Isabel San Sebastián

Carmena y Colau salvan la poltrona

Las marcas de Podemos representan el papel del perfecto cobarde en la tragedia catalana

Isabel San Sebastián

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Afirma Manuela Carmena , flamante alcaldesa de Madrid, que el referéndum secesionista convocado por el ejecutivo autonómico catalán no es ilegal, ya que ningún tribunal ha sentenciado expresamente que lo sea. ¿ Ignorancia o desfachatez ? Considerando la profesión desempeñada por la regidora hasta su jubilación, me inclino por la segunda opción, toda vez que doña Manuela ejerció de jueza y no puede desconocer la Ley Orgánica 2/1980, de 18 de enero , que establece en su artículo 2: «1. La autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum en cualquiera de sus modalidades es competencia exclusiva del Estado . 2. La autorización será acordada por el Gobierno, a propuesta de su presidente, salvo en el caso en que esté reservada por la Constitución al Congreso de los Diputados. 3. Corresponde al Rey convocar a referéndum, mediante Real Decreto acordado en Consejo de Ministros y refrendado por su presidente». Para cualquiera que sepa leer, la ilegalidad de la consulta soberanista objeto de disputa resulta patente a la luz del ordenamiento jurídico, con carácter previo a un eventual pronunciamiento judicial, por más que ciertos togados confundan el poder que les otorga la Carta Magna con el correspondiente al Legislativo. La señora Carmena sabe, por tanto, o debería saber, que la pretensión de Puigdemont y sus adláteres entra de lleno en el terreno de lo delictivo y que ceder locales municipales para la celebración de un acto destinado a promover ese delito coloca al Ayuntamiento en un terreno cercano al de la complicidad. De ahí que un juez de instrucción madrileño haya prohibido la cesión y obligado a los organizadores de la fiesta pro-golpista a buscar ubicación en otra parte y pagársela de su bolsillo. Nuestra alcaldesa acata, pero discrepa, como hace su correligionaria Colau.

Y es que ante este desafío del separatismo a la nación, la democracia, la convivencia, la ley y la lógica, hay quien opta por secundar el golpe y arrostrar las consecuencias que puedan derivarse de esa conducta (inhabilitación, multa e incluso quién sabe si cárcel, en caso de que esta vez el Estado, por mano de la Fiscalía y el Ministerio del Interior, se ponga firme y cumpla de con su obligación de hacerse respetar); hay quien se opone a la intentona y utiliza todos los medios políticos y jurídicos a su alcance para impedir la consumación del delito ( PP , Ciudadanos , gobierno de España y PSOE , este último con la boca chica, no sabemos hasta cuándo); y luego están los mediopensionistas que «ni chicha ni limoná». O sea, Podemos y sus marcas blancas. Ellos se dicen orgullosos de ser españoles (Pablo Iglesias dixit), pero respaldan con entusiasmo a quienes quieren romper España. Se llenan la boca de la palabra «democracia», pero desprecian las reglas del juego que dan sentido al vocablo. Se manifiestan junto a los golpistas, suscribiendo su pretensión de robarnos la soberanía, pero les falta valor para jugarse el puesto desobedeciendo al Tribunal Constitucional que prohíbe colocar las urnas. Ellos nadan y guardan la ropa. Representan en esta tragedia el papel del perfecto cobarde.

Manuela Carmena no cederá el local municipal prometido a los patrocinadores del referéndum ilegal y Ada Colau no facilitará las instalaciones del Consistorio barcelonés para la celebración del mismo, aunque una y otra dicen apoyar el presunto derecho de los independentistas a decidir unilateralmente el destino de Cataluña y de España. Los votos y la poltrona pesan más que las convicciones. El coche oficial prevalece sobre la ideología. La coherencia sale muy cara cuando hay algo que arriesgar y Madrid o Barcelona bien valen una incongruencia.

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