El Apunte

La eterna espera de valcárcel

Aunque parezca mentira, tras más de diez años de parálisis, aún quedan trámites que superar

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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l caso del histórico hospicio de La Viña, construido en el siglo XVI y protegido en vano por la Junta de Andalucía pasará con méritos sobrados a la negra historia de los proyectos atascados y eternizados de esta ciudad. El edificio de Valcárcel, tras décadas como centro educativo y tras varios lustros de abandono, aún es propiedad de Zaragoza Urbana. Unas horas después del célebre 15M, pasó a la más rabiosa actualidad, con las famosas ocupaciones, pero después ha vuelto a caer en el olvido. La lentitud burocrática hizo que la empresa propietaria no pudiera o quisiera afrontar el desembolso económico que supondría reactivar el proyecto hotelero tras más de diez años de espera. La Universidad de Cádiz ha estado al quite ya conseguido que el edificio pueda pasar a sus manos para convertirlo así en la Facultad de Ciencias de la Educación, la que actualmente se encuentra en el campus de Puerto Real.

El proyecto hotelero se le atravesó sin remedio a la Diputación y al Ayuntamiento de Cádiz, ahora debe ser la primera institución educativa la que deba desbloquear la situación. Para eso, es imprescindible que, de una vez, los obstáculos administrativos desaparezcan. Por más irritante que resulte, tras doce años de espera, aún toca esperar semanas, meses para que se produzcan los ajustes necesarios para desbloquear el futuro de Valcárcel. Nadie sabe si serán, de nuevo, decenas de meses porque si el tiempo ha demostrado algo en este lugar es que el optimismo está contraindicado.

Bien harían Ayuntamiento y Diputación en lograr algo de agilidad, por una vez, para permitir un empuje importante a la hora de recuperar para La Viña parte del patrimonio histórico y el ambiente universitario que se fue desperdigando por los tres campus que la Universidad de Cádiz tiene en la provincia. El barrio, el inmueble, la historia común de ambos, lo merece, precisa de vida y actividad. Las cuitas sobre aparcamientos y espacios hoteleros, los reproches y las minucias deberían quedar apartados por una vez.

Nunca llega el momento de hacerse a la idea de que Valcárcel recobre alguna función, un papel para los vecinos, que convirtiéndose en facultad, pero sería una gran noticia para un barrio necesitado de ellas.

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