El director de la Oficina de Turismo de Túnez, Abdellatif Hamam, este miércoles en Fitur
El director de la Oficina de Turismo de Túnez, Abdellatif Hamam, este miércoles en Fitur - EFE

Túnez trata de salvar el turismo pese a los atentados terroristas

El Gobierno anuncia nuevas medidas de seguridad para evitar más ataques como los que costaron la vida a 60 extranjeros en 2015

Madrid Actualizado: Guardar
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Atentados en Francia, en Egipto, en Turquía, en Indonesia, en Malí, en Burkina Faso... Ante una amenaza yihadista casi global, Túnez se aferra al «mal de muchos» para tratar de levantar el vuelo de su dañado sector turístico, que supone un siete por ciento de su PIB y genera 400.000 empleos directos. En ese sentido, el Gobierno del país magrebí reconoce que el 2015 ha sido un año que hay que olvidar cuanto antes. Hasta 60 extranjeros murieron en dos importantes ataques terroristas reivindicados por Daesh (el autodenominado Estado Islámico).

Tres son los objetivos que se han marcado las autoridades en su intento de sacar del pozo al sector, como ha explicado el director de la Oficina Nacional de Turismo, Abdellatif Hamam.

Primero, garantizar la seguridad; segundo, combatir el terrorismo y el extremismo con los recursos propios y la ayuda de sus socios internacionales y, tercero, escuchar a «clientes, amigos y socios» para desarrollar las estrategias que faciliten la «reconstrucción» del sector.

«Tenemos que vencer al terrorismo todos juntos», ha afirmado Hamam durante su visita a la Feria Internacional del Turismo (Fitur) en Madrid. «El terrorismo no es hoy un problema de Túnez, es un problema de toda la comunidad internacional». En un intento de evitar nuevos ataques, el Ministerio de Interior y el de Turismo han acordado que los circuitos turísticos han de comunicar su ruta y horario con el nombre del conductor y el guía así como la matrícula del vehículo.

Pero desplazar la pesada losa de la desconfianza que bloquea a los turistas es complicado. Y todo a pesar de que Túnez es el único país de los salpicados por las revoluciones de la Primavera Árabe donde la senda democrática se mantiene abierta cinco años después del levantamiento popular. Es más, el cuarteto nombrado para facilitar en diálogo político tras la conocida como Revolución de los Jazmines que puso fin al régimen del presidente Ben Alí fue galardonado en 2015 con el Premio Nobel de la Paz.

Pero la otra cara de la moneda es que grupos yihadistas y terroristas presionan para acabar con esa transición e imponer a base de tiros y bombas la «sharía» (ley islámica). A ello se une que Túnez es el principal exportador de militantes extranjeros a las filas de los grupos yihadistas que participan en la guerra de Siria.

Un vecino en llamas

Los tres grandes atentados de 2015 en Túnez fueron, además, cometidos por tunecinos. El embajador de ese país en España, Wacef Chiha, trata sin embargo de mirar a uno de sus vecinos, Libia, sumido en el más absoluto caos. «Todas las investigaciones apuntan a que tanto las armas con las que se cometieron como la preparación de los terrorisras tuvieron lugar en Libia», ha comentado también en Fitur.

De los tres grandes atentados cometidos en el país magrebí en 2015 por Daesh, dos dieron en la diana del sector turístico. Primero, el 18 de marzo en el Museo del Bardo de la capital, donde 21 de los 23 muertos (aparte de dos atacantes tunecinos) eran extranjeros. Después, el 26 de junio en la playa de Susa, donde un yihadista tunecino acabó con la vida de 37 extranjeros antes de ser abatido. El tercer gran atentado acabó con la vida de doce guardias presidenciales en la capital el pasado noviembre.

Dos de los muertos del Mueso del Bardo eran españoles. Y uno de los dos hoteles objeto del atentado de junio era de la cadena española Riu, que contaba -hasta ese día- con diez establecimientos hoteleros abiertos en Túnez. Semanas después tomó la decisión de irse y, de momento, no piensa volver.

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