El embajador español en Washington, suspenso «en la diplomacia del amor»

El embajador español en Washington desde 2012, Ramón Gil-Casares, terminará el próximo año su mandato. Y «The Washington Post» se ha hecho eco de este fin de ciclo para contar una simpática y desconocida faceta del diplomática.

El periódico americano reconoce la labor de Gil-Casares a la hora de promover la cultura y el comercio españoles, pero le da un suspenso en la diplomacia del amor. Tanto se obceca en su trabajo que descuida uno de sus deseos.

En una cena organizada el pasado martes, la secretaria social Diane Flamini describió al embajador español como un hombre alto, de 62 años de edad, y que cuando ella empezó en su puesto, le había confesado que estaba interesado en conocer a la mujer adecuada.

Flamini consiguió la ayuda de Capricia Mashall, exjefa de protocolo de EE.UU. en su odisea para buscarle pareja al embajador. Y a pesar de sus mejores esfuerzos -ambas organizaron citas informales con varias candidatas elegibles-, el trabajo siempre vencía al amor en la vida del diplomático español.

«Yo le pedía el parte más tarde: "¿La llamaste? ¿Ha conseguido pasar la prueba?" y él me contestaba que ya vería si podía cuadrar sus horarios en el trabajo con las citas», asegura Flamini, según «The Washington Post», moviendo la cabeza en señal de desaprobación.