Un hombre pasa con su bicicleta cerca de un cartel a favor del «sí» a los acuerdos de paz, en Cartagena de Indias
Un hombre pasa con su bicicleta cerca de un cartel a favor del «sí» a los acuerdos de paz, en Cartagena de Indias - Afp

Colombia abre una etapa de esperanza con la firma de la paz con las FARC

Arropados por el Rey Juan Carlos y 15 presidentes, Santos y «Timochenko» dan carpetazo a 52 años de conflicto armado en un acto en Cartagena de Indias

Madrid Actualizado: Guardar
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El presidente Santos y el líder guerrillero «Timochenko» cierran este lunes en Cartagena de Indias uno de los capítulos más negros y sangrientos de la historia de Colombia, con la rúbrica del acuerdo de paz negociado en Cuba durante casi cuatro años. Previsiblemente vestidos con la guayabera típica del Caribe, Santos y el jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) –la guerrilla más antigua y poderosa del continente– firmarán el «Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera». Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño Echeverri «Timochenko» –médico formado en la URSS– estarán arropados por unos 2.500 invitados. Encabezan la lista el Rey Juan Carlos, Ban Ki-moon, 15 presidentes, tres expresidentes, 27 ministros de Exteriores y dirigentes de los organismos internacionales.

Atrás quedarán 52 años de conflicto armado, con un balance de más 220.000 muertos y ocho millones de víctimas. Por delante, el plebiscito fijado para el próximo 2 de octubre, en el que los colombianos refrendarán o no lo pactado en La Habana. El último sondeo de Ipsos reveló que la mayoría de los colombianos dirán «sí» a los acuerdos de paz: un 72% frente a un 28%, de un 53% del electorado. La encuesta de la firma Cifras & Conceptos, divulgada por Caracol Radio, reducía la distancia entre las dos opciones: un 54% a favor del «sí», contra un 34%.

«Vienen aquí a avalar una amnistía al narcotráfico y una amnistía disfrazada a otros delitos atroces»
Álvaro Uribe

Por delante también está el enorme reto del postconflicto, con la incorporación de la guerrilla marxista-leninista a la vida política de Colombia. El país sudamericano necesitará la ayuda de la comunidad internacional: los expertos calculan en unos 31.000 millones de dólares (27.600 millones de euros) el coste de la próxima década de postconflicto. Desde Cartagena de Indias, el ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, expresó su satisfacción por el logro de la paz y recordó que España ha sido promotora en la Unión Europea de la creación de un fondo fiduciario para ayudar a Colombia en esta etapa. Santos está convencido de que la paz con el principal grupo guerrillero dará un empujón a la economía colombiana. «La guerra siempre es más costosa que la paz», ha declarado a la BBC.

Antes de emprender viaje hacia Cartagena, tras el cónclave de las FARC en los Llanos del Yarí (Caquetá), «Timochenko» aseguró el pasado viernes que «me voy satisfecho porque hubo apoyo pleno de la guerrilla al acuerdo que firmaremos en Cartagena. Esperamos que allá la guerra termine». El presidente Santos ha advertido por su parte de que un rechazo a los acuerdos de paz «sería catastrófico» y supondría «una vuelta al conflicto armado».

Discrepantes

Los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana lideran, con matices, la campaña por el «no» en el plebiscito porque creen que los acuerdos otorgan impunidad a las FARC. Uribe –de quien Santos fue ministro de Defensa en los años de dura ofensiva contra la narcoguerrilla– ha enviado el siguiente mensaje a los invitados internacionales: «Vienen aquí a avalar una amnistía al narcotráfico y una amnistía disfrazada a otros delitos atroces». Pastrana, que estuvo tres años negociando con el grupo entonces liderada por «Tirofijo», afirmó en una reciente entrevista a ABC que «Las FARC se acaban como guerrilla, pero siguen como cartel».

Otra de las voces críticas es la del director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, que expresó «serias reservas sobre el componente de justicia de este proceso de paz».

Muchos colombianos creen, como dijo su presidente a ABC, que «gestionar la paz es más difícil que hacer la guerra». Pero, hartos de décadas de conflicto armado, aguardan esta incierta etapa con esperanza.

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