Muere Fidel Castro

Las voces oprimidas de la disidencia cubana

La oposición no ha dejado de ser blanco de la represión. Antes eran largas penas de cárcel, hoy sufren continuas detenciones por periodos breves de tiempo. En la isla hay alrededor de un centenar de presos políticos

Madrid Actualizado: Guardar
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Mario Chanes de Armas es un símbolo de la crueldad que aplicaba Fidel Castro con quienes se atrevían a disentir. Líder juvenil obrero durante la dictadura de Fulgencio Batista, acompañó a Castro en el asalto al cuartel de Moncada y el desembarco del yate «Granma». Pero cuando se dio cuenta del cariz totalitario que tomaba la revolución castrista, se alejó de su viejo amigo y lo pagó con más de 30 años de cárcel (1960-1991) por delitos inventados. Se convirtió en el preso político más antiguo del mundo. Eran los tiempos de las largas y degradantes condenas de prisión que sufrieron los excomandantes revolucionarios Huber Matos y Eloy Gutiérrez Menoyo o el exembajador Armando Valladares.

Justo tres años después de la muerte de Chanes de Armas en su exilio de Florida, el 23 de febrero de 2010 fallecía en un hospital de La Habana el preso político Orlando Zapata Tamayo tras 85 días de huelga de hambre.

La muerte de este opositor albañil de profesión, al que el castrismo insiste en considerar un delincuente común, marcó un antes y un después para una disidencia reprimida durante más de medio siglo.

La comunidad internacional tomó conciencia como nunca antes de la violenta represión de la policía política. En estos años surgieron «miles de disidentes comprometidos por toda Cuba, que se refleja en los centenares de detenidos cada mes y miles cada año», explicó el portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez (Ccdhrn). Sin embargo, el régimen «no sacó conclusiones» del caso Zapata, según Sánchez, porque la historia volvería a repetirse el 19 de enero de 2012: Raúl Castro de nuevo dejó morir de hambre a otro preso político, Wilman Villar. El periodista independiente Guillermo Fariñas también optó en más de veinte ocasiones por protestar con huelgas de hambre, sin un final trágico.

Primavera Negra

Otro momento clave de la política represiva de la dictadura fue la llamada Primavera Negra de 2003. Setenta y cinco opositores –de médicos a periodistas– fueron condenados hasta a 28 años de prisión por «conspirar con Estados Unidos», entre otras entelequias. El escritor Raúl Rivero, el desaparecido economista Óscar Espinosa Chepe, el médico Óscar Elías Biscet o el líder opositor de Oriente José Daniel Ferrer, eran algunos de ellos. Un buen número defendía el Proyecto Varela de Oswaldo Payá.

Las tenaces mujeres familiares de estos prisioneros de conciencia fundaron entonces las Damas de Blanco. En el verano de 2010 fueron excarcelados los últimos presos de la Primavera Negra gracias a la mediación de la Iglesia católica y el Gobierno español. La mayoría no tuvo más remedio que aceptar el destierro a España para salir de la cárcel. Doce se negaron y permanecen en la isla bajo el eufemismo de la «licencia extrapenal», que significa que pueden volver la prisión.

Hace un cuarto de siglo, los disidentes activos eran apenas una decena: Ricardo Bofill, Adolfo Rivero, Elizardo Sánchez... «Hoy somos miles de opositores organizados en veintenas de pequeñas agrupaciones integradas en plataformas paraguas y distribuidas por todo el país», precisa un veterano opositor. Cada vez son más numerosos y tienen menos miedo. Pero están divididos (la policía política hace su labor) aunque aseguran estar unidos en lo esencial: el cambio pacífico hacia la democracia.

División

Una voz de la disidencia, que prefiere guardar el anonimato, admite que la oposición está «muy dividida» por «las desconfianzas y protagonismos, las intrigas de los servicios de inteligencia y el papel de grupos del exilio». Este portavoz rechaza la «insistencia» en cuestionar la unidad de la oposición «solo porque no se presenta en un bloque monolítico; todos coincidimos en reclamar la libertad de los presos políticos y derechos, la unidad vendrá por añadidura en su momento».

Los principales interlocutores de la oposición interna exigen primero la liberación de todos los presos políticos, el fin de la represión, el respeto a los derechos humanos, el desmantelamiento de la dictadura, elecciones libres... Las discrepancias surgen en la estrategia, si se debe o no dialogar con la dictadura. Una de las voces más contundentes es Martha Beatriz Roque, la única mujer presa en la Primavera Negra, que sostiene que no tiene «nada» que dialogar con «este Gobierno porque es el primero que no quiere hablar con nadie».

Redes sociales

Hoy quedan alrededor de un centenar de presos políticos en las cárceles castristas, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Algunos llevan más de dos décadas en prisión. En los últimos años, especialmente desde que Raúl Castro llegó a la primera línea, ha cambiado la estrategia represiva. Las largas condenas de prisión han dado paso a continuos arrestos de demócratas durante unas horas o días. La bloguera crítica Yoani Sánchez lo explicaba gráficamente en Twitter a principios de 2012: «Con Fidel te condenaban a 20 años por disentir, con Raúl te meten de cabeza en un auto con golpes e insultos». Yoani, Luis Felipe Rojas, Orlando Luis Pardo, Yusnaby Pérez y tantos otros forman parte de la nueva generación de disidentes a través de las redes sociales. Pese a los obstáculos de la dictadura para que no puedan acceder a internet (como a la mayoría de los cubanos), son su quebradero de cabeza.

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