muchos fármacos se encuentran aún en fase experimental, por lo que de momento solo acceden a ellos pacientes que han agotado las posibilidades estándar de tratamiento y no tienen otras alternativas terapéuticas. «No podemos exponer a pacientes que tienen alternativas de terapia conocida a fármacos nuevos, frente a los que no sabemos cómo van a responder», destaca Berrocal. Sin embargo, señala que dada la eficacia que están demostrando los inmunoterápicos, el proceso se acelera y se pasa de la fase I amplia, en la que se prueba su efecto y seguridad, a estudios en fase III, el paso previo a la comercialización.

El futuro

Apenas han salido al mercado y ya hay dos clases de fármacos inmunoterápicos. Los de primera generación son estimuladores del sistema inmune, quitan los frenos que limitan su actuación para que los linfocitos estén siempre activados. Los de segunda generación hace más eficaces a las defensas del organismo para reconocer células tumorales, actuando como aceleradores.

Dos fármacos, uno de cada clase, están aprobados por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), destaca Díaz Rubio, pero pendientes de que les den luz verde en el Ministerio. Son muy potentes frente al melanoma y han mostrado su eficacia en distintos subtipos de cáncer de pulmón.

Los de última generación consisten en una combinación de los dos anteriores. Suman también efectos adversos, pero van a suponer otro paso importante, señala Berrocal. Están en ensayo fase II, destaca Melero: «Ambos tipos de fármacos son sinérgicos y se potencian mutuamente». Se vislumbra ya la cuarta generación, con un mecanismo de acción que promueva la inflamación en los tumores, para que sean más fácilmente distinguibles por el sistema inmunológico.

Ya hay un fármaco así en fase de aprobación. «Se inyectan virus atenuados para que inflamen el tumor y le hagan más visible. Se utiliza en melanoma, cuando es accesible», apunta Melero. El uso de marcadores podrá aumentar aún más la eficacia, porque permitirá saber de antemano que pacientes responderán y cuáles no, indica Díaz Rubio, que opina que estos fármacos se utilizarán en unos años en estadíos más tempranos de los tumores, al principio de la enfermedad, sin esperar a que haya metástasis.

¿Será el fin de la quimioterapia? Probablemente no. En tumores embrionarios es insustituible y en cáncer de mama los resultados en combinación con la cirugía son espectaculares, destaca Díaz Rubio.

El precio de la innovación

Lo que está claro es que la innovación tiene un precio. Y mucho más elevado que en los tratamientos convencionales. A cambio, sus tasas de supervivencia son mayores y los efectos secundarios menores. Los ensayos clínicos permiten disponer de estos fármacos, porque los ceden los laboratorios. Pero ¿qué ocurrirá cuando haya que pagarlos? «Obligará a cambiar la gestión económica, sin limitar el gasto global por paciente», señala Berrocal.

Habrá que agilizar los tiempos de aprobación también. Desde que la EMA aprueba un fármaco hasta que llega a España pasan 15 o 20 meses. Mucho tiempo en tumores que ni siquiera alcanzan esa tasa de supervivencia sin los nuevos tratamientos. A eso se suma la demora que añade cada autonomía. «Tenemos 17 realidades diferentes», recuerda Díaz Rubio, y resalta el reciente estudio de la Sociedad Española de Oncología Médica que evidencia la heterogeneidad en el acceso al tratamiento no solo entre comunidades sino entre hospitales de una misma comunidad.

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