Un San Pancracio gigante junto a un punto de venta de Lotería de Navidad en Logroño
Un San Pancracio gigante junto a un punto de venta de Lotería de Navidad en Logroño - D.M.A./LARIOJA.COM
Lotería de Navidad

«San Pancracio no tiene nada que ver con la lotería»

Carlos Ros, sacerdote y autor de la obra «San Pancracio, salud y trabajo», explica el origen de esta devoción popular y del sempiterno perejil

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Entre los nombres que las administraciones de lotería escogen para llamar a la esquiva suerte hay brujas y pepitas de oro, tréboles, ranas de tres patas, pulpos o incluso algún pez afortunado, pero también un popular santo al que en los últimos años se le relaciona con la Lotería de Navidad: San Pancracio. En otros muchos puntos de venta de décimos y tiendas de toda índole se puede ver la imagen del joven santo vestido de romano, con la palma de mártir y un libro en una mano y la otra alzada con el dedo índice en alto. Sí, ese dedo que hace años solía sostener una moneda de 25 pesetas.

A Carlos Ros Carballar, sacerdote y autor de la obra « San Pancracio, salud y trabajo» de la colección de santos del Centre de Pastoral Litúrgica, le sorprende esta asociación con los juegos de azar.

«San Pancracio no tiene nada que ver con la lotería», dice.

«En Sevilla no se relaciona con el azar y eso que hay mucha devoción a San Pancracio. En el convento de las monjas clarisas de Santa María de Jesús, en la calle Águilas, tienen una talla del santo muy popular y todos los lunes van señoras a pedir trabajo para sus hijos o salud», explica este escritor de Sevilla y de los santos. Trabajo y salud, esas son las cualidades que tradicionalmente han acompañado a este santo, que murió mártir en Roma en tiempos de Diocleciano siendo aún un niño.

Su existencia «nunca se ha puesto en duda» aunque «apenas se saben cuatro datos sobre él», como que murió decapitado con apenas 14 años por no renunciar a su fe cristiana. Se sabe que en el siglo V se celebraba su fiesta en el Martirologio Jeronimiano el 12 de mayo, donde aparece citado por primera vez, se relata en «San Pancracio, salud y trabajo». Ros Carballar cita en el libro las menciones más antiguas que se tienen sobre este santo, cuya vida fue recogida posteriormente en la « Passio Pancratii» hacia los siglos VI-VII, por lo que resulta «difícil deslindar lo histórico de lo legendario».

San Pancracio, convento Santa María de Jesús de Sevilla
San Pancracio, convento Santa María de Jesús de Sevilla - ROCÍO RUZ

«Un cementerio y una basílica con su nombre testimonian en la Vía Aurelia Antica de Roma el lugar de su martirio y el origen de su culto», escribe Ros Carballar. La basílica de San Pancracio, en un principio un oratorio, fue levantada en el sitio de la tumba del santo por orden del Papa Símaco en el siglo VI. Bajo el altar mayor de esta iglesia se conservan sus reliquias y la cabeza del mártir, que fue devuelta desde San Juan de Letrán en 1966. «Probablemente serán estos los auténticos restos del santo, porque las reliquias de san Pancracio tuvieron durante la Edad Media una fama inusitada», señala Ros Carballar.

En el sepulcro del santo, la lápida reza: «En este lugar se devuelve la salud a cuantos a él llegan con enfermedades, y muchos beneficios de curaciones se otorgan a cuantos con fe sincera a él acuden y se acercan».

San Pancracio figuraba entre los llamados «santos sanadores» medievales, un puñado de santos (San Roque, San Sebastián...) cuya devoción ha ido pasando de generación en generación y cuyo número se ha ampliado con los años, según explica el escritor. «Es el pueblo quien los escoge», apunta Carlos Ros. En San Pancracio, puso su confianza aclamándole como abogado del trabajo y la salud.

El antropólogo Javier Peso Moreno estudió el «fenómeno» de la devoción popular a San Pancracio, constatando cómo «los devotos acuden, sin duda, a buscar una ayuda sobrenatural para resolver sus graves problemas terrenales» y las peticiones siempre giran en torno a los problemas de salud, pero también «de dinero, no necesariamente identificado con la falta de trabajo».

«Hay quienes piden que su negocio vaya bien, aprobar unas oposiciones o un examen, o que le traiga suerte en la lotería», describe en su estudio publicado en «La religiosidad popular: Antropología e historia I, volumen 1». Javier Peso detectó «cierto recelo» por parte de las monjas de Santa María de Jesús ante «las actitudes de algunos devotos, a las que tachaban de "supersticiosas", poniendo como ejemplo la ofrenda del perejil».

El perejil de la gitana

La costumbre de acompañar a las imágenes de San Pancracio con un vaso con perejil nació precisamente en ese convento sevillano, según explica Ros Carballar. «Hace unos años, había una gitana que pedía limosna y ofrecía perejil en las puertas del convento, como ahora hacen otras con romero en los alrededores de la catedral. La gente entraba con el perejil y se lo ofrecía a San Pancracio. De esa ocurrencia de la gitana viene la costumbre».

Del porqué se dice que la figura del santo debe ser regalada o robada, pero no comprada, nadie lo sabe. Tampoco por qué en Alemania es venerado como patrono de los caballeros.

Existe un gran número de iglesias por todo el mundo dedicadas a este santo que da nombre a un distrito y a una estación de metro en Londres y coprotagonizaba la novela « Fabiola» del cardenal Wiseman, arzobispo de Canterbury, pero sevillano de nacimiento.

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