El creciente aislamiento de May

El último Consejo Europeo ha vuelto a poner de manifiesto la soledad del Reino Unido en su errónea decisión de abandonar la UE. Es más, da la impresión de que varios países europeos han pasado de la consternación de hace ahora exactamente un año, cuando tuvo lugar el infausto referéndum, a la satisfacción de ver que hay muchas cuestiones que son posibles ahora y que no hubieran podido serlo si Londres hubiera mantenido su derecho de veto como miembro de pleno derecho. La primera de estas iniciativas ha sido la de avanzar decididamente hacia una cooperación permanente en materia de defensa, talón de Aquiles del proyecto comunitario desde su creación. La decisión que han tomado los Veintisiete de avanzar en esa direección, para facilitar la colaboración en el campo de la industria militar y la operatividad de los distintos ejércitos, es una muy buena noticia,

Desde que comenzaron, las negociaciones para definir las condiciones de la salida del Reino Unido de la Unión Europea no han cesado de poner de manifiesto que los británicos tomaron una decisión sin conocer las consecuencias que conlleva, y que se pronunciaron por abandonar una relación de más de cuarenta años sin saber cuál sería la alternativa. La primera propuesta de Theresa May para los ciudadanos europeos que decidan quedarse en territorio británico, avanzada en esta cumbre, ha sido oficiosamente rechazada por insuficiente, y con toda lógica, porque pretende eludir la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia, que es la garantía de que se respetará su derecho a ser tratados sin discriminación. La Unión Europea, en justicia, les garantiza que aplicará el criterio de reciprocidad con los británicos residentes en el continente.