First Dates
Los problemas con el mapa de España de un comensal de First Dates
Fito tiene que darle un repaso al libro de geografía española
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First dates
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Difícilmente existirá en nuestro país una persona que conozca a más solteros que Carlos Sobera . Son ya más de 600 noches al frente de First Dates , haciendo de saludador a las miles de parejas que ya han pasado por el restaurante de Cuatro. Las hay, claro, de todos los tipos, y los individuos más impensables han pasado ya por un plató a cuyas cuatro paredes no les falta nada por ver. Esta semana el dating show anda de celebración después de aguantar dos años en las pantallas.
Empezó la noche una pareja de latinos, cubano él y puertorriqueña ella, ambos muy orgullosos de su sangre caliente . Harold acaba de cumplir 18 años, estudia cine en Madrid y hace ya más de una década que dejó atrás su isla natal, «allí en Cuba la relación con la gente es diferente, hay otra manera de vivir ». Jiniris tiene 20 años y estudia psicología en Madrid. Presume de llevar el ritmo latino en las venas y de ser una gran bailarina. Especialmente fue esto último lo que empezó a unirles, porque Harold también aseguró ser un amante del baile. Y de hecho bailando pusieron el broche final a una cita que terminó con un sí por las dos partes.
Luego le tocó al turno a una pareja rozando los sesenta, que se pasó buena parte de la cena rememorando costumbres pasadas y lamentándose por la fealdad y el aburrimiento de la vida moderna. Los dos madrileños, Juan Carlos y Mari Carmen, recordaron los cines de Gran Vía y los viejos usos de corteja, «más románticos aunque ahora se diga que son anticuados» , dijo Mari Carmen. Como conversación de centro de mayores fue excelente y muy animada, pero en cuanto cita la cosa no dio demasiado de sí. A pesar de ello Juan Carlos quiso darle una segunda oportunidad a Mari Carmen, que utilizó el recurrente comodín de «sí, pero como amigo».
Harold no fue el único cubano de la noche en pisar First Dates, pues poco después apareció en el restaurante Dariel, un médico cubano que lleva dos años ganándose el pan nuestro país. Junto a él cenó Fito, también médico y barcelonés, una person a muy pasional que aseguró guiarse siempre por lo que le dictaba el corazón . El hecho de tener una profesión y una vocación en común ya les unió mucho desde el comienzo, y la conversación fue agradable entre ellos.
Sin embargo, casi al final de la cena Fito tuvo un pequeño desliz que dejó alucinado a Dariel. El cubano ejerce como médico en Alicante, una ciudad española que el barcelonés no sabía ubicar en el mapa . «Es que se me escapa...¿por dónde queda?». La explicación de Dariel fue muy clara y pedagógica: «Pues mira, está Barcelona, debajoValencia y luego viene Alicante». «¡Claro!», cayó Fito, «y luego está Granada, no?» . Pese a esta metedura de pata geográfica, la cita siguió adelante y los dos quisieron volver a verse de nuevo.
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