Luis Ventoso

Gente admirable

¿Cómo se consigue comprar un piso a los 21 años?

Luis Ventoso
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Ayer reparé de manera súbita en mi flagrante mediocridad. A los 23 años, recién salido de la universidad, empecé a trabajar de periodista en Vigo. Mi periódico de entonces me pagaba raro, con un cheque magro que no daba para mucho (por cierto, no estábamos en los días de la luciferina reforma laboral marianesca, sino en la luminosa socialdemocracia del aclamado González). Vivía de alquiler en un piso compartido y mi única propiedad era un Talbot Samba hecho papilla, en parte por los daños colaterales —y frontales— de algún rally noctámbulo de prudencia mejorable.

Con todo, hasta ahora me consideraba satisfecho de mis inicios en el mundo laboral. Tuve la inmensa suerte de trabajar de inmediato y nunca conocí el paro.

Pero mi percepción mudó por completo ayer: fui un veinteañero fracasado, un mediocre. A los 24 años, edad en la que yo compartía piso con otros tres gachós, Tania Sánchez ya era dueña de una vivienda de cien metros cuadrados en Rivas, un chollo de protección oficial por el que había pagado 99.200 euros. Le tocó por casualidad en la tómbola de un Ayuntamiento de Izquierda Unida, donde su padre era concejal y ella asesora. La dirigente comunista volvió a demostrar su valía siete años después, cuando lo vendió ingresando una grata plusvalía.

Por pura coincidencia, su hermano Héctor, otro emprendedor, también resultó agraciado con un piso social en Rivas (107 metros, en urbanización con piscina y jardín). Además, en un enésimo golpe de fortuna, el ayuntamiento de IU donde papá era concejal comenzó a adjudicar contratos a porrillo a la cooperativa que había montado Héctor, llamada indicativamente Aúpa.

Tania se convirtió en un personaje público por su romance truncado con Pablo Manuel Iglesias, líder del partido en que ella milita ahora. Por desgracia, aquella pasión al rojo vivo acabó como una canción de Pimpinela, con nuestro Pablo Manuel en pose castigadora, como si se estuviese batiendo contra la casta, en lugar de dirimiendo una cuita amatoria. Pero estos días, Tania consuma su vendetta. Aliada con Rita, la del eclesial estriptís, le están disputando la jefatura podemita en Madrid al valido de Iglesias Turrión, Ramón Espinar, de 30 años, otro emprendedor de éxito y flamígero moralista televisivo. Espinar ha batido el récord de Tania: obtuvo su pisito de protección oficial con solo 21 años. Siendo estudiante de Políticas, se compró su vivienda social por 132.000 euros. En menos de un año, y sin llegar a mudarse allí, la vendió. Se embolsó 19.000 euretes de plusvalía mercadeando con una obra pensada para ayudar a las familias necesitadas. Un fenómeno. Si llega a darle por la informática, hoy Zuckerberg estaba en el paro.

Espinar, que ostenta un cargo en el Senado y defiende a "la gente" como pertinaz tertuliano de la Cuatro, forma parte de una saga de emprendedores. Su padre, Espinar sénior, histórico del socialismo madrileño y hoy dedicado a la abogacía, fue un activo dinamizador financiero. Su herramienta se llamaba la "tarjeta black", con la que se pulió 178.400 euros. La Fiscalía Anticorrupción reconoce sus méritos con una petición de cuatro años de cárcel. Gente admirable. Aire limpio tras el fango de la casta.

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