La primera ministro de Reino Unido, Theresa May
La primera ministro de Reino Unido, Theresa May - REUTERS

Pelea en el gobierno de May entre los «brexiters» y el ministro de Economía

Acusan a Philip Hammond de no apoyar la salida de la UE por poner trabas a los recortes en inmigración

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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El Brexit duro, por el que se ha inclinado Theresa May y que ha hundido a la libra, está abriendo disensiones en su gabinete. Los dos principales diarios conservadores de calidad, «The Times» y «Daily Telegraph», han destapado un enfrentamiento abierto ente el titular de Economía, el moderado Philip Hammond, y los ministros «brexiters». Acusan a Hammond de no apoyar la salida de la UE, después de que este pusiese objeciones a los planes de Interior para limitar la inmigración de comunitarios al Reino Unido.

La situación de la política británica es paradójica. El Brexit se impuso en las urnas por 51,9% contra 48,1%, pero en la Cámara de los Comunes el 71% de los diputados se inclinaron por la permanencia y en el gabinete de May solo una cuarta parte de los ministros fueron partidarios del Leave durante la campaña.

Sin embargo, los brexiters parecen haber conquistado el alma de la primera ministra, una euroescéptica que hizo una apática y casi invisible campaña a favor del Remain.

El pasado miércoles, en una reunión del comité para el Brexit, se vio muy claro el cisma entre Philip Hammond y los ministros del ala dura. El órgano lo forman doce personas, de las que la mitad son brexiters. Amber Rudd, la ministra del Interior, presentó en el último encuentro del comité un plan para controlar la inmigración cortando la llegada de inmigrantes comunitarios de baja cualificación. Hammond expresó sus reticencias, porque esa medida perjudica a las necesidades de las empresas y porque equivale a dar por hecho que se saldrá de mercado único europeo.

En contra del entusiasmo rupturista del llamado Trío del Brexit —los ministros Boris Johnson, Liam Fox y David Davis—, Hammond, de 60 años, un licenciado en Oxford con pasado en el mundo de la empresa y talante tranquilo, viene abogando por mantener la vinculación al mercado único y salvar a toda costa el pasaporte europeo de la City, la primera industria del país.

Pero sus razonables objeciones han encendido a los brexiters. «Actúa como un contable, ve los riesgos de todo, pero nunca las oportunidades», se lamenta en el «Telegraph» una fuente anónima del bando del Leave. Lo ministros brexiters señalan también que mientras la ministra del Interior, Amber Rudd, que hizo una apasionada campaña por la UE, ahora aporta ideas para el Brexit, Hammond sigue empeñado en dificultarlo.

Esta mañana de lunes todos han intentado cerrar filas de puertas afuera. Fuentes del Ministerio de Economía han calificado de «basura» las informaciones, que llegan a decir que e Hammond sopesó dimitir el domingo. El ministro de Salud, Jeremy Hunt, declaró que «el Gobierno está absolutamente unido», aunque no desmintió la discusión del pasado miércoles que hoy destapa la prensa.

La relevación de las disensiones en el Gobierno se ha notado en los mercados, observadores muy sensibles estos días del pulso de la política británica. La libra se situó por debajo de 1,22 frente al dólar y se ha devaluado un 17% desde el triunfo del Brexit el pasado 23 de junio. Pero además este lunes el coste de su deuda para el Reino Unido se ha situado a su nivel más alto desde el referéndum.

Hammond, que hace dos semanas tuvo que hacer una ronda de urgencia por Wall Street para tranquilizar a los mercados, es quien lidia con estas realidades, mientras eurófobos como Liam Fox, ministro de Comercio Internacional, proclaman que el Reino Unido pasará a convertirse en «líder mundial del libre comercio» si deja el mercado único europeo y se suma como un país más a la OMC. Lo cierto es que a día de hoy, Gran Bretaña vende a la UE más del 40% de sus exportaciones.

En paralelo a la crisis política, el Brexit duro de May está cuestionado en los tribunales. La Corte Suprema está viendo la denuncia de Gina Miller, dueña de un fondo de inversión, que ha logrado que el alto tribunal decida sobre si el Gobierno puede invocar el artículo 50 de salida de la UE sin que lo vote el Parlamento. Si el tribunal le da la razón a Miller, May tendrá un serio problema, pues la mayoría de la Cámara podría votar contra su modelo de Brexit, que implica la ruptura con la unión aduanera europea.

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