Nissan exige compensaciones para invertir en Gran Bretaña tras el Brexit

Los fabricantes extranjeros, que sostienen 814.000 empleos en Reino Unido, temen los aranceles en el mercado europeo

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Tras el voto a favor del Brexit, Theresa May y su Gobierno repiten una muletilla amable: «El Reino Unido sigue abierto a las empresas». Pero algunas compañías no lo ven tan claro, en especial las japonesas. Nissan, por boca de su consejero delegado, el brasileño Carlos Ghosn, ha pedido esta semana al Gobierno británico compensaciones para seguir invirtiendo en el Reino Unido en caso de que se consume un Brexit duro y sus exportaciones al mercado europeo se vean gravadas con aranceles. Toyota también ha expresado su preocupación. A comienzos de mes, el Gobierno japonés advirtió que las compañías niponas en el Reino Unido podrían trasladar sus sedes a la Europa continental «si las leyes europeas dejan de ser aplicables en Gran Bretaña».

En unas declaraciones en París, Ghosn explicó que el Brexit le suscita dudas sobre donde fabricar el nuevo modelo del Qashqai deportivo: «Tengo que hacer una inversión en los próximos meses y no puedo esperar al final del Brexit ni a que el Gobierno inglés cierre un acuerdo [con la UE]. Necesitamos un compromiso de compensación por si surge algo negativo». La advertencia es muy relevante, porque Nissan produce en su planta de Sunderland un tercio de los coches que se fabrican en el Reino Unido. La compañía tiene una de sus mayores plantas en Barcelona, que podría verse beneficiada así por la incertidumbre que ha creado el triunfo del Leave en el referéndum.

Aunque los británicos alardean de la fuerza e importancia de su industria automovilística, como hacen con todo lo suyo, lo cierto es que en 2015 produjeron 1,5 millones de coches, frente a los 2,7 que salieron de las factorías españoles, y eso pese a que se trató de su mejor año desde 2005. Los fabricantes foráneos de automóviles mantienen 814.000 empleos en el Reino Unido. El consejero delegado de Skoda también ha pedido al Gobierno británico que aclare rápido cuál va a ser su futura relación con Europa.

Theresa May guarda silencio sobre su estrategia y lo único que se sabe a ciencia cierta es que no aplicará el artículo 52 que inicia la desconexión de la UE en lo que queda de año. Sin embargo crecen los indicios de que al final podría inclinarse por el llamado «Brexit duro». Su ministro de Comercio Exterior, el eurófobo Liam Fox, expresó el jueves en un discurso su deseo de que el Reino Unido abandone por completo el mercado único europeo y entre como un país más en la Organización Mundial de Comercio. Una estrategia que vendió con el habitual discurso triunfalista y nacionalista, afirmando que se abre «una edad de oro» y Gran Bretaña puede ser «líder mundial del libre comercio». Ciertamente sería todo un milagro, pues el país tiene 64,1 millones de habitantes, frente a los 1.360 de China, los 1.250 de India y los 127 de Japón.

Por otra parte, este viernes se han conocido los datos del PIB británico del segundo trimestre. La economía ha crecido de abril a junio un 0,7%, frente al 0,6% esperado. Pero frena levemente respecto al 0,8% del primer trimestre. Las cifras muestran un buen pulso junto antes del resultado del Brexit.

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