Crítica

Mesteño: la vuelta de Jesús Almagro

Acaba de iniciar una nueva etapa, más modesta, en este bar y restaurante situado a un paso de la Puerta de Alcalá

Carlos Maribona

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Jesús Almagro es un veterano cocinero al que conocimos trabajando como segundo de Pedro Larumbe , con quien estuvo nada menos que quince años. En 2007 fue el representante español en la final del campeonato de cocina «Bocuse d’Or», donde hizo un muy digno papel. Y en 2013 se lanzó a la fama participando en uno de esos lamentables concursos televisivos, Top Chef, en los que se superpone el espectáculo a la cocina. Tras su paso por la televisión dejó a Larumbe y pasó una breve etapa como jefe de cocina en Piñera. Reapareció a mediados de 2016 en un hotel del barrio de las Letras, esta vez al frente de su propio restaurante, Canseco y Mesteño . Pero tampoco duró mucho. Apenas dos años después acaba de iniciar una nueva etapa, más modesta, en este Mesteño , bar y restaurante situado a un paso de la Puerta de Alcalá, enfrente del Retiro. Un local desenfadado, con una barra en la entrada que adquiere gran protagonismo desde la hora del desayuno, y el comedor, pequeño, al fondo.

Almagro es un cocinero experimentado, con buena técnica y una línea de trabajo muy personal. En Mesteño se muestra menos ambicioso que en etapas anteriores, para adaptarse a un modelo más informal a caballo entre bar y restaurante. Para ello ha elaborado una carta breve y muy ecléctica, con un poco de todo, incluidas concesiones a las modas como el ceviche o el pulpo a la brasa. Carta que comparten barra y comedor y que se complementa a mediodía entre semana con un menú del día por 16,50 € . Antes de empezar, una mantequilla de polen. El cocinero lleva un par de años trabajando con estos pólenes, que incorpora también a uno de los panes que se ofrecen y a un bizcocho esponjoso con coco y crema de maracuyá que no tenían el día de nuestra visita.

En la carta hay un apartado de lo que podríamos considerar clásicos, entre ellos jamón de bellota cortado a cuchillo (25 €) y un buen surtido de quesos (16). Probamos a ensaladilla rusa (12), muy buena, bien cremosa, con muchas aceitunas. La coronan unas quisquillas enteras, complicadas de comer sin mancharse . Al lado unas «regañás» . También de este apartado, ricas las besamelas (croquetas). Almagro las hace de gambas al ajillo y de perdiz escabechada (12). Crujientes por fuera, cremosas y con mucho sabor. En la parte más «creativa», unos canelones de aguacate con gambón aliñado , y unos mejillones en suave escabeche de cítricos con salicornia (8,50).

En los pescados, bacalao confitado con ratatouille y aceituna negra (16,50) o tacos de merluza en adobo y rebozados con mayonesa de wasabi (17). De las carnes, demasiado secas y con escaso sabor unas pequeñas albóndigas de ternera con langostinos, avellanas y salsa de oporto (16), que además llevan unos ñoquis pastosos muy mejorables. Otras opciones, jarrete de cerdo lacado (15), o tartar de solomillo con sorbete de mostaza (21).

De los postres (todos a 7), están buenos los buñuelos de queso de cabra, potentes, aunque el sorbete casero de frambuesa que los acompaña no parece la mejor compañía. Carta de vinos excesivamente breve. Faltan aún ajustes en este Mesteño que puede llegar a ser una buena alternativa en esa zona de Madrid.

Lo mejor: La ensaladilla rusa y las croquetas.

Precio medio: 40 €.

Calificación: 6.

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