Mitin de Marine Le Pen en Enneman, al norte de Francia
Mitin de Marine Le Pen en Enneman, al norte de Francia - REUTERS

El laboratorio de Marine Le Pen para conquistar Francia

El norte francés, marcado por el fin de la minería y el rechazo a los inmigrantes, es uno de los bastiones de la nueva ultraderecha

Enviado especial a Hénin-Beaumont (Francia) Actualizado: Guardar
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Francia está fracturada. Al norte, la economía tiembla, los jóvenes no encuentran trabajo y sus padres perdieron el suyo en la mina o por la deslocalización de las grandes empresas. Parisinos como el rockstar de las letras francesas Michel Houellebecq -que se abstendrá- no se ven reflejados en la rabia y el mundo de Marine Le Pen, que ha llegado a la segunda vuelta alertando de la situación crítica de la Francia periférica: menos glamurosa, más gris y pesimista. Para los millones de franceses que votarán hoy a Macron, el ultraderechista Frente Nacional ha dibujado un apocalipsis que solo existe en su imaginación. Si París tiene dos caras -centro burgués y suburbios de inmigrantes-, a nivel nacional hay dos universos distintos que se disputan la hegemonía y el rumbo del país.

Desde 2014, el pueblo de Hénin-Beaumont, en el corazón de la cuenca minera de Altos de Francia, es la ciudad probeta del Frente Nacional, desde donde Marine Le Pen ha querido demostrar que puede gestionar con éxito todo el país. «Aquí no lo están haciendo nada mal y eso me asusta», comenta Jean-Claude frente a un panel electoral donde no está Macron, solo Le Pen. «Hablo como ciudadano, no como funcionario del Ayuntamiento, y te digo que aunque soy de izquierdas lo están haciendo mejor que los socialistas y comunistas en el pasado. Teníamos a un alcalde que estuvo muchos años en el poder y ha terminado en la cárcel por corrupción». Jean-Claude, de unos 60 años y que se abstendrá hoy, cree que Marine Le Pen «compra» a la gente que está muy mal con ayudas sociales, trabajos públicos y mejorando como sea sus vidas: «Todo el mundo mira lo que pasa en Hénin-Beaumont».

Uno de los bastiones del Frente Nacional para ganar hoy El Elíseo es esta región, con un paro que supera el 25% -más del doble la media francesa- y tasas de pobreza que llegan hasta el 42% en el caso de Roubaix o el 31% en Lens, pero no todos votan a Marine por las mismas razones. «Aquí no son fascistas, están airados con la corrupción y la falta de trabajo. La decepción con los partidos tradicionales y la falta de credibilidad de un alcalde, socialista, que les ha fallado (Gérard Dalongeville) les ha llevado a votar al FN. No tiene nada que ver con Calais -donde el voto al FN está más ligado a la crisis migratoria-, aquí la minería de carbón ha influido muchísimo», sostiene la concejal ecologista, Marine Tondelier, que acaba de publicar un libro «Nouvelles du Front», sobre la vida en el pueblo tras la llegada al poder del actual alcalde frentista, Steeve Briois.

«Este alcalde lo está haciendo muy bien, ha bajado los impuestos, ha dado trabajo en el Ayuntamiento, habla con la gente, es simpático y se preocupa por nosotros, nada que ver con el anterior que ni lo conocían en el Ayuntamiento o su predecesor, ahora en la cárcel por corrupto», apunta Jean Michel en un bar de la plaza del pueblo a 200 metros de la sede del FN, y al que va a comer a menudo el alcalde, según reconoce el dueño, Dino. De orígenes italianos, lleva ocho años en Francia y reconoce que el FN ha hecho un buen trabajo en Hénin-Beaumont: «Hay muchísimo paro. Se han ido empresas muy importantes como la multinacional Samsonite (multinacional estadounidense). Este pueblo siempre ha sido un bastión de comunistas y socialistas. «No votan al partido por ideología. Como aquí la derecha tradicional no cuenta apenas, pensamos: «¿por qué no votar por el FN?».

Samsonite aterrizó en Hénin-Beaumont en 1984 como base de operaciones en Francia, pero en la década de 2000 se llevó su fábrica del país dejando sin empleo a 200 personas y sus familias, recuerda Tondelier. Entonces Steeve Briois se movilizó con el Frente Nacional para llegar a la población. Pese al rechazo inicial, fue labrando una imagen que le llevaría a la alcaldía años después. El trauma de la “huida” de Samsonite se ha escenificado en una obra de teatro de mucho éxito en la zona escrita por los propios obreros que elaboraban las maletas para toda Francia. A Carine, de sesenta años y mediadora cultural en Lille, le impresionó: «Narraba la tragedia de los despidos y el cierre de la fábrica. Luego los obreros contaban que estaban muy decepcionados con los socialistas, por haber metido la mano en la caja. Todas las ciudades mineras están fatal, como Lens, de donde vengo». Dicen los vecinos que con el Frente Nacional, las calles están más limpias y decoradas con flores, que el pueblo ya no es tan gris desde la muerte de la mina.

Decepción y paro

Una victoria de Macron «sería una derrota para los norteños», opina el analista del canal francés CNews, Harold Hyman, aunque no cree que estalle ninguna rebelión «de los blancos de los norte». «Macron viene de Amiens, en Picardía, -donde tuvo el incidente de la fábrica de Whirlpool con los obreros en plena campaña-, y comprende la angustia de la gente. Les tratará de tranquilizar e invertirá allí».

En la noche electoral de la primera vuelta, Marine Le Pen organizó su baño de masas en Hénin-Beaumont, irónicamente en el pabellón François Mitterrand, expresidente socialista. Le Pen votó y volverá a votar en esta ciudad minera de 26.000 habitantes. «Antes de la victoria del FN no vino apenas, ahora sí que aparece por aquí», subraya Jean Michel.

El carbón lo construyó todo: escuelas, hospitales... Vino gente de todo el mundo y puedes ver a jóvenes con apellidos polacos votando al FN

Nord Pas de Calais clausuró sus últimas minas de carbón en 1990 por la reconversión industrial, poniendo fin a 200 años de historia minera. «En esta zona antes no había nada. El carbón construyó todo: escuelas, hospitales... Han venido gente de Bélgica, Polonia, del Magreb, Italia y hasta 30 nacionalidades distintas. Así puedes ver jóvenes con apellidos polacos votando por el Frente Nacional», asegura a ABC Gilles Huchette, coordinador de Euralens, una asociación creada en 2009 para fomentar el trabajo por medio de la cultura. Su objetivo: emular el ejemplo vasco con el museo Guggenheim en Bilbao, pero en la cuenca minera francesa y con Louvre Lens.

Vincent, de 28 años y en paro, votará al FN: «Llegué hace tres años a Henin para buscar trabajo en logística e informática. No soy racista, como no lo es tampoco mucha gente que les votará. Lo hacemos por la falta de trabajo en el norte, necesitamos un cambio y no seguir como con Hollande», explica. Aunque no le gusta que Le Pen recurra tanto a la inmigración para llegar a la gente, admite que en Calais sí que han sufrido con la llegada masiva de refugiados. «Mi padrino, policía en Calais, me dijo que los inmigrantes detenían constantemente a los camiones y coches, que era todo caos y que la gente de allí está harta de eso».

Según un panfleto local del FN, «es la hora de elegir» entre quien apoya el velo en el trabajo y el burkini en la playa y quien respeta la defensa de los derechos de las mujeres, pero sobre todo entre quien «aumentará los impuestos» y quien «mejorará los bolsillos de los jubilados y los pobres». Esto es Hénin-Beaumont, la probeta de Marine.

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