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Operación de las autoridades migratorias de EE.UU. en Atlanta - REUTERS

Una semana de redadas en EE.UU. dispara el miedo y la ansiedad entre los indocumentados

Para las autoridades de Inmigración la detención de cientos de personas es «rutinaria», pero otros lo ven como el inicio de la mano dura de Trump contra los ilegales

NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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El miedo es una sensación con la que convive el indocumentado. A que le separen de su familia, de su trabajo, de su vida, después de años o décadas en EE.UU. A que un golpe de mala suerte -un accidente de tráfico- o de mala leche -un encontronazo con un vecino o con un compañero de trabajo- acabe en un problema con la Justicia que fuerce su deportación. En el recién estrenado EE.UU. de la era Trump, el miedo se está convirtiendo en pánico.

Durante la última semana, la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE, en sus siglas en inglés) ha batido varios estados de EE.UU. en redadas que han acabado con la detención de cientos de inmigrantes indocumentados para su deportación, las primeras desde que entró en vigor la orden ejecutiva sobre inmigración firmada por Donald Trump a finales de enero.

Las autoridades confirmaron que se habían producido operaciones en hogares y lugares de trabajo de ciudades como Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Atlanta y localidades de Carolina del Norte y del Sur. Organizaciones civiles también registraron redadas de intensidad inusual en estados como Florida, Kansas, Texas, Arizona o Virginia.

Hubo detenciones en el párking de un supermercado o en una hamburguesería

Las autoridades del ICE no han facilitado datos sobre el número exacto de los detenidos y su estatus, pero reconocieron que había sido 160 personas solo en el Sur de California y unas doscientas en Georgia y las Carolinas.

Las deportaciones masivas son moneda común en EE.UU. El presidente más activo en este capítulo fue Barack Obama, a quienes sus críticos calificaron como «deportador en jefe». Batió el récord en 2012, cuando su Gobierno deportó a 419.384 personas, una media de 1.148 por día, una intensidad mucho mayor a la registrada esta semana. También ha habido redadas puntuales a gran escala, como la de principios de marzo de 2015, que detuvo a más de 2.000 personas con historial criminal grave, «lo peor de lo peor», como los definieron entonces las autoridades de inmigración. El año pasado, el último de Obama en la Casa Blanca, se deportaron 240.255 personas.

Ante la avalancha de informaciones en los medios sobre las deportaciones, el ICE aseguró que eran operaciones «rutinarias» y que, por ejemplo en el caso de las del Sur de California, habían sido planeadas antes de la orden ejecutiva del presidente.

Dos visiones

«Son gente que representan una amenaza a la seguridad pública o a la integridad del sistema inmigratorio», defendió Gillian Christensen, portavoz del ICE, sobre las operaciones, que afectaron en su mayoría, según dijo, a personas con historial criminal grave, como homicidios o violencia doméstica.

Otros ven un cambio de curso preocupante en la forma de actuar de las autoridades de inmigración y que de alguna forma cumple las expectativas de la retórica inflamada antinmigración de Trump durante las elecciones (inauguró su campaña acusando a los mexicanos de «criminales» y «violadores»). Algunas organizaciones denunciaron redadas contra gente sin historial delictivo que, hasta ahora, no habían sido la prioridad del Gobierno. «Esto es nuevo», dijo a The New York Times Susannah Volpe, una abogada que trabaja para Ayuda, que provee asesoramiento legal a inmigrantes. Se refería a operaciones en edificios de viviendas o en centros de trabajo de indocumentados no acusados de delitos. Durante la semana se multiplicaron las advertencias, en redes sociales, en medios dedicados a hispanos, de controles de carretera indiscriminados para encontrar a indocumentados (el ICE negó que se hubieran producido). Hubo detenciones en el párking de un supermercado o en una hamburguesería.

A pesar de que el ICE las califique de «rutinarias», es imposible no relacionar el aparente cambio de rumbo de las redadas con la llegada al poder de Donald Trump. Durante la campaña, se comprometió a expulsar a los once millones de inmigrantes indocumentados de EE.UU., algo que supondría un esfuerzo logístico y económico irrealizable, además del drama humano de separar a millones de familias. Nada más asegurarse la victoria electoral rebajó sus pretensiones y prometió que deportaría «hasta tres millones de personas» que «son criminales y tienen historial delictivo». Para ello, el pasado 27 de enero firmó una orden ejecutiva en la que se ampliaban las categorías de inmigrantes prioritarios para deportación a casi cualquier indocumentado.

Obama priorizó la expulsión de convictos de delitos, el 92% del total de los deportados en 2016

Una fuente del Departamento de Seguridad Nacional aseguró a The Washington Post que, a pesar de que su principal objetivo son las personas con historial criminal y debido al margen mayor de actuación que permitía la orden ejecutiva de Obama, también estaban deteniendo a gente sin pasado delictivo en sus redadas. Es difícil saber cuántas personas de las detenidas durante esta semana hubieran corrido la misma suerte bajo la Administración Obama. El anterior presidente priorizó la expulsión de convictos de delitos, que supusieron el 92% del total de los deportados del año pasado.

«La gente está en pánico», aseguró Hiba Ghalib, una abogada de inmigración que trabaja en Atlanta, que había conocido cómo los agentes del ICE iban llamando a la puerta de casa en casa en barrios hispanos. «Están realmente asustados». En Austin (Texas), un concejal del ayuntamiento relató cómo muchos estudiantes no fueron al colegio durante la semana por miedo. Los directores de centros escolares de Los Angeles recibieron instrucciones sobre cómo actuar si recibían la visita de los agentes. Se propagaron mensajes sobre cómo reaccionar si las autoridades llaman a la puerta de casa, dónde buscar refugio.

La intensificación de las operaciones desató las protestas. Hubo manifestaciones en las sedes del ICE en Nueva York y en Los Ángeles y la oposición política salió al ruedo. «Esto muestra las serias consecuencias de la orden ejecutiva del presidente, que empuja a que todos los inmigrantes indocumentados sean categorizados como criminales y requiere más operaciones de policía, en vez de priorizar a los criminales peligrosos», dijo la senadora demócrata por California Dianne Feinstein.

Qué hacer en los colegios

«Esta es claramente la primera ola de ataques de la Administración Trump, y sabemos que no será la única», aseguró Cristina Jiménez, directora ejecutiva de United We Dream, una organización de jóvenes inmigrantes.

Los directores de centros escolares de Los Angeles han recibido información sobre qué hacer si los agentes de inmigración se presentan en los colegios.

El secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijo desde el paso fronterizo de San Ysidro, entre San Diego (EE.UU.) y Tijuana (México), que no hubo ninguna «redada» y que el ICE solo estaba «deteniendo a ilegales» con mucho «profesionalismo».

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