Theofanis Parayanis, uno de los afectados por la crisis griega, está a punto de cerrar su negocio
Theofanis Parayanis, uno de los afectados por la crisis griega, está a punto de cerrar su negocio - ABC
GRECIA

Cinco rostros de la crisis griega

Entre el fatalismo y la bronca, los griegos aprenden a convivir con las medidas de rigor exigidas por la Unión Europea

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La crisis económica impuesta -entre otras cosas- por una descomunal deuda del 180 % del PIB está cambiando no solo hábitos del griego sino también su mentalidad hipercrítica hacia su clase política, o hacia la presión que ejercen los acreedores y el resto de los socios europeos. Estos son algunos testimonios de griegos de a pie que sufren en sus carnes los recortes del Gobierno de izquierdas de Tsipras:

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  1. El abuelo jubilado: «Al principio pensé que me habían robado»

    Nikos Vutsinos con su nieto
    Nikos Vutsinos con su nieto - ABC

    Nikos Vutsinos, de 70 años, se jubiló tras 40 años cotizados en la Seguridad Social y habiendo pagado las contribuciones más altas. Su jubilación pasó de ser de 14 mensualidades de 2.250 euros al mes en el 2010 a doce mensualidades de 1.310 euros ahora, tras once recortes. «Al principio pensé que me habían robado, después de cotizar tantos años tanto dinero. Pero ahora me he acostumbrado a vivir con eso, y considero que tengo suerte. Sé que muchos tienen que sobrevivir con mucho menos y también sé que se reducirán aun más mis ingresos con los impuestos indirectos que todavía no han aprobado, pero mi mujer y yo nos apañaremos. Lo malo son los jóvenes: mi hija casada espera su segundo bebé y aunque trabajan ella y su marido, ganan poco y pueden perder su trabajo en cualquier momento», comenta. Nikos y la mayoría de los abuelos pensionistas ayudan a hijos y nietos, con sus cuidados y también con sus pensiones. Las guarderías públicas cada vez son menos y ya no gratuitas y las privadas son carísimas. Además, el horario de trabajo griego es infernal: en oficinas es de 8 a 4 o 9 a 5 todo el año, incompatible con los colegios y las actividades infantiles. «Sin abuelos activos las familias están muy apuradas».

  2. El ingeniero a punto de jubilarse: «Sé que tardaré en cobrar mi jubilación un año»

    Dimitri Jalatsi, ingeniero griego
    Dimitri Jalatsi, ingeniero griego - ABC

    Dimitri Jalatsi: «Me jubilo ahora porque no hay trabajo y mi pensión será el único dinero que entre en casa. Sé que será menos de lo que cobraban hasta ahora los ingenieros, ni sé la cantidad exacta, pero es la realidad. Y también sé que tardaré en cobrarla mas de un año, quizás hasta dos». En Grecia había muchas cajas de salud y pensión aparte de la Seguridad Social, algo que desaparecerá ahora. Y hay «cola» para obtener la jubilación: se presenta la solicitud y los documentos atestiguando los años cotizados y se espera... hasta tres años en algunos casos. Dimitri fue siempre autónomo y se dedicaba a calcular las estructuras de los edificios y sus reformas. Pensó que con la crisis la gente seguiría haciendo pequeñas obras y legalizando irregularidades en los edificios, algo necesario para poder alquilar o vender viviendas y establecimientos. Pero ahora cree que no hay trabajo porque «los inversores y sobre todo los extranjeros tienen miedo aquí: piensan que no hay estabilidad política y no se fían de las leyes, del marco fiscal ni de los tribunales en caso de litigio. Los bancos no dan créditos y los griegos que tienen dinero no se atreven a invertir».

  3. La parada: «Hemos aprendido a vivir con menos tras la euforia»

    Eleni Kosmidu engrosa la lista de los parados griegos
    Eleni Kosmidu engrosa la lista de los parados griegos - ABC

    Eleni Kosmidu lleva mas de un año en paro. Trabajaba en una consultora que la tuvo que echar porque no había suficiente trabajo y prefirió seguir empleando a los casados con hijos. Ella está soltera, con lo que fue la primera en ser despedida. Ha cobrado durante un año el paro, una cantidad igual para todos los que pierden su trabajo declarado, 360 euros al mes durante doce meses. Ya se acabó. Ahora espera conseguir dentro de dos semanas un trabajito por horas en un supermercado, supervisando la colocación de los productos en las baldas y con seguro. «Estamos todos asustados. Esto va ir a peor y sobre para todo los jóvenes, que no se atreven a casarse ni a tener hijos, no saben si podrán alimentarlos. A ver si consigo encontrar un segundo trabajito y así me apañaré». Al ser soltera, está menos preocupada que el resto de sus amigos. Pero es consciente de que muchos trabajan sin seguro y que el sistema de pensiones se hunde por el problema demográfico y acabará siendo insostenible a este paso: las estadísticas oficiales recogen que en el 2014 nacieron 92.148 personas y fallecieron 113.740. «Hemos aprendido a vivir con menos después de muchos años de euforia».

  4. El comerciante que cierra: «Si sigo trabajando aumentarán mis deudas»

    Theofanis Parayanis está a punto de cerrar su negocio
    Theofanis Parayanis está a punto de cerrar su negocio - ABC

    Theofanis Parayanis, de 49 años, tiene un pequeño negocio en Drapetsona, cerca del Pireo, donde vende al por mayor productos de limpieza para supermercados y oficinas. «Ahora tendré que cerrar. No solo no me compensa seguir trabajando, para la pensión ridícula que me van a dar dentro de muchos años. Si sigo trabajando aumentarán las deudas, nadie paga ahora y los bancos no dan créditos. En pocas semanas aumentará además el IVA de 23 a 24%, el combustible y muchas cosas mas. La gente ya está apurada, con varios miembros de cada familia en paro. Con más impuestos indirectos será peor. Por eso cierro».

  5. El estudiante: «Quiero acabar la carrera lo antes posible para irme al extranjero»

    Manifestación de estudiantes en Grecia
    Manifestación de estudiantes en Grecia - AP

    «Aquí no hay futuro». Lo dice Angelos, de 19 años, que no quiere foto. «Por lo menos la universidad es gratis, porque es pública. Quiero acabar la carrera lo antes posible para irme fuera, al extranjero. Me parece injusto que el estado griego regale la educación a sus estudiantes y luego nos tengamos que largar a otro pais para poder sobrevivir». Estudia económicas en la Universidad Económica de Atenas (ASOE) que tiene magnífica reputación y unos cursos de master en inglés que el ejecutivo radical quiso eliminar y tuvo que respetar, porque ahí si que pagan los alumnos griegos y extranjeros mas de 7.000 euros por curso y ello ayuda a mantener a la institución. «Voy a curso por año porque no quiero ser carga para mis padres y cuando acabe, hago la mili y me voy». Comenta que hubo una reforma universitaria hace tres años, aprobada por el 80% del parlamento, pero que nada mas llegar Syriza al poder cambió todo de nuevo. «Hemos vuelto a que todo esté politizado, a las huelgas, a que todo esté sucio, a que con la excusa de la crisis el nivel de estudios baje». Pero como muchos jóvenes, los más preparados, se irá al extranjero si el paro sigue tan alto y los primeros sueldos, si se encuentra trabajo, tan bajos.

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