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Imagen de la policía belga investigando en el lugar de uno de los atentados - EFE

Ankara deportó a Bruselas a uno de los yihadistas y aviso de su peligrosidad

Las autoridades identifican a tres asesinos y temen que un cuarto se haya fugado. Todos ellos estaban vinculados con los atentados de París

CORRESPONSAL EN BRUSELAS Actualizado: Guardar
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Un taxista ha proporcionado a la policía belga las principales claves de los atentados del pasado martes y ha llevado las investigaciones hacia los asesinos, que no pudieron matar a más personas porque el maletero del coche que los llevó al aeropuerto no era más grande y no les cupo una maleta-bomba más. Los investigadores buscan desesperadamente a al menos uno de los terroristas que creen que sobrevivió a los ataques, pero cada paso que dan se revela que los atentados han sido planeados y ejecutados por criminales perfectamente identificados y conocidos, a los que las fuerzas de seguridad no prestaron la menor atención. La investigación circula sobre una pista que viene claramente de los atentados de Paris el 13 de noviembre pasado y que tiene a Bélgica como un terreno de actuación favorable.

El reproche más directo ha venido de parte del presidente turco, el islamista Tayip Erdogan, que en un gesto manifiestamente destinado a atacar a Bélgica, reveló este miércoles que Ibrahim El Bakraoui, uno de los dos terroristas suicidas del atentado en el aeropuerto de Zaventem había sido detenido en Turquía en junio del año pasado cerca de la frontera con Siria y entregado a las autoridades belgas que «no hicieron nada para verificar sus conexiones con los medios yihadistas a pesar de nuestras advertencias». Este ataque vitriólico de Erdogan se explica en parte por su indisimulada contrariedad por la libertad de movimientos de la que gozan en Bruselas los activistas kurdos, pero las autoridades belgas no han podido desmentirlo completamente. El ministro de Justicia Koen Geens, se defendió diciendo que en aquel momento el terrorista no estaba fichado como tal sino que era «un delincuente común en libertad condicional» y que al parecer no les fue expulsado hacia Bélgica sino hacia Holanda.

Sin embargo, el propio Ibrahim, cuyo hermano Khalid ha sido identificado como el suicida del atentado del metro, ha dejado escrito en una carta guardada en un ordenador que tiró a una papelera antes de salir al aeropuerto que se sentía acosado y sin salida. «No sé qué hacer, estoy siendo perseguido de cerca y si no hago nada puedo acabar como él, en una celda». La impresión de este criminal es que tenía a la policía pisándole los talones, seguramente por temor a que Salah Abdeslam, ya detenido y al que se supone que se refería en su «testamento», revelase datos cruciales que llevarían a su detención tarde o temprano. La conexión entre los dos ataques es más que evidente y se puede llegar a pensar que hay una relación directa entre la detención de Abdeslam y las bombas en la capital europea.

En todo caso, la pieza clave ha sido el incidente del taxista, que a primera hora del martes llegó a la dirección desde donde habían reservado sus servicios en el bario de Schaerbeek con un modelo de coche más pequeño que el que habían reservado los tres terroristas. Según ha explicado esta persona que se dirigió voluntariamente a la policía, sus clientes se quejaron porque el vehículo era demasiado pequeño y porque se vieron obligados a dejar una de las maletas que pensaban llevar en este viaje para dos de ellos sin billete de vuelta. El taxista identificó a los tres que aparecen en la fotografía difundida por la policía y de los que ya se conoce la identidad de al menos dos: Ibrahim el Bakhaoui y Najim Laachraoui, ambos muertos e identificados por sus huellas. El tercer integrante del grupo, el que se tapa la cara con un sombrero y al que las cámaras registraron abandonando el aeropuerto antes de que se produjera la explosión, no ha sido identificado. Tampoco un posible cómplice que según alguna versiones podría haber estado esperándolo a bordo de un coche -un Audi- para salir de la zona antes de que los accesos fueran acordonados por la policía.

La policía belga también está segura de que el terrorista que causó la masacre en el metro, es Khalid Bakraoui, hermano de Ibrahim, y piensan que no había más terroristas en esta segunda explosión. Pero de todos los que ya han identificado, Laachraoui se tiene por el responsable de la infraestructura tanto de los atentados de París como de estos de Bélgica y el fabricante de las bombas, tanto de los chalecos de explosivos que se usaron en la capital francesa como las maletas cargadas de metralla que han matado a más de 30 personas entre el aeropuerto y el metro de Bruselas. Las huellas de Laachraoui se habían encontrado en los artefactos usados en París, uno de los cuales no llegó a estallar. El hecho de que la policía encontrase en la dirección que les indicó el taxista la bomba que no les cabía en el maletero, más una cantidad significativa de componentes para fabricar más explosivos, (15 kilos de material explosivo, 50 litros de acetona y 30 litros de agua oxigenada ) además de clavos y tornillos del mismo tipo que los que los servicios de urgencia han tenido que extraer de los cuerpos de los heridos y los muertos, hace pensar que es posible que los criminales pensaban que este no sería el último de sus ataques.

Las bombas de todos modos eran de gran potencia, pero muy inestables. Los tres terroristas no dejaron en ningún momento que el taxista manipulase las maletas al cargarlas o al descargarlas y una que no llegó a estallar cuando los dos suicidas presionaron los detonadores, lo hizo después mientras los artificieros la buscaban entre los restos de equipajes abandonados en la sala de mostradores de facturación del aeropuerto.

Los dos hermanos Bakhraui, belgas de nacimiento, tenían un impresionante historial delictivo en Bélgica, habían sido detectados viajando con falsos pasaportes sirios y hasta el Estado Islámico (EI) los menciona como militantes propios. La bandera de esta horripilante organización criminal que apareció en el apartamento de Schaerbeek de donde salieron para cometer los atentados atestigua claramente cuáles eran sus intenciones y sus lealtades. El otro suicida del aeropuerto, Laachraoui, fue detectado en septiembre en la frontera entre Austria y Hungría portando documentación falsa a nombre de Sufiane Kayal, junto a otros dos de los miembros del grupo que cometió los ataques de París: el francés nacido en Molenmeek Salah Abdeslam, detenido, y el argelino Mohamed Belkaïd, muerto por disparos de la policía tres días antes también en el barrio bruselense de Forest.

En busca de un desconocido

Desde el martes hay una persona más detenida en relación con los atentados de la que no se ha informado su nombre, ni su papel, aunque según la prensa belga no sería uno de los autores directos. Se busca ahora con toda intensidad a esa tercera persona de la fotografía del aeropuerto, cuya identidad se desconoce, pero sabiendo que puede haber más guaridas y más explosivos. De todo esto ha tenido probablemente conocimiento Salah Abdeslam, internado en la cárcel de Brujas, aunque en una celda en la que no dispone de televisión ni radio. Su abogado, el muy mediático Sven Mary, ha llegado a decir que si hubiera sabido que se iban a cometer estos terribles atentados en Bruselas, no habría aceptado defender al único superviviente de los ataques de París. En parte, este segundo acto terrorista se ha podido producir porque Abdeslam no había desvelado a la policía las conexiones de la galaxia del terrorismo yihadista en Bruselas de las que él mismo formaba parte. No se puede sabe si lo que aún pueda revelar tiene alguna relevancia para los investigadores. En todo caso, por ahora se sabe que en la primera de sus comparecencias ante el juez estará representado por su abogado, que dice que no ha tenido tiempo de preparar su defensa. Lo que no hará Mary es pedir la libertad provisional para su cliente.

En el estado en el que se encuentra el país, la sola mención sería interpretada como una provocación. Y, en el fondo, a la vista de la cadena de fallos qen esta trágica carrera entre policías demasiado bienpensantes y criminales extraordinariamente perversos, podría haber pasado cualquier cosa.

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