La vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti, durante su reunión con un grupo de periodistas este miércoles en el Senado
La vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti, durante su reunión con un grupo de periodistas este miércoles en el Senado - ABC

«El Gobierno argentino ha decidido no hacer un ajuste neoliberal sino ordenar gradualmente la economía»

Declaraciones de Gabriela Michetti, vicepresidenta de Argentina, quien adelanta que su Gobierno «está auditando todos los departamentos y organismos del Estado. Hay que tener las cuentas claras»

Corresponsal en Buenos Aires Actualizado: Guardar
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Gabriela Michetti es, en ausencia de Mauricio Macri, en el Foro Económico de Davos, presidenta de Argentina. En su primer día al frente del Gobierno, hace un repaso de la actualidad argentina en el Senado, Cámara de la que es titular, con un grupo reducido de periodistas. El país asiste a un escenario imposible de imaginar hace poco más de un mes. Milagro Sala, polémica dirigente indígena, al mando de un virtual ejército en la organización Túpac Amaru, está detenida después de ocupar durante semanas la plaza de la capital de Jujuy (provincia fronteriza con Bolivia y Chile) junto a varios centenares de sus seguidores.

«El gobernador, Gerardo Morales, tenía claro el problema antes de las elecciones», interviene Michetti.

«Lo siguió, casi obsesivamente. El anterior Gobierno nacional le giraba fondos y ella los usaba discrecionalmente», apunta cuando le recuerdan las voces del kirchnerismo pero también la de Amnistía Internacional que reclaman la liberación de la «dirigente social» que agrupó en estos años a miles de jujeños uniformados bajo su mando y actuó como un poder sin control dentro del poder. «No es una dirigente cualquiera. Tiene muchas denuncias como consecuencia de percibir privilegios que le permitieron hacer uso irregular de fondos que son públicos. Me parece que Morales ha hecho lo correcto», insiste en defensa de su compañero de Cambiemos.

«En nuestro ánimo no está ampliar el número de miembros del Supremo, pero hay muchos proyectos de la oposición en el Senado en esa dirección»

El debate sobre Milagro Sala, el fondo del personaje, la orden del juez que ordenó su arresto y la decisión del gobernador de retirarle la personalidad jurídica a la Túpac Amaru, está sobre la mesa. También la célebre «grieta», término que define la polarización o la brecha abierta en la sociedad durante los doce años de los gobiernos «K». «La grieta -analiza Michetti- se produce cuando no hay claridad ni transparencia en la Administración. Al no existir cifras ni datos comprobables, vale cualquier afirmación y la discusión no se resuelve porque no se puede demostrar la verdad», apunta para tratar de ilustrar los acalorados enfrentamientos que se dieron, en todos los ámbitos e instituciones y en las familias argentinas.

«En simultáneo -continúa para explicar cómo el Gobierno intenta cerrar esa herida- hay una convocatoria del presidente a trabajar en conjunto con todos». Pone como ejemplo una situación nunca vista en la pasada década, la colaboración entre el Gobierno nacional y el de la provincia de Entre Ríos, gobernada por la oposición peronista, durante recientes inundaciones. «Hay que dar ejemplo desde lo público. Tratar de trabajar juntos en todos los ámbitos, sean estos sindicales, empresariales o políticos. Pero este asunto, el de la grieta, es cultural y no se puede resolver de inmediato, se logra largo plazo», agrega.

La posibilidad de abrir las importaciones para que la producción nacional frene los precios y la inflación (del 25 por ciento) se contenga son preocupaciones generales. «El Gobierno considera seriamente abrir las importaciones a la carne. Este sector nos preocupa en particular. O se mantienen los “precios cuidados” (acordados con anterioridad) o se abre la importación», asegura consciente de que al argentino, sin un asado de tira, colita de cuadril o cualquier otro corte de vaca, es complicado mantenerle contento. «El Gobierno ha decidido no hacer un ajuste neoliberal sino ordenar gradualmente la economía», insiste para garantizar que las subvenciones, sello de identidad de las gestiones de Néstor y de Cristina Kirchner, continuarán. La pasada campaña electoral, el excandidato Daniel Scioli adjudicó a Mauricio Macri la intención de suprimir esos beneficios o subvenciones sociales para sembrar el miedo en el electorado. «Me parece que se ha perdido porque las encuestas nos dan muy bien», ataja Michetti.

La presidenta en funciones rechaza las críticas a un Gabinete con mucha presencia de técnicos y exejecutivos: «Es una crítica poco feliz, es muy importante que gente que no ha hecho política se comprometa con la política. Forma parte de la renovación de 2001 -año del crack de Argentina y de la llegada de Macri y de su partido- Nosotros pasamos del que se vayan todos a que vengan todos».

Funcionarios despedidos

En un clima y un escenario insólito (el anterior vicepresidente no reunía a la prensa y tenía -y tiene- lista de espera de querellas judiciales), Gabriela Michetti defiende el cúmulo de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que ha firmado Mauricio Macri, en apenas un mes de gestión, y los cientos de despidos en la Administración. «Se están auditando todos los departamentos del Estado. Hay que tener las cuentas y el número de funcionarios claro. Hasta febrero no tendremos todos los datos, pero no me sorprendería que superásemos la cifra de un millón de personas con puestos vacíos de contenido y militantes o “ñoquis”», como se llama en Argentina al personal que sólo acude a fin de mes para cobrar el sueldo por hacer nada. «No significa que para adelante haya que seguir así ni se puede decir que somos gobernados por decreto», se defiende antes de explicar que la mayoría de esos DNU se analizan antes con los representantes en comisión (el Congreso está de vacaciones de verano). Dicho esto, sonríe al comparar «la falta de respeto y consideración con las Cámaras del anterior Gobierno» y lo injusto de «la comparación».

Un tema sensible, el del número de jueces de la Corte Suprema (equivalente al Tribunal Constitucional) y el intento de designación por decreto de dos magistrados, le da pie para recordar que «en nuestro ánimo no está ampliar el número de miembros de la Corte, pero hay muchos proyectos de la oposición en el Senado en esa dirección. Son previos a esta situación particular de los decretos del presidente. Así que, como mínimo, el asunto lo vamos a tener que debatir, con seguridad, este año».

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